¿A quién creer? ¡Qué difícil me lo ponen!
«Si el Gobierno no le hace ascos a los votos de Bildu, ¿por qué le parece tan infamante la noticia, o el bulo, de que el señor Sánchez se reunió con Otegi?»

Ilustración de Alejandra Svriz.
Tengo un terrible dilema: ¿a quién creer? ¿Al exministro Ábalos y su ayudante Koldo, que afirman que el presidente Sánchez se reunió, a escondidas, con Arnaldo Otegi, en un caserío de Vizcaya, para ganar su apoyo en la moción de censura que derribó a Rajoy y a él le dio la presidencia del gobierno?
¿O es más creíble el desmentido de Sánchez y de Otegi, que afirman, con máximo aplomo, y casi con virtuosa indignación, que esa reunión no se produjo nunca, que nunca se han visto?
O unos mienten, y los otros dicen la verdad, o viceversa. Ambos bandos (llamémosles «el equipo A» y «el equipo B») no pueden estar en lo cierto. Aquí no cabe la especulación cuántica de Schroedinger, en la que el gato en la caja está, supuestamente, vivo y a la vez muerto.
Tenemos un hecho, o un no hecho, claro y preciso: la reunión se produjo, tal como sostiene el equipo A. O bien la reunión no se produjo, según asegura el Equipo B. Aquí no cabe la cuántica.
Como ambos equipos son taxativos en su versión de los hechos —o de los no hechos— tendremos que recurrir, para orientarnos, a los antecedentes.
«Sánchez tiene unas relaciones… digamos ambiguas con la verdad y la fiabilidad»
Por un lado, tenemos a un par de sujetos sospechosos de mil tropelías, supuestamente engañosos y corruptos, los señores Ábalos y García. Su credibilidad está por debajo de cero.
Por el otro lado tenemos al presidente del Gobierno, el señor Sánchez. Y el señor Otegi, condenado secuestrador y líder de ETA… aunque en su descargo hay que recordar que, según el expresidente Zapatero, es «un hombre de paz».
Sánchez tiene unas relaciones… digamos ambiguas con la verdad y la fiabilidad.
Con gran aplomo aseguró que nunca concedería la amnistía a los golpistas catalanes, con los que luego se alió para acceder al poder, porque, además, eso era inconstitucional, aquí y en Europa. Y dio la amnistía.
Que no pactaría con Podemos porque eso no le dejaría dormir… y formó gobierno con Podemos.
Y que no pactaría con Bildu, y ahí está Navarra y Pamplona y el apoyo de Bildu a su moción de censura.
Prometió traer de Bruselas a Puigdemont para que rindiera cuentas ante la Justicia… y lo que ha hecho es enviar a sus embajadores a acaramelarle. Consiguiéndolo, por cierto, hasta que Puigdemont se ha cansado de promesas incumplidas.
Más recientemente, para explicar por qué no había felicitado a María Corina Machado, líder de la oposición venezolana, por su premio Nobel de la Paz, explicó que no suele felicitar a los premios Nobel de la Paz…
Tardaron un par de horas los tuiteros en publicar sus mensajes de felicitación a los galardonados de los seis últimos años.
En fin, por no recordar tantos otros casos de relaciones, digamos… creativas, improvisadas, del señor presidente con la desnuda verdad.
«Otegi, cinco veces encarcelado, a lo mejor sí que es ‘un hombre de paz’ como dijo Zapatero, pero ¿le comprarías un coche usado?»
En cuanto al señor Arnaldo Otegi, condenado por secuestrar, como jefe de la banda etarra, al industrial Rafael Abaitua, y absuelto por falta de pruebas del secuestro de Javier Rupérez (quien, no obstante, le reconocía como miembro destacado del comando criminal), el señor Arnaldo Otegi, cinco veces encarcelado, a lo mejor sí que es «un hombre de paz» como famosamente dijo Zapatero, pero ¿le comprarías un coche usado? Yo no, desde luego.
De manera que el equipo B —que sostiene, con tonos de casi indignación, que la reunión secreta Sánchez-Otegi no se produjo nunca— no tiene muchos visos de credibilidad.
Pero ¿qué decir, sobre la naturaleza engañosa de los miembros del Equipo A, que no haya sido ya publicado, primero por este periódico y luego por toda la prensa?
¿Cómo creer en lo que digan los señores Koldo García y José Luis Ábalos, que ayer fueron enviados a prisión preventiva por serios indicios de corrupción?
Uno no sabe a quién creer. Uno tiende a creer que la reunión, cuánticamente, sí se produjo y no se produjo.
En cualquier caso, si el Gobierno no le hace ascos a los votos de Bildu, y considera que el señor Otegi es un agente político tan legítimo como cualquier otro, ¿por qué le parece tan infamante la noticia, o el bulo, de que el señor Sánchez se reunió con él, en el mismo caserío adonde peregrinó Zapatero? ¿Por qué lo niega como si se le acusase de una infamia?
Cuando adeudas al prestamista, no puedes permitirte el lujo de despreciarle en público.