The Objective
Ricardo Dudda

El verdugo es víctima

«El presunto ‘verdugo’ es el que pierde su trabajo y la ‘víctima’ quien lo conserva. No hay autocrítica y el discurso tiene el único objetivo de buscar la impunidad propia»

Opinión
El verdugo es víctima

Ilustración de Alejandra Svriz.

Escribía esta semana el periodista Fidel Moreno en Letras Libres un artículo sobre su despido de Radio Nacional: en un programa cultural, recomendó el libro Esto no existe de Juan Soto Ivars, que analiza las denuncias falsas en la violencia de género. Su intervención fue educada y ponderada, pero su dos interlocutoras se quedaron, en sus palabras, «heladas». Una de ellas, Noor Ammar Lamarty, dijo que era «un debate falso». Su respuesta es deslavazada y confusa, una ensalada de consignas y retórica superficial. Días después de la tertulia, subió un vídeo en Instagram en el que decía que lo que ocurrió no fue una conversación sino «un proceso de luz de gas político y absolutamente machista donde un hombre me vino a explicar el origen del universo». Lo más fascinante de todo es que cualquiera puede ver el debate y comprobar que no tiene nada que ver con eso: al acusar a su interlocutor de hacerle luz de gas, estaba ella haciéndole luz de gas. 

Era un contenido hecho para convencidos. Su estrategia es ya un clásico: apelar a lo estructural para no tener que responder a lo particular. «No me podía creer que por hablar de denuncias falsas Noor me estuviera denunciando falsamente en sus redes», escribe Moreno. «¿Cómo ella, jurista experta en derechos humanos y en feminismo, no se daba cuenta de que estaba banalizando la verdadera violencia de género al presentarse como víctima violentada simplemente porque un hombre le había llevado la contraria? ¿Cómo era capaz de tergiversar el hecho de un simple intercambio de opiniones y elevarlo a la categoría de agresión?» Poco después, Moreno fue despedido. 

Las cartas están marcadas. Los roles están asignados de antemano, y no se pueden nunca invertir. 

El presunto verdugo es el que pierde su trabajo y la víctima quien lo conserva. Es un tipo de psicosis que abunda en el debate público. No hay autocrítica, no hay asunción de responsabilidades y el discurso tiene el único objetivo de buscar la impunidad propia. Como ha escrito Aloma Rodríguez, ¿quién va a rechazar un discurso (o una ideología) que siempre le da la razón? En esta historia, Fidel Moreno es periodista y Noor Ammar Lamarty ejerce un rol inequívocamente político. 

«Ahí está la estrategia central del Gobierno en los últimos años: acusar al adversario de aquello que uno hace»

En el debate público contemporáneo, salvo excepciones, todos somos políticos. El otro día, el expolítico socialista Santos Cerdán acudió a la comisión de investigación del Senado. En ella, lanzó balones fuera. El soldado era una víctima civil. El traficante de favores era un empleado público ejemplar. El testaferro habla de una «persecución propia de la Inquisición». Quizá lo más llamativo fue su referencia al Estado profundo: el rey de las cloacas se declara víctima de las cloacas. Y ahí está la estrategia central del Gobierno en los últimos años: acusar al adversario de aquello que uno hace. Hoy Cerdán es el gran denostado del sanchismo, pero fue hasta hace unos meses uno de los ejecutores más fieles de su filosofía política. Y esa filosofía es muy sencilla, y ha contaminado mortalmente a la izquierda sociológica española.

La izquierda llegó al poder para echar a la derecha corrupta. Cualquier presunta corrupción de la izquierda, por lo tanto, no es corrupción, es otra cosa. Y lo mismo pasa con cualquier defecto. Lo explico más sencillo: ganaron los buenos, ¿cómo van a hacer cosas malas? En su intento por luchar contra la derecha, la izquierda se está cargando a la izquierda. En su intento por luchar contra el machismo, el feminismo se está cargando el feminismo.

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