The Objective
Jorge Vilches

La peineta y la moción de censura

«Al tiempo que dicen que Feijóo y su partido son un fraude y que lo mismo es el PP que el PSOE, Vox exige a los populares que presenten una moción de censura»

Opinión
La peineta y la moción de censura

Ilustración de Alejandra Svriz.

Vox es un partido oportunista. Su estrategia es recoger lo que no quieren o dejan los demás. Por eso avanza en los llamados «barrios obreros» y entre los jóvenes y los descontentos de la derecha. Allí donde no llegan el PSOE y el PP, ahí está Abascal para pronunciar un discurso simple con dos ideas muy repetidas: el sanchismo es letal y los populares son una estafa. Si los inmigrantes ilegales son un problema para el orden público, por ejemplo, Vox se presenta como el ejecutor de una política dura que resolverá ipso facto y con justicia dicha cuestión. En este movimiento no se limitan a denunciar el problema y presentar una solución, sino que culpan a sus competidores para que el votante no dude. 

Esta misma táctica básica la usan con la moción de censura a Sánchez. La contradicción es considerable. Al tiempo que dicen que Feijóo y su partido son un fraude, que el bipartidismo «mata» y que lo mismo es el PP que el PSOE, exigen a los populares que presenten una moción de censura para arreglar la situación. 

El propósito de la invitación de Vox es mostrar a un PP cobarde ante el PSOE y sus aliados independentistas. Si Feijóo no presenta la moción parecerá que es un líder débil, incapaz de enfrentarse a la maquinaria sanchista, un hombre sin carisma ni programa más que ser el «PSOE azul». Si, por el contrario, Feijóo la presenta, Abascal dirá que es iniciativa suya porque al PP le falta valor, soltará críticas a los populares y se presentará como la verdadera oposición. Esto servirá para que el sanchismo y sus apoyos denuncien el maridaje entre «la derecha y la extrema derecha» contra «las mujeres, los inmigrantes y la democracia». A esto añadimos otro factor dañino para el PP: la moción solo es posible con una negociación con Junts, el partido independentista del golpe de 2017. Ese acuerdo sería un favor electoral a Vox (y al PSOE). 

Nada gustaría más a la pinza formada por sanchistas y voxistas que una sesión contra Feijóo en el Congreso. De hecho, el ministro Ángel Víctor Torres ha retado al jefe del PP a presentar una moción el mismo día que lo ha hecho Santiago Abascal. A ambos les interesa el ruido. A los sanchistas para que no se oigan sus casos de corrupción ni el desgobierno a pesar del humillante pacto con los independentistas, y a los voxistas para dejar al PP como un partido inane. Cuanto mayor es la bronca, más ganan los populistas, y los dos se mueven en esos parámetros. 

Aun así hay quien dice, incluso dentro del PP, que Feijóo debería presentar una moción por la corrupción, recordando lo que Sánchez hizo en 2018 con Rajoy. Creen que no ganaría, pero que serviría para mostrar a los españoles que existe una alternativa. No creo que nuestros compatriotas no sepan quién es Feijóo y que dirige el partido mayoritario de la oposición. A estas alturas, además, los electores saben que los programas políticos son cambiantes, y que lo que prometa hoy puede no servir dentro de un año. Además, las propuestas a los grandes retos se pueden hacer a través de declaraciones, entrevistas o actos multitudinarios, como el del domingo. No necesita el Congreso. En esta tesitura, presentarse para perder o sobreexponerse sería absurdo. No en vano, Abascal prefiere dosificar sus comparecencias públicas para evitar meter la pata o cansar.

«Abascal tiende una mano a Feijóo, mientras con la otra le dedica una peineta»

En este sentido, algunos apoyan la moción haciendo arqueología y citan la moción de censura de 1980 que presentó el PSOE de Felipe González contra la UCD de Adolfo Suárez. No tiene nada que ver, lo siento. España es otra. La sociedad de entonces tenía más fe en la democracia y en la política. El sistema de partidos y la correlación de fuerzas eran otras. ERC, por ejemplo, tenía en 1980 un solo diputado en el Congreso, y el Partido Socialista de Andalucía dos escaños en el Parlamento catalán. En esos días, ETA mataba como nunca, había ruido de sables, la UCD gobernante era un partido roto, y la conflictividad laboral estaba disparada. 

Los ejemplos posteriores son peores aún. Pablo Iglesias la presentó en 2017 en plan festivo, cuando pisaba los talones al PSOE en las urnas. Nadie se acuerda de aquel esperpento aburrido e inútil. Otro acto patético fue el que protagonizó Vox en 2023 con Ramón Tamames, el viejo comunista, que llegó a declarar que no le gustaba el partido de Abascal. Aquellas dos mociones de censura degradaron la vida parlamentaria, convirtiendo el Congreso en un circo que alimentó la antipolítica. Entre medias, Abascal presentó otra moción, pero no contra Sánchez, sino para enfrentarse a Pablo Casado porque lo veía débil y cuestionado internamente. En aquella sesión vimos las caras complacientes de las izquierdas y de los independentistas, y a un PP harto de insultos provenientes de Vox. 

A pesar de todo, lo más contradictorio es que los voxistas reclaman una moción de censura precisamente a quienes desprecian: el PP. Así, mientras sostienen que la solución pasa por desalojar a Sánchez mediante una votación parlamentaria, no dejan de insultar al único partido que cuenta con los números para hacerlo posible. La escena final resulta propia del populismo: Abascal tiende una mano a Feijóo, mientras con la otra le dedica una peineta.

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