Amigos, enemigos y compañeros de partido
«El suicidio del PSOE y la relevancia de Vox, ambos distantes en el tratamiento con la Corona, son la prueba de la ruptura del pacto que alumbró nuestras libertades»

Ilustración de Alejandra Svriz.
En el mundo hay amigos, enemigos y compañeros de partido. Quien predicó esta máxima al comienzo de la Transición española fue Pío Cabanillas, ministro de Información en los estertores del franquismo y de Justicia en el Gobierno de Calvo Sotelo tras los sucesos del 23-F. No le faltaba razón a don Pío, y de ello dan muestra a diario los comportamientos de muchos líderes y militantes de nuestras formaciones políticas, al margen las ideologías, habilidades o convicciones éticas. Este es un fenómeno al parecer irremediable en el ejercicio de la democracia, de continuo amenazada por la corrupción del poder, los comportamientos psicopáticos, y en demasiadas ocasiones delictivos, de quienes lo ejercen. Pero el reconocimiento de las miserias con que los gobiernos a menudo castigan a los ciudadanos no impide reconocer que, con todas sus debilidades, imperfecciones y pecados, sigue siendo el régimen menos malo de cuantos ha experimentado hasta el momento la Historia de la humanidad.
Desde hace años, sigo haciéndome esta reflexión cuando contemplo el panorama del mundo que los adultos de mi generación, ya envejecidos, acabaremos legando a nuestros jóvenes si no se corrige el rumbo de los sucesos recientes. La democracia liberal se caracteriza por ser un sistema de gobierno tremendamente inestable, siempre necesitado de defensa y cumplimiento de sus fundamentos esenciales: la dignidad y libertad de la persona humana, la soberanía del pueblo, y el imperio de la ley, cuyo ejercicio garantiza la igualdad de derechos y obligaciones de los ciudadanos. La deriva creciente en la veintena de países que pueden presumir de ser una democracia plena nos obliga a preguntarnos por el futuro del sistema y el nuevo reparto de influencias en un mundo en ebullición.
En lo que respecta a España, a medida que celebramos por etapas los 50 años del fin de la dictadura franquista, el Régimen del 78, en la práctica el único verdaderamente democrático que ha tenido nuestro país en toda su historia, se ve amenazado por el comportamiento venal, oportunista y crecientemente autoritario del Poder Ejecutivo. También por el silencio de muchos de sus electores, militantes, y algunos antiguos dirigentes, temerosos unos, remunerados otros, practicantes los más de una adhesión sentimental al pasado del PSOE, ante lo que comienza a parecer un suicidio programado del partido gobernante.
Felizmente, los principales líderes históricos, como Felipe González o Alfonso Guerra, Cándido Méndez y Nicolás Redondo en la UGT, o César Antonio Molina, Rodríguez Ibarra, y Joaquín Leguina entre otros muchos, han alertado y denunciado con contundencia digna de elogio el desvío de la actual dirección de su partido y la mediocridad de la gestión del Gobierno. Pero para que queden las cosas claras entre quienes mantienen algún tipo de poder en ejercicio, tras el fallecimiento de Lambán, el único capaz de criticar sin tapujos los errores y fracasos del mando, García-Page, ha sido ya convenientemente castigado con el nombramiento ministerial de una hostil compañera de partido, confirmando la advertencia de Pío Cabanillas. La nueva ministra de Educación, como la vaca lechera de la popular cancioncilla, no es una ministra cualquiera, tolón, tolón.
No merece la pena repetir el calvario padecido por Sánchez, que le ha demacrado el rostro y arruinado el uso de la razón, si alguna vez la tuvo. Pero su currículo es impresionante: imputado su hermano, imputada su esposa, condenado su fiscal general, imputados y encarcelados sus dos secretarios de organización y el guardián de sus avales, denunciado por acosador el sucesor de estos, e ignorante él mismo de que sus amigos y colaboradores íntimos pagaban con dinero de nuestros impuestos hasta las putillas que les acompañaban en viajes de Estado. Al menos, su familia política, la de verdad, no la del partido que es siempre fungible, podría haberle explicado cómo funciona el negocio de la carne. Pero todos estos potenciales crímenes, con ser graves y quedando algunos aún en el tintero, no dejan de ser casi cómicos al lado del verdadero problema generado por el sanchismo: la ruptura del pacto constitucional.
«Perdedor de las elecciones, Sánchez no dudó reunir en torno suyo lo más granado de la delincuencia política»
Esa ruptura es el fruto de la ambición personal del jefe de Gobierno, dispuesto a pagar cualquier precio a cambio de permanecer en su sillón de las mentiras. Perdedor de las elecciones, no dudó reunir en torno suyo lo más granado de la delincuencia política. Daba lo mismo que engañaran al fisco, hubieran propiciado un intento de golpe de Estado contra la unidad de la nación, o militado en un movimiento terrorista, que asesinó a cientos de españoles defensores de la democracia, entre ellos varios militantes y dirigentes socialistas.
El resultado de la gestión de Sánchez, apadrinada y guiada en la sombra por un siniestro individuo con cara de bueno, embajador de la tiranía venezolana, es finalmente la ruptura del pacto constitucional sobre el que se basó la devolución de las libertades a nuestro pueblo y el funcionamiento de la democracia. La reconciliación propiciada entonces, entre vencedores y vencidos de la guerra civil, ha derivado con el Gobierno actual en un radical enfrentamiento entre los partidos centrales del sistema que durante medio siglo lograron dar estabilidad al mismo.
Su ruptura de una norma no escrita pero de habitual cumplimiento, como es facilitar el gobierno del partido más votado en función de los intereses generales, fue el prólogo que ilustra las dudas acerca de la legitimidad de ejercicio del actual gabinete, que no es garantizada por la de su origen que nadie discute. Abonan dichas dudas el incumplimiento de presentar Presupuestos generales al Parlamento y el anuncio formal de estar dispuesto a gobernar sin este.
De ello dan prueba la aprobación de un plan de defensa nacional o la cesión de la soberanía del Sáhara occidental a Marruecos sin ningún tipo de debate; los ataques a la independencia del Poder Judicial; la manipulación sectaria y partidista de los medios de comunicación del Estado, singularmente Radio Televisión Española; y el contumaz silencio del presidente sobre el comportamiento presunta y gravemente delictivo de un considerable número de colaboradores suyos. Acerca de ello solo dijo no saber nada y en ningún caso se avergonzó de su culpable ignorancia ni admitió responsabilidad alguna.
«La debacle de la izquierda en las elecciones extremeñas es la consecuencia del deterioro moral de sus dirigentes»
La debacle de la izquierda en general y del PSOE en particular en las elecciones extremeñas es, en gran medida, la consecuencia del deterioro moral de sus dirigentes. Han ocupado las instituciones y convertido la Administración del Estado y de las empresas públicas en su particular cortijo, lo que les permite premiar a los serviles y castigar a los díscolos. El creciente rechazo de las generaciones jóvenes al modelo emanado del Régimen del 78 mucho tiene que ver con el abandono de las clases medias por la izquierda en el Gobierno, al tiempo que aumentaba sus tributos pagados a los nacionalismos lingüísticos, incluidos los más letales y abiertamente racistas.
A cambio, han logrado mantenerse en el poder pese a su incapacidad para que funcionen adecuadamente los trenes y tantas otras cosas como gestionan, o para elaborar una política exterior atenta a los problemas que suscita el nuevo orden mundial y acorde con nuestros intereses nacionales. Para no mentar las tonterías habituales con que un buen puñado de ministros ansiosos de convertirse en influencers nos agreden a diario en las redes. Y hasta Pedro Enamorado nos invita en TikTok a recorrer su palaciego hogar al tiempo que sugiere conocer el sitio que le espera en la Historia: el mismo que el de Isabel Preysler. O lo más cerca posible si la memoria de Boyer lo impide. ¿Acabará el sanchismo mudándose del socialismo a lo Koldo a las fiestas de la gauche caviar?
El suicidio del PSOE y la relevancia de Vox, ambos por lo demás negligentes y distantes en el tratamiento con la Corona, cuyas llamadas a la concordia repetidamente desoyen, son la prueba testifical de la ruptura del pacto que alumbró nuestras libertades. Con su pan se lo coman.