La inflación no termina de bajar
«Somos más pobres. Ése será el triste legado económico del mandato de Pedro Sánchez: las revisiones hacia arriba del PIB no pagan facturas»

Ilustración de Alejandra Svriz.
Un mes más, podemos comprobar cómo la tendencia alcista, iniciada de nuevo hace unos meses, se ha confirmado. La inflación, según el indicador adelantado, en octubre se sitúa en el 3,1% interanual, una décimas más que los datos de septiembre, de manera que se confirma la aceleración interanual vivida en los últimos meses. Por su parte, la subyacente se sitúa en el 2,5% interanual, también una décima más que en septiembre. Al ser la subyacente la inflación más estructural, al eliminar de ella los componentes más volátiles, muestra que todavía hay cierta resistencia a la baja en los precios. Además, el IPC tiene una subida potente intermensual, con un 0,7%, mientras que la subyacente también sube con fuerza en términos intermensuales, al hacerlo un 0,5%.
Hay, por tanto, un mantenimiento de la tendencia alcista de la inflación interanual, con un IPC armonizado con la UE del 3,2% interanual en octubre, dos décimas más que en septiembre, que lleva a que la evolución de los precios en España esté 1,2 puntos por encima del objetivo de precios del BCE.
Adicionalmente, podemos comprobar cómo los impuestos elevan los precios, ya que el IPC a impuestos constantes de septiembre se situó en un 2,5% interanual en septiembre (último dato disponible), cinco décimas menos que el IPC de dicho mes, con lo que solo las subidas de impuestos están elevando los precios en medio punto interanual en este mes.
Lo grave además es que estos ritmos de crecimiento de inflación se producen sobre niveles de precios muy elevados alcanzados en los meses anteriores, con lo que sigue mermando el poder adquisitivo de los agentes económicos. La acumulación del deterioro de dicho poder adquisitivo es intenso y los agentes económicos han ido gastando sus ahorros y ajustando su cesta de la compra. Es cierto que la rebaja de tipos puede dejarles algo de renta disponible si tienen financiación a tipo variable y se la revisan, pero esa mayor laxitud en tipos puede traducirse en un repunte mayor de la inflación, que es preocupante.
Todo ello hace que, desde que gobierna Sánchez, la inflación haya subido un 22,94%, mientras que la subyacente, durante su mandato, lo haya hecho un 20,48%.
«La evolución del crecimiento económico, basado en el gasto público (que ha expulsado a la inversión), ha tensado los precios al alza»

Además, la preocupante evolución del crecimiento económico, basado en el gasto público (que ha expulsado a la inversión), ha tensado los precios al alza durante mucho tiempo, con riesgo de rebrote inflacionista por los acuerdos arancelarios —que aunque se haya llegado a un pacto no deja de ser un elemento que subirá los precios—. Además, dichos acuerdos arancelarios con EEUU no terminan de estar claros nunca, con muchos sectores que pueden verse muy penalizados.
Adicionalmente, nos encontramos con otro elemento que puede presionar al alza los precios, que es la guerra en Oriente Próximo, que podría llegar a consolidar el encarecimiento del petróleo y el estrangulamiento de suministros en caso de cierre del Estrecho de Ormuz si sufre un recrudecimiento. Ojalá triunfe el plan de paz propuesto por el presidente Trump, pero un mantenimiento de la guerra si se incumple el tratado o una reedición de la misma tras un tiempo de paz, haría que los precios subiesen.
Como escribí hace unos meses en estas páginas, hemos vivido muchos meses de elevada inflación medida por el índice de precios, con un incremento de los mismos todavía superior en muchos alimentos y productos básicos, que ha ido estrangulando a las familias en los últimos tiempos, pues la inflación es un cáncer que se enrosca en la economía productiva y la carcome, que no termina de embridarse.
«La economía real de los ciudadanos ve cómo cada vez puede afrontar sus gastos con menor amplitud»
Nos enfrentamos, así, a un crecimiento de composición insana, basado en el gasto público y la acumulación de población, con una cada vez mayor desaceleración del sector exterior, que comienza a flaquear ante la pérdida de renta disponible de nuestros principales socios comerciales y mercados emisores de turistas. Adicionalmente, nos mantenemos por encima del 10% en cuanto a la tasa de desempleo
Es el empobrecimiento de la población, cuya economía pende de un hilo que, si se rompe, en forma de pérdida del puesto de trabajo, no va a poder afrontar sus compromisos de pago, pues los ahorros los ha gastado ya para combatir la inflación, sin generar nueva capacidad excedentaria de recursos.
Somos más pobres. Ese será el triste legado económico de Sánchez: las revisiones hacia arriba del PIB no pagan facturas; la economía real de los ciudadanos ve cómo cada vez puede afrontar sus gastos con menor amplitud, porque su poder de compra ha caído, porque se han empobrecido, y eso no hay nadie que pueda esconderlo; simplemente, basta con observar la vida cotidiana de los ciudadanos en el supermercado, donde es más palpable.