La censura en la Unión Europea
«Que un comisario de la UE amenace con censurar un medio de comunicación, porque cree que desinforma, era una muestra de la resurrección de la censura»

Ilustración de Alejandra Svriz.
El año pasado, en agosto de 2024, publiqué en THE OBJECTIVE un artículo bastante duro para criticar a Thierry Breton, entonces Comisario Europeo de Mercado Interior, Política Industrial, Turismo, Numérico, Audiovisual, y de Defensa y el Espacio. En función de su cargo decidió regular las redes sociales a través del Reglamento de Servicios Digitales (Digital Services Act, DSA).
Lo criticaba por haber escrito una carta a Elon Musk, en la que, con el típico tono de superioridad moral que utilizan los dirigentes de la UE, le amenazaba con intervenir en la difusión de la red X, con la delirante excusa de que era obligación suya luchar contra la desinformación.
Aquella amenazante carta de Breton tenía su origen en el anuncio que había hecho Elon Musk, el dueño de X, de que iba a entrevistar al candidato republicano, Donald Trump, que, a su vez, también lo había anunciado en su cuenta de X, en la que tenía 89 millones de seguidores —hoy ya tiene 108 millones—.
Ese anuncio tenía el valor añadido de ser la reaparición de Trump en esa red, de la que había estado excluido los últimos tres años, hasta que Musk tomó las riendas de la antigua Twitter.
Pues bien, sin cortarse un pelo, Thierry Breton, advertía a Elon Musk que «grandes audiencias implican grandes responsabilidades» y que, como en los países de la Unión Europea viven un tercio de los 300 millones de usuarios de X, a él le correspondía el deber de luchar contra la desinformación.
«Lo que más me escandalizó fue que el señor Breton presumiera de haber anulado las elecciones en Rumanía»
En definitiva, que le amenazaba con la censura en nombre de la DSA (Digital Services Act, Reglamento de Servicios Digitales), aprobada por el Parlamento Europeo a finales de 2022. Los argumentos que utilizó el comisario europeo, con la DSA en la mano, no podían ser más tramposos y confusos. Le decía que esa DSA se había elaborado para proteger eficazmente la libertad de expresión y de información, junto a la libertad y el pluralismo de los medios de comunicación, pero —y en este «pero» está la clave de la trampa de Breton— que hay un deber de «ser moderado», para lo que en la UE había un sistema de reconocer «contenidos problemáticos» y, así, actuar rápidamente para retirar cualquier contenido ilícito o hacer imposible el acceso.
Y lo que más me escandalizó fue que el señor Breton presumiera de haber anulado las elecciones en Rumanía y comprometerse a hacer lo mismo en Alemania si fuera necesario. O sea, que, si algún partido político o un particular no fuera «moderado» y el señor Breton considerase algún «contenido problemático», estaba facultado para actuar rápidamente y retirar cualquier contenido que no fuera para su gusto suficientemente «moderado».
Es decir, que, en la UE, con esa DSA se ha creado un sistema en el que el poder político tiene derecho a censurar todo aquello que a los que lo detentan les parezca inmoderado.
De ahí la respuesta que, inmediatamente, provocó en X, que contestó al comisario diciéndole que su carta era «un intento sin precedentes de extender una ley destinada a aplicarse en Europa a actividades políticas en los Estados Unidos». Y, mucho más importante, el propio Congreso de los Estados Unidos le escribió otra carta para decirle que «en vista de sus recientes amenazas hacia X (…) le escribimos para exigirle que pare todo intento de intimidar a individuos o entidades dedicadas al discurso político en los Estados Unidos y que no lleve a cabo ninguna acción para interferir en el proceso democrático estadounidense».
«La censura es una de las características más evidentes de las dictaduras»
A mí aquella actuación de Thierry Breton me escandalizó absolutamente. Que un comisario de la UE, sin el menor complejo, amenace con censurar un medio de comunicación, porque cree que desinforma, era una muestra de la resurrección de la censura. Y la censura es una de las características más evidentes de las dictaduras. Y, por el contrario, la total libertad de opinión, expresión e información es, quizás, la seña de identidad más importante de las democracias liberales.
Aquella absurda amenaza ha tenido su consecuencia hace unos días, cuando el 23 de diciembre, Thierry Breton, presentado como el principal artesano de las reglamentaciones europeas para censurar las redes sociales, ha sido sancionado por el Gobierno de los Estados Unidos con la prohibición de ir a territorio estadounidense.
Junto a él también han sido sancionados otros dirigentes europeos, en lo que algunos han empezado a calificar como la guerra fría entre Estados Unidos y Europa. Una guerra fría en la que, sin la menor duda, yo estaré siempre en la defensa de la máxima libertad de expresión y contra cualquier tipo de censura.