¿Peramato o Permanganato?
«Irene y sus podemitas han resuelto la contradicción del ‘sólo sí es sí’ culpando a los jueces de aplicar mal la ley. ¿Piensa lo mismo Teresa Peramato?»

Teresa Peramato en una entrevista en noviembre de 2023. | Alejandro Martínez Vélez (EP)
Tal como estaba previsto, la sustituta de Álvaro García Ortiz fue señalada para el cargo en el Consejo de Ministros del pasado martes. No había circulado su nombre en las quinielas que incluían a los desechos de tienta más evidentes de la judicatura. Uno remató su quiniela proponiendo a Baltasar Garzón, aunque tuviese el inconveniente de su condición masculina, pero las ventajas de ser un prevaricador experto, de haber sido condenado por el Tribunal Supremo y de haber cumplido ya su pena. Suponía uno que a la siguiente ocasión le harían rebaja. Pero en la España sanchista no se pueden gastar bromas; siempre hay algún memo que argumenta lo mismo en serio.
Pongamos que hablo de Máximo Pradera, el chico que le salió regulín a Javier Pradera, que se pensara lo que se pensara de él era un tipo listo. Él dirigió la colección de bolsillo de Alianza Editorial a la que mi generación debe una parte sustancial de nuestra formación intelectual. Pues el hijo de Javier Pradera, nieto de dos abuelos fusilados por el bando franquista (aunque uno de ellos se les escapó vivo) y un bisabuelo que sufrió idéntico lance, aunque con peor fortuna, hacía su propuesta para sustituir a Álvaro García Ortiz en la Fiscalía General: «Contra la derecha golpista, los Cañones de Navarone. Baltasar Garzón para FGE. Y que se estrene contra la plana mayor de la Fundación Francisco Franco».
Y la sustituta va a ser Teresa Peramato, una mujer que pertenece a la Unión Progresista de Fiscales y que ha dedicado buena parte de su actividad profesional a combatir la violencia de género. Su nombramiento ha sido aprobado por unanimidad del Consejo General del Poder Judicial, ya tenemos aquí un primer dato positivo. Es preciso recordar que su antecesor fue declarado inidóneo por el mismo Consejo. Peramato ha sido recibida con satisfacción por la asociación en la que militaba, la UPF y con reservas por parte de las otras dos: la Asociación de Fiscales y la Asociación Profesiones Independiente de Fiscales.
¿Peramato o Permanganato, que es desinfectante? El cómico Pedro Ruiz definía el proceso de sustitución con bastante acierto: «Teresa Peramato llega a la fiscalía con una senda oscurecida que limpiar. Procede desearle tino, suerte, ejemplaridad y comprensión. Le hace falta». Y voluntad, también le va a hacer falta voluntad, que es lo que la AF y la APIF no le atribuyen con alguna razón al considerarla una continuadora de los dos fiscales generales precedentes. Hay algún hecho más que arroja sombras su figura y que ponen en tela de juicio la confianza de su Asociación en «una fiscal de acreditada solvencia técnica y una trayectoria marcada por el rigor profesional, el sentido institucional y la defensa de los derechos fundamentales».
Mucha confianza parece para unos precedentes como los que conocemos: su aval casi entusiasta a la ley solo sí es sí, el engendro jurídico de Irene Montero. No hace falta examinar su articulado sino sus efectos: la rebaja de la pena a 1.200 violadores y la excarcelación de 126. No parece que sea una contribución legal efectiva a la seguridad de las mujeres. Irene y sus podemitas, las chicas de la tarta, han resuelto la contradicción culpando a los jueces de aplicar mal la ley para beneficiar a los agresores sexuales. ¿Piensa lo mismo Teresa Peramato? La posibilidad de que la respuesta sea afirmativa resulta bastante inquietante.
Otro asunto que provoca desazón es que ella se manifestó en su día partidaria del indulto a Juana Rivas, la secuestradora de sus propios hijos para hurtárselos a su padre, acusándolo para ello de ser un padre maltratador en línea con todas las que con su párvulo lenguaje considera la Montero «madres protectoras». Finalmente, no hay dos sin tres, y como prueba del desbarajuste intelectual que cunde por ahí, se ha puesto en su boca que «el silencio o la simple negativa del acusado puede ser un indicio más de culpabilidad», lo cual no es del todo exacto.
Lo que dijo y que cuenta con jurisprudencia del Supremo es que «acumulada prueba de cargo suficiente, puede valorarse el silencio como indicio». Es decir, que el silencio no puede sustituir a las pruebas de cargo. De otra forma, la hija y el yerno de Sabiniano habría cargado la acusación con sus negativas a declarar. Por cierto, don Alvarone también se negó a declarar y condenó al silencio a su teléfono móvil al borrar su contenido. Pero esto ya lo explicará el Supremo en la sentencia.