The Objective
Daniel Capó

La era de los espejos

«Hoy el fortalecimiento religioso de ciertos grupos puede estar despertando entre algunos jóvenes europeos una renovada filiación cristiana»

Opinión
La era de los espejos

Ilustración de Alejandra Svriz.

Creo que fue Américo Castro quien observó que, a lo largo de la Reconquista, la España cristiana tomó del islam su sentido particular de creencia, de modo que ser español llegó a identificarse —igual que en un juego de espejos— con ser católico; o «creyente», tal como se define a sí mismo el musulmán. Más allá de la posible veracidad histórica de la hipótesis de Castro, me interesa su aportación antropológica, es decir, que haya revelado cómo se construyen, a veces, las ideas y, sobre todo, cómo nos las hacemos nuestras. A menudo de forma especular, imitando, rechazando o enfrentándonos.

Estas últimas semanas y meses, hemos hablado mucho de un retorno a la religión en las envejecidas sociedades postseculares de Occidente. El filósofo Charles Taylor lo intuyó con lucidez en A Secular Age, donde advierte que la modernidad no elimina la necesidad humana de sentido, sino que multiplica sus modos de expresión. La fe, más que un destino inevitable, ha pasado a ser una opción sugestiva para quienes experimentan su fragilidad o su vacío existencial. La pregunta que se plantea es, por tanto, qué lenguaje moral puede sostener una vida interior sin la cual no hay propiamente humanidad —o bien dicha humanidad se encuentra gravemente menoscabada—.

En este contexto, es interesante señalar que el retorno a la religión de los jóvenes no se limita al cristianismo en Europa. Un reciente estudio del IFOP constata la «reislamización» de una parte significativa de la juventud francesa de origen musulmán, por medio de la cual se está empezando a construir un «nosotros». Se podría establecer incluso cierto paralelismo histórico, quizás aún aventurado pero sin duda sugerente, con el proceso que condujo a la formación de la clase obrera europea en el siglo XIX.

Entonces, un grupo social definido por sus carencias económicas articuló su identidad colectiva en torno a unos valores determinados. Hoy, para muchos de estos jóvenes, hijos o nietos de inmigrantes, la religión puede desempeñar ese mismo papel de refugio y, a la vez, de afirmación frente al laicismo dominante de la sociedad occidental. Tales retornos adoptan formas diversas (desde las convicciones espirituales hasta la pertenencia a una nación o a un género), aunque comparten el mismo trasfondo antropológico.

«La afirmación identitaria de unos reaviva, por mímesis, la conciencia dormida de otros»

La experiencia de los musulmanes en Francia puede iluminar nuestro caso. La Europa postsecular vive en un régimen de espejos: la afirmación identitaria de unos reaviva, por mímesis, la conciencia dormida de otros. Del mismo modo que Américo Castro veía en el islam medieval un estímulo para la autocomprensión cristiana (y nacional) de la España naciente, también hoy el fortalecimiento religioso de ciertos grupos puede estar despertando entre algunos jóvenes europeos una renovada filiación cristiana, aunque sea por contraste. La identidad propia se perfila en la diferencia. Me parece lógico, puesto que la personalidad nunca se forja en el vacío sino a través del contacto humano.

La modernidad, nos dice Taylor, sólo resultará plenamente habitable cuando sea capaz de ofrecer horizontes de plenitud. ¿Sucede así? Podemos dudarlo. Ni el capitalismo libertario ni la respuesta antisistema, ni los nacionalismos populistas ni la agresiva retórica woke lo han logrado. Cabe dudar de que las inteligencias artificiales sean capaces de saciar el anhelo de lo sagrado: nunca lo artificial puede colmar lo íntimamente humano. 

Pero ya sea por la intemperie moral en la que vivimos, por un anhelo de plenitud y de sentido —de grandeza, en definitiva—, o por la fuerza mimética del contraste, ninguno de estos retornos (al cristianismo o al islam) puede considerarse una anomalía. La antropología humana es mucho más fuerte y realista que cualquier marco ideológico que se le quiera imponer.  

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