Apagar Almaraz: cuando la ideología pesa más que la razón
«Al Gobierno no le importa el riesgo de un nuevo apagón y sigue adelante con su plan de acabar con una de las fuentes de energía más seguras y baratas»

Central nuclear de Almaraz.
El debate sobre el apagón nuclear no es algo nuevo; en los años ochenta el movimiento antinuclear en España y la paralización de proyectos se basaron en el riesgo de accidentes, los riesgos de residuos radiactivos y la preocupación medioambiental. Los extremeños lo sabemos bien, porque con la llegada de los socialistas al Gobierno de España, en 1982, se paralizó, entre otras, la central de Valdecaballeros, en Badajoz. Recuerdo como en esos años, los ochenta, lo progre era oponerse a la OTAN, con frases simples como «OTAN no, bases fuera», o sobre las nucleares «Energía nuclear: no gracias», con ese solecito rojo sonriente en un fondo amarillo dentro de un círculo que lucían en sus camisetas.
No sorprende, por tanto, que ahora que la izquierda controla el Gobierno la oposición a la energía nuclear sea sólida, aunque no sea más que una oposición ideológica, de ahí que cuando las empresas propietarias de Almaraz han pedido la prórroga de la vida de la central, el Gobierno se vea obligado a sacar un nuevo as de la manga: la seguridad.
Al Gobierno no le importa el riesgo de un nuevo apagón como el que sufrimos el pasado 28 de abril, que dejó sin electricidad a millones de españoles y del que sigue sin dar una respuesta clara sobre su causa. Al contrario, sigue adelante con su plan de acabar con una de las fuentes de energía más seguras y baratas que tenemos en España, siendo su primera víctima la central de Almaraz, que produce más del 7% de la energía en nuestro país y sin emisiones de CO2 durante su funcionamiento.
Lo nuclear del asunto es que en todo el mundo ya son 139 los reactores que han obtenido autorización para operar hasta los 60 años, y en nueve casos, incluso hasta los 80, entre ellos la gemela de Almaraz situada en Virginia (EEUU). Precisamente, si reactores idénticos siguen operando, ya que son seguros, Almaraz reconocida como la central nuclear más segura de España, debería hacerlo de la misma manera.
En Europa, Finlandia ha aprobado una operación hasta los 70 años para uno de sus reactores, Francia considera extender algunos de los suyos hasta los 80 y tanto Suiza como Suecia ya avanzan en el mismo camino.
«El Gobierno de España debería explicar por qué lo que es bueno para Cataluña no lo es para Extremadura»
Mientras se celebra la Cumbre del Clima en Belém (Brasil), Pedro Sánchez participa sin que aún se conozcan detalles concretos de su propuesta. En este encuentro se tratará el acuerdo europeo para reducir las emisiones un 90% de aquí a 2040, sin embargo, el enfoque de Sánchez parece contradecir este objetivo: cierre de nucleares, más carga impositiva y una ecotasa sobre la aviación, especialmente para la clase business, una medida más simbólica que eficaz, y muy del gusto de la progresía.
Las condiciones del cierre pactado en 2019 de las centrales nucleares en España, por Teresa Ribera, la ministra reconvertida en Comisaria y vicepresidenta de la Comisión Europea, no son las mismas. Las fotovoltaicas y las eólicas no sostienen, per se, el sistema. La energía nuclear, que no sólo es segura, sino también limpia, es clave. La vicepresidenta Ribera, como firmante de la defunción de las nucleares en España, debería explicar, por qué ha autorizado ayudas —que llegan ni más ni menos que a los casi 32.000 millones de euros— para ampliar en Bélgica la vida de las nucleares, mientas que en su propio país las cierra. Pero, sobre todo, el Gobierno de España debería explicar por qué lo que es bueno para Cataluña no lo es para Extremadura.
Los extremeños no guardan silencio, y aunque la única política que defiende Almaraz sea María Guardiola —que ha propiciado con su anuncio de rebaja fiscal que las empresas decidan seguir adelante— no está sola. La sociedad civil se ha levantado, y está con ella en la lucha junto con los alcaldes de todos los municipios afectados, los cuales crearon la Plataforma Sí a Almaraz, Sí al futuro, que ha contado siempre con el respaldo de la presidenta. Y digo sola, porque a los votos en contra de los socialistas en el Congreso, se ha sumado Vox, votando en el Senado no al cambio de calendario de cierre de Almaraz. Un mazazo para toda una comarca que quedaría devastada de materializarse esta decisión.
También el Parlamento Europeo está en alerta con este cierre. La Comisión de Peticiones del Parlamento Europeo visitará Almaraz con una delegación de eurodiputados de varios países para determinar las consecuencias de esta decisión y sus efectos en los objetivos comunes de la Unión.
Es hora de que nos demos cuenta de que cerrar Almaraz no solo significaría apagar una fuente esencial de energía limpia y estable, sino también asfixiar a una región que depende de ella para su futuro. La cuestión, por tanto, es ¿puede España permitirse perder sus centrales nucleares únicamente por un mantra ideológico?