Europa debe liderar el debate sobre la soberanía digital
«Una de las razones que facilitan los ciberataques y que complican la lucha contra ellos es la complejidad de los sistemas de programación y la falta de transparencia»

Ilustración de Alejandra Svriz.
Este artículo lo firman conjuntamente el senador del PSOE Juan Lobato y Daniel Izquierdo, CEO de Bitergia.
Hoy en día vivimos en una sociedad digital donde la mayor parte de nuestras interacciones se realizan a través de plataformas y dispositivos como el teléfono móvil. Todos ellos gestionan tus datos personales, de salud o financieros de manera transparente, pero sin que nosotros, los usuarios, conozcamos abiertamente dónde se guardan, cómo se gestionan y quién tiene acceso a ellos. En muchas de estas plataformas ni siquiera sabemos qué empresas o individuos están detrás. Ni cuál es su interés o intención final.
El pasado 29 de octubre se celebró en el Círculo de Bellas Artes de Madrid el Digital Resilience Forum. Un encuentro internacional con el objetivo de profundizar en este debate y hacer pedagogía, conectando nuestras sociedades digitales con la tecnología y el software en particular. En dicho evento participaron varios gobiernos como el de Irlanda, Alemania, Holanda y representantes de gobiernos locales y regionales de España, además de entidades supranacionales como la unidad de tecnologías emergentes de las Naciones Unidas. En este foro se analizó la importancia de la Resiliencia Digital y la independencia o autonomía tecnológica. Y se pusieron en marcha canales y conexiones para colaborar en el futuro.
Para afrontar con seriedad un campo tan complejo, hay que partir de la observación de que más del 80% del código de cualquier aplicación moderna es software libre, incluyendo aquellos que integran los sistemas de las grandes compañías. Esto es, software que se desarrolla en colaboración, en abierto y que se puede usar de forma totalmente libre. Este gran avance en términos de colaboración, libertad y mejora de la competitividad no puede hacer olvidar el mayor esfuerzo de transparencia y participación que esto exige.
Nos encontramos en un momento en el que nuestras sociedades ya son totalmente digitales. La dependencia de terceros a nivel de tecnología es cada vez mayor. Mientras que la capacidad de decisión de las personas, las empresas y los Estados es cada vez menor. En algunos ámbitos se llega a hablar de colonialismo digital.
Esta nueva realidad se puede comprobar en el último análisis de Eurostack. Nuestra dependencia de terceros es altísima en varios campos. En primer lugar, en los servicios en la nube, que es donde se gestionan los datos personales de cualquiera de nosotros. Pero también en materia de inteligencia artificial, con la exposición de cantidad de datos y con los sesgos que incluye su «consejo». Porque el software evidentemente tiene sesgos, que pueden haber sido añadidos de forma involuntaria o intencionada.
El objetivo tiene que ser recuperar el control del software que rige nuestro día a día. De nuevo, si analizamos Eurostack, observaremos que solo Estados Unidos y China están preparados para ser realmente independientes llegado el momento, con lo que su capacidad de decisión y de afrontar cambios es mayor a la del resto.
Como consecuencia de esta dependencia tecnológica se ha producido una reacción legislativa en Europa en servicios digitales. Ahora el reto es definir cuál es el papel de Europa y si se aspira a asumir un determinado liderazgo en esta materia.
«El 80% del código, incluido el de los productos de las grandes compañías tecnológicas, es ‘software’ libre»
¿Existen las condiciones en Europa para ejercer ese liderazgo? Parece que la capacidad económica, política, industrial y el talento que tenemos es más que suficiente para tener una posición ambiciosa en materia de autonomía y soberanía digital propia. Pues pongámonos a ello.
Un campo importante por el que comenzar sería el relacionado con la Defensa Nacional y el resto de los ámbitos críticos para un Estado. Un paso lógico posterior sería continuar con todo lo relacionado con los programas de gestión de las administraciones públicas, que trabajan con cantidad de datos de millones de ciudadanos.
Un modelo seguro y de éxito en la gestión de esta materia debe basarse en la transparencia. Se trata de que los algoritmos tengan visibilidad y se pueda conocer qué deciden, qué se desarrolla, quién lo desarrolla y cuándo se ha desarrollado. Y, por supuesto, que se garantice la capacidad de participar en ese proceso, pudiendo mejorar y modificar dichos algoritmos. Las metodologías de desarrollo de software libre, el modo de funcionamiento de sus comunidades, y las fundaciones que gestionan como punto neutral de trabajo este software es de los pocos lugares a nivel global donde esto podría llevarse a cabo. Es decir, el software libre es capaz de ofrecer un espacio de innovación, que permite independencia tecnológica, pero que además ofrece la posibilidad de seguir colaborando con otras empresas y Estados.
Es muy llamativo el contraste que hay entre componentes físicos y software. De los componentes físicos de un avión de guerra o de un tanque se deben detallar todos sus datos y estar siempre a disposición. Sin embargo, no pasa lo mismo con todas las líneas de programación del código de software que utilizan.
Es evidente que el problema de los ciberataques cada vez es mayor. Y que, particularmente, cada vez es más frecuente sufrirlos en los sistemas que gestionan las administraciones públicas o grandes empresas que prestan servicios a gran cantidad de personas.
Una de las razones que facilitan estos ciberataques y que complican la lucha contra ellos es precisamente la alta complejidad de los sistemas de programación y la falta de transparencia en su composición. No cometamos el error de mirar hacia el software libre como responsable de este problema. Al revés. Recordemos el dato: el 80% del código, incluido el de los productos de las grandes compañías tecnológicas, es software libre.
La incorporación del software libre a las aplicaciones modernas está siendo especialmente positiva. Áreas como la inteligencia artificial, la nube o la criptografía son ejemplos de la relevancia que tiene la aportación del software libre. Otras industrias tienen aún mucho camino por delante en esta materia. Y un gran potencial.
Esta incorporación del software libre tiene importantes ventajas y también sus inconvenientes. La principal ventaja en materia de soberanía digital es conocida: el desarrollo se hace completamente en abierto. Esto supone que cualquier administración pública, empresa o entidad puede conocer quién está detrás de ese software. Se puede saber qué porcentaje del código se ha llevado a cabo por empresas estadounidenses, europeas, chinas, o japonesas. Es decir, permite conocer qué dependencia tecnológica tiene un Estado de desarrolladores extranjeros. Y permite, además, conocer y analizar qué supondría no utilizar dicho software y dejar de colaborar de esa manera.
«El ‘software’ libre permite aplanar la curva del coste de innovación y utilización de tecnología»
Otro de los objetivos del uso del software libre tiene que ver con la posibilidad de analizar la vulnerabilidad del código, para dotar de mayor seguridad a todos los elementos digitales del sistema.
Hace décadas que el software libre ofrece software de calidad y va ganando protagonismo en el sector industrial. Insistimos en que, sin el software libre, la mayor parte de los servicios de cualquier gran empresa, incluidos los grandes proveedores americanos, simplemente no existirían o serían mucho más caros. El software libre permite aplanar la curva del coste de innovación y utilización de tecnología.
Pero no se debe cometer el error de no tener una estrategia elaborada y clara para la incorporación y la utilización progresiva del software libre. La ventaja que supone tenerlo a disposición y poder modificarlo y reutilizarlo no debe cegar la necesidad de plantear su uso con inteligencia.
Ser inteligentes consiste en regular la exigencia a los proveedores de que incorporen un análisis pormenorizado de su cadena de producción digital y que los proyectos que utilizan estén mantenidos, actualizados y con una gestión de riesgos adecuada. La razón es de nuevo la misma: la mayor parte de la cadena de dependencias digitales es software libre.
Una de las importantes conclusiones de todo este análisis que se llevó a cabo en el Digital Resilience Forum es la necesidad de que las administraciones públicas exijan rigor y transparencia completa a sus proveedores. Europa se encuentra en posición de poder impulsar la combinación de transparencia y colaboración, para garantizar la independencia y la capacidad de decisión de los países. Bienvenidos al debate sobre la soberanía digital.
Juan Lobato es senador por el PSOE y técnico de Hacienda del Estado.
Daniel Izquierdo es CEO en Bitergia y organizador del Digital Resilience Forum.