The Objective
Tadeu

Mamdani el Multiculti

«Es la prueba de que en Estados Unidos al populismo de Trump sólo lo puede derrotar el populismo de izquierdas…»

Opinión
Mamdani el Multiculti

Alejandra Svriz

Zohran Mamdani será, a partir de enero de 2026, el primer alcalde musulmán de Nueva York. Una hazaña histórica, dicen, aunque convendría añadir: histórica también por el nivel de cinismo alcanzado. Hijo del académico Mahmud Mamdani y de la cineasta Mira Nair, nacido en Uganda y criado entre Sudáfrica y Estados Unidos, el joven Zohran pertenece a esa especie emergente del progresismo ilustrado: el fanático con posgrado. Wokismo caviar.

Su carrera política —como independiente en esta lección pero bendecida por el ala llamada socialista del Partido Demócrata— lleva la marca de la casa y del radical Sanders: consignas incendiarias, victimismo moral y un antisionismo que ni disimula. En la universidad ya fundó una filial de los «Estudiantes por la Justicia en Palestina», grupo cuya justicia empieza y acaba en la desaparición de Israel. En campaña se fotografió con Siraj Wahhaj, un imam radical vinculado al atentado de 1993 contra el World Trade Center, y tras el 7 de octubre se mostró «consternado por las víctimas de ambos lados». Ambas. Todavía no las había.

Su padre, Mahmud, milita en el «Tribunal de Gaza», junto a un miembro de Hamás, desde donde acusa a Israel de genocidio. Zohran, como buen heredero, repite el libreto: «Intifada global», «Del río al mar»… Promueve leyes para castigar la financiación de instituciones israelíes y promete arrestar a Netanyahu si pisa Nueva York. Estados Unidos no es miembro del Tribunal de la Haya. Un alcalde no se ocupa de política exterior.

El caso Mamdani no trata de religión ni de diversidad, sino de impostura moral. En nombre de la paz, justifica a los asesinos; en nombre de la democracia, idolatra a los teócratas. La ironía final es perfecta: el año que viene, un discípulo ideológico de quienes volaron las Torres presidirá el acto conmemorativo del atentado. Occidente, siempre generoso con sus verdugos.

Lo que confirma la victoria no es el triunfo de la multiculturalidad de la ciudad más importante del planeta, sino la prueba de que en Estados Unidos al populismo de Trump solo lo puede derrotar le populismo de izquierdas. La democracia liberal está en plena decadencia, cierto es, después de unos años gloriosos en los que la alternancia suave entre socialdemócratas y conservadores consolidaron el estado de derecho y de bienestar. Hoy la democracia corre el riesgo de pasar del gobierno de las mayorías al gobierno de las minorías coaligadas.

Coda 1) El exiliado. Poco a poco, al ritmo de las traducciones, se van conociendo las memorias del rey viejo, del rey padre, como le gustaría que se le llamara, publicadas ya en Francia, en el idioma en el que fueron escritas. Dice la coautora, aunque no consta como tal, que fue decisivo el que no las escribiese con un periodista español. Y además, porque «la lengua materna del rey es el francés» [sic] (novedad absoluta: bastante incomprensible que lo hablara con sus padres, tampoco vivió en Francia, si bien algunos años en Suiza). El libro ya está provocando reacciones en España, no especialmente amables (el ministro de (in)cultura Ernest Urtasun las califica sin tapujos de «repugnantes»), y lo que les rondarán, morenas.

De lo leído hasta ahora se desprende una «defensa y últimos días» del monarca, a modo de testamento personal y generacional, pues ningún español mayor de edad es ajeno a algún aspecto de la vida pública o privada del rey viejo. Sus memorias son nuestra memoria.

Afirma la coautora que el rey quiere reivindicarse y reivindicar la Transición, su mejor legado. Y que también serían una suerte de disculpas por su inadecuada vida sentimental y privada. Habla, por lo visto, más de mujeres, que de dineros. Por la cuenta que le trae, conociendo bien como lo conoce al pueblo español.

Entre las mayores novedades figura una suerte de elogio a Franco, algo absolutamente disruptivo, con lo fácil que le habría resultado soslayar el tema, o, incluso tomar el atajo: de la ley a la ley. Pero no. Elogia su carácter, no parece condenar sus actos (y en 1948, cuando lo conoció, sus actos eran especialmente sangrientos), y da a entender que su designación como «sucesor a título de rey» se hizo porque, mediante ello, el dictador preveía (o hasta deseaba) una transición de la dictadura a la democracia. Lo cierto es que así fue, mal les pese a los pesarosos. Franco no tenía ninguna obligación de reinstaurar la monarquía, a la que nunca juró fidelidad (sí a la República), y era plausible para él que esa institución, y más con un Don Juan vivo, abiertamente antifranquista y favorable a la oposición democrática, caminase por la senda de la democratización. (Ilegalizar a la Fundación Franco, entidad fundamentalmente historiográfica, no ayudará a despejar el misterio). Otra cosa sería condenar a sus miembros apologetas cuando ejerzan.

Volviendo a las memorias: en una democracia, la libertad de expresión es sagrada, y por mucho que hay algo desleal en reprochar a su hijo en ejercicio cosas a las que no podrá replicar públicamente, Juan Carlos ha seguido haciendo en este libro lo que siempre ha hecho: lo que le ha dado la real gana. Su servicio político al país es innegable, y hubo un tiempo en que una España que, más que monárquica era juancarlista, de haberse proclamado la República ( una golpista y militar, por ejemplo después del golpe de estado del 23-F), el rey podría haber protagonizado con éxito una simeonada a la búlgara, y acabar siendo presidente de la Tercera República Española.

Que en el acto oficial del 50º aniversario de la coronación y final de la dictadura se imponga el Toisón de Oro a Felipe González (el señor X de los Gal, y por qué no al hermano de su hermano Alfonso Guerra, o el todavía presunto inocente Jordi Pujol), y a los dos padres de la Constitución, Roca Junyent y Herrero de Miñón, y no esté el emérito presente, y hasta que no sea él quien los entregue, es una ofensa al pueblo español, que en su gran mayoría votó por la Constitución que legitimaba a Juan Carlos (y ya no Franco). 

También se le impondrá a la reina Sofía (a la que se pudo entregar desde el 10 de enero, pero no se hizo) en un más que evidente deseo de agravio comparativo y para rehumillar a su marido.

Juan Carlos ha sido invitado el día siguiente a un almuerzo «estrictamente familiar y totalmente privado» en el Palacio de El Pardo. ¡En el Pardo! Confiemos en que decline tal deshonor.

Aquí va la lista de los anteriormente toisonados: (Se agradece que todos sean demócratas, incluso el primero, avant la lettre, y no se haya concedido nunca a monarcas de dictaduras, como bien pudo haber la tentación en algún momento de idilio…).

  • Leonor de Borbón (2015)
  • Enrique Iglesias García (2014) (Exministro de exteriores de Uruguay)
  • Nicolas Sarkozy (2011) (Se le ha retirado la Legión de Honor en Francia, por sus condenas por corrupción: sigue en la cárcel, presuntamente inocente del delito que lo tiene allí detenido)
  • Víctor García de la Concha (2010)
  • Javier Solana de Madariaga (2010)
  • Enrique de Luxemburgo (2007)
  • Simeón II de Bulgaria (2004)
  • Harald V de Noruega (1995)
  • Alberto II de Bélgica (1994)
  • Margarita II de Dinamarca (1985)
  • Beatriz de los Países Bajos (1985)
  • Akihito de Japón (1985)
  • Carlos XVI Gustavo de Suecia (1983)
  • Felipe VI (1981)
  • Juan Carlos I (1941), otorgado por Don Juan en el exilio.

Nota (Molto) Bene. Lástima que los derechos de autor no haya decidido el rey donarlos a alguna asociación, por ejemplo, de víctimas del terrorismo, héroes tanto o más que él de la Democracia, y tan dejados de la mano del Estado.

Algunos extractos traducidos del libro:

«El Jefe de la Casa Real y el Jefe de Comunicación me instaron a pedir perdón nada más salir de mi habitación del hospital. Era consciente de que debía presentar disculpas. Tal vez no elegí las palabras adecuadas ni el momento oportuno».

«En aquella caza al hombre me convertí en una presa fácil. Pero esa debilidad es la de un hombre. Nunca interfirió por mis preocupaciones como Rey por mi país».

«Echo de menos los desfiles militares. No sólo porque fui Jefe de las Fuerzas Armadas, sino porque me formé en su seno durante cuatro años. Amo ese entorno, entiendo a los militares, sus esfuerzos, sus preocupaciones. Fui uno de ellos». [No parece que los entendiera durante el ruido de sables anterior al 23-F].

«Sé que el panteón de los reyes de El Escorial está lleno. Hay espacio para construir otro. ¿Qué decidirá el Gobierno? Todo está en sus manos. Es una cuestión de presupuesto y de voluntad. Actualmente, me parece que nada está decidido ni organizado». [Es improbable que no lo esté. Y no sólo por razones de edad. Lo que está claro es que ni se dan los presupuestos ni hay presupuesto].

«Estoy resignado, herido por un sentimiento de abandono. No puedo contener la emoción cuando pienso en algunos miembros de mi familia para quienes ya no cuento, y sobre todo en España, que tanto echo de menos».

No hay Shakespeare que le escriba.

Coda 2) Mazonada. Debió dimitir hace un año, con la hombría de bien que se le supone. Nunca ahora cuando se le cuestiona la hombría de bien que, seguramente, tiene. Dimitir sin que dimitan los otros corresponsables de una, a todas luces, mala gestión, antes, durante y después de la catástrofe, es blanquear a los que comparten la misma (ir)responsabilidad.

Lo que tampoco es aceptable es que, por miedo al veredicto de las urnas, se haya optado por un pasteleo con Vox para nombrar a un sucesor transitorio; y, además, es del género bobo: Vox es el principal rival del PP en España. No le interesa que un gobierno del PP con Vox en Valencia tenga éxito. Y si de lo que se trata es de que gobierne el PP a merced de la corriente de Vox, el género bobo se multiplica por dos.

Solo las elecciones en la Comunidad Valenciana (y con Francisco Camps en algún lugar destacado) limpiarán el panorama, arrastrando al mar el barro de los efectos de la dana. (Porque cuando solo se seca el barro, contrariamente a lo que cree Sánchez, no aflora la verdad, sino que crea una costra difícilmente desenquistable).

Coda 3) El imputado disfrazado. Álvaro García Ortiz, fiscal (imputado) general del Estado, jaleado y aplaudido, en la propia sede de la Fiscalía, en un receso del juicio al que asiste el reo disfrazado y empuñetado. La doble escenificación es ubuesca. Aplaudir a un imputado por parte de fiscales es algo insólito y una merma evidente de la confianza del personal en la Justicia. Y ver al imputado dictando la estrategia de defensa a la fiscalía y a la abogacía del Estado, una perversión del Estado de derecho.

Si es condenado sin inhabilitación de ostentar cargo público, a nadie le sorprenderá que siga fungiendo desde su cargo como la voz de su amo de Pedro Picapiedra y seguirás.

Pero más dantesco todavía es ver cómo el Cuarto Poder, encarnado en algunos periodistas, intentan salvarle el cuello, pretendiendo que no hubo filtración del fiscal general sino que ya lo sabían ellos de otras fuentes, que, naturalmente, no piensan desvelar. Cuando el periodista que no merece serlo alegó tener un «dilema moral» sobre si desvelar o no la fuente, por la condición de inocente del Fiscal, no cumplía con su obligación de proteger una fuente que quiere ser protegida, sino con su voluntad de no revelar una fuente que condenaría a García Ortiz.

Coda 4) Junt(o)s para siempre. Por mucho que los correveidiles aseguren que Junts, aterrorizado por la hemorragia que no cesa de votos en favor de Aliança Catalana (igual de independentista, racista y antiespañola, pero mucho menos hipócrita; hasta le gustaría teñir de blanco a la Moreneta) ha roto esta vez «de verdad» con Sánchez, y que buscan una especie de entente con Feijóo, aunque sea por pasiva, para un cambio de Gobierno, el sentido común indica que no es así. Primero porque ya han anunciado que nunca apoyarían una moción de censura, siquiera instrumental (sea cual sea el instrumentista). Segundo, porque saben que un gobierno de Feijóo sólo es posible con Abascal dentro (o en plan indio fuera de la tienda meando hacia dentro), y que ello equivale a que se corte el grifo de beneficios indebidos a Cataluña, el mantra en que se basa el fondo de comercio postconvergente. Estaría Vox, que pretende ilegalizar a partidos como Junts. Y Junts al que le gustaría ilegalizar a Vox. La democracia española, al no ser militante, jamás lo hará. ¡Hasta la Falange tiene partidos que concurren a las elecciones! Es la grandeza y la flojeza de algunas democracias: tolerar a los que quieren acabar con ella, ya sea por la urnas, o por las suras, o por las tundas (los antifascistas-fascistas del Campus de la Universidad Pamplona que golpearon gravemente al periodista de El Español José Ismael Martínez siguen sin haber sido detenidos). 

El futuro electoral autonómico del PP en 2026 se presenta bastante rosado. Las dudas surgen cuando se reclaman, profilácticamente, unas generales anticipadas, que dependen únicamente de Sánchez, y al mismo tiempo Feijóo teme que se pueda repetir la amarga victoria de julio de 2023. Con Sánchez nunca se puede estar seguro de nada. Se rumorea que podría intentar armar un frente republicano a la francesa, tipo «todos contra la ultra-y-derecha», para exprimir los restos de la ley d’Hondt, y conseguir un segundo Frankenstein.

Coda 5) Comitis. En Lo País, el mono gramático de Grijelmo se explaya sobre lo mal que pone las comas el juez Peinado, para desacreditarlo. Aquí su artículo bobo en Bobelia. Es cierto que el juez está en la línea de mala escritura que caracteriza en general a la judicatura española, pero no más que otros. Este estilo pedregoso, en el límite de lo inteligible muchas veces (como la jerga de los médicos y su mala letra en informes y recetas), es sin duda una lacra del sistema, que vulnera principios elementales del ciudadano justiciable.

Pero de ahí a pretender que por su comitis aguda Peinado está instruyendo mal, es como asegurar que tu dentista te va a hacer un estropicio al arrancarte la muela del juicio porque se ha olvidado de algún acento en la receta de los antinflamatorios. A todo el mundo le gustaría que su médico no cometiese faltas de ortografía, pero las toleraría si ese médico es el mejor que le podría tocar.

Las erratas y errores en la prensa española son legión, y Lo País no se libra de la quema, Grijelmo.

Coda 6) Cervantes de las Dos Españas. El premio Cervantes de este año al mexicano Gonzalo Celorio es un acierto. El hispano mexicano Ricardo Cayuela lo explica con primor aquí. El premio a Celorio ha sido la mejor réplica a la obsecuencia del ministro Albares a la presidenta mexicana Claudia Sheinbaum, que no se comentó con eso y sigue exigiendo de España más mea culpas por lo mal que lo hizo durante la Conquista.

España no fue siempre ejemplar en la Conquista, pero se comportó mucho mejor que otras potencias en las mismas épocas respecto a otras colonias. Pero lo que sí es, es un pésimo postcolonizador: lo que va a ocurrir con el Sáhara constituye el peor ejemplo de cómo se puede maltratar a quien estuvo bajo el paraguas de España. No es realpolitik sino real infamia. Sánchez y su giro estratégico sin duda ha pavimentado la vía francesa, secundada por Trump y ahora la ONU para la anexión por parte de la dictadura marroquí.

Coda 7) Escolanía de Rosalía. Al nacionalismo catalán lo peor que le puede pasar es que las figuras más señeras de Cataluña no sean independentistas. Que el disco de Rosalía lleve algunas letras en castellano era un mal menor, pero que las gargantas fueran de los coros infantiles y juveniles del Monasterio de Montserrat un pecado de lesa patria. Rosalía es hoy la voz de los sinvoz en Cataluña.

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