
Si pasara ya el futuro: en la muerte de Sánchez Ferlosio
Para Ferlosio “instruir, no educar, es justamente lo que hay que hacer: otra batalla perdida que, con él, perdemos todos”

Para Ferlosio “instruir, no educar, es justamente lo que hay que hacer: otra batalla perdida que, con él, perdemos todos”

Jordi Évole ha entrevistado a Francisco, cabeza de la Iglesia Católica. Évole le llama de “usted” y le habla con el mismo respeto y cariño que a Nicolás Maduro. Es una entrevista muy mundana, en la que el Santo Padre le pide al periodista que rece por él, o que al menos le mande “buena onda”. Un deseo muy New Age, por otro lado.

Aunque parezca que ya estamos en campaña –¿alguna vez dejan de estarlo los políticos?–, oficialmente aún no ha arrancado. Con las listas ya cerradas, depuradas, purgadas, los pucherazos descubiertos y resueltos y los fichajes estrella ya descubiertos y estrenándose con patinazos, la campaña electoral para las elecciones generales comenzará el 12 de abril.

En 1969, Max Aub, treinta años después del comienzo de su exilio, volvió a pisar España. Se reencontró entonces con su viejo amigo falangista Luys Santa Marina y, entre el afecto y la cautela, por tantas distancias compartidas, discutieron, entre otras cosas, por El Jarama, de Rafael Sánchez Ferlosio.

Ya puede jurar en arameo que jamás apoyará al PSOE de Pedro Sánchez que Albert Rivera no consigue que le crean. Ni siquiera los suyos.

El populismo, como toda religión de segunda mano, como toda ideología del siglo veintiuno –es decir, mediática, furibunda y desesperada— es un juego de percepciones. Una terapia: “estamos mal, es cierto, pero existe aún la tierra prometida”. ¿Dónde queda esta tierra prometida? Lejos, muy lejos de aquí. Lejos de nuestra realidad irredimible, lejos de nuestra ansiedad individual, lejos también de la sospecha de que como pueblo hemos fracasado y de que como personas aún más. Como decía Eric Hoffner, la tierra prometida de los ideólogos no es un sitio a donde ir. Es una excusa para salir de nosotros mismos. Otro método más de escapismo.

Se diría que Europa es el destino natural de Oriente, la extraña geografía del fin del mundo, el lugar donde se pone el sol para renacer al día siguiente. Václav Havel reflexionó sobre esta imagen en un penetrante discurso ofrecido en el Senado italiano el 4 de abril de 2002.

La nación mexicana no se liberó de la colonización española, sino que surgió de ella

El título de este artículo procede de un poema de Elvira Daudet. El verso en cuestión reza: “Mas no temas, los bárbaros no vienen / ya están aquí, sois vosotros”. Lo descubrí al leer Paraíso imperfecto, la tercera novela de Juan Laborda Barceló, en cuyo frontis figura. No dejé de darle vueltas. Cuando, meses después, leí el gran ensayo de Laborda En guerra con los berberiscos, abrigué la intuición de que estos, los berberiscos, que vivían extramuros de los límites fronterizos del imperio español, representaban el mismo papel que aquellos que en la antigua Roma habrían recibido el nombre de bárbaros.