El antifranquismo ya dura más que el franquismo
José Antonio Montano

El antifranquismo ya dura más que el franquismo

Nuestros antifranquistas de salón son unos personajes la mar de curiosos, porque su dependencia de Franco está atada y bien atada. En realidad, cada uno es un mini Valle de los Caídos unipersonal, en el que Franco está enterrado muy adentro: y de ahí sí que no lo saca ni Sánchez (Dios no digamos).

Las calles limpias
José Carlos Rodríguez

Las calles limpias

La Fiscal General del Estado, a quien llamaríamos “la fiscala” con un lenguaje inclusivo, ha dado su opinión sobre las manchas amarillas en el espacio público: ocupar el espacio público con símbolos gualdos, y retirarlos, son ambos actos amparados por la libertad de expresión. Bien está.

Ficción contra Trump
Aloma Rodríguez

Ficción contra Trump

Una próspera abogada demócrata está en su casa frente al televisor viendo la toma de posesión como presidente de Estados Unidos de Donald Trump. No puede soportarlo y apaga la tele. Como si no verlo fuera a convertirlo en mentira. Así empieza The good fight, de Michelle y Robert King, spin-off de The good wife, protagonizada por Diane Lockhart, la abogada que ve cómo su mundo se tambalea, cómo una estafa millonaria se lleva por delante sus ahorros (y con ellos su plan de jubilación en Europa) y cómo se ve obligada a seguir trabajando. El mundo se ha vuelto loco es una de las frases que más repite a lo largo de la serie. Lockhart se debate entre entregarse también a la locura o tratar de mantenerse estable, al menos en su parcela. Me he enganchado este verano a la serie –desde Juzgado de guardia, que veía de pequeña con mi hermano y mi madre por las noches, me gustan las series de abogados–. Mi madre, mi hermana y yo la llamamos “la serie de las abogadas” porque los personajes mejor construidos y que llevan la carga narrativa son mujeres (y abogadas).

Otro otoño caliente
Juan Milián

Otro otoño caliente

“Il nazionalismo senza solidarietà” tituló en portada La Repubblica cuando, hace un año, el separatismo catalán decidió romper toda relación con la ética y pervertir una manifestación que debía ser un homenaje a las víctimas y una condena al terrorismo yihadista que golpeó en Barcelona y Cambrils.

El Bosco y los Crímenes de Newton
Andrés Miguel Rondón

El Bosco y los Crímenes de Newton

El mundo, para muchos, es un invento newtoniano. Uno que lentamente, armados de artefactos científicos, vamos entendiendo. Separando una tuerca aquí, otra allá. Desbaratándolo poco a poco en nuestros laboratorios. Buscando entrever la matemática desnuda de cada piecita:

La ballena blanca
Daniel Capó

La ballena blanca

Cuenta Herman Melville en Moby Dick que en la caza de las ballenas rige una ley breve y concisa, de apenas dos artículos, que el autor eleva a categoría metafísica. El código ballenero dice así:

En Inglaterra todo es mejor
Joaquín Jesús Sánchez

En Inglaterra todo es mejor

Los españoles sabemos lo que es España porque nos lo dicen los guiris. Esta es una costumbre antiquísima. El Guillermo de Orange nos convenció de que éramos unos mataindios comebrujas y nosotros asentimos. Luego vinieron los franceses a contarnos que éramos exóticos, gente peculiar con bandoleros, patillas anchas y floridas, navajas gigantes, mujeres morenas con mantón sobre los hombros. Nosotros, felices. Ahora, James Rhodes (por el nombre se sabe que no es de Móstoles) dice que somos “guay del Paraguay” en el periódico de mayor tirada nacional. Lo ha recibido el presidente del Gobierno y todo, en calidad de nosequé. ¡Qué alegría da mantener las costumbres!

Oh, benvinguts
Jordi Bernal

Oh, benvinguts

La gran pancarta en uno de los edificios de plaza Cataluña dejaba bien claro la manera que tienen los independentistas de entender la acogida: “The spanish King is not welcome in the catalan countries”.

Ni miedo ni vergüenza
José María Albert de Paco

Ni miedo ni vergüenza

Un año después del atentado, no hay en el lugar recordatorio alguno ni parece que vaya a haberlo. La presidenta del grupo municipal de C’s en el Consistorio, Carina Mejías, lo ha solicitado varias veces y siempre ha recibido la misma respuesta: “Una actuación así debe ser fruto del consenso, y no lo hay”. Insólito, máxime teniendo en cuenta la propensión del Gobierno municipal a manosear el callejero (de Puig Antich a Rubianes), y a proyectar su ideología sobre la simbología y señalética barcelonesas, del lazo amarillo de la Casa de la Ciudad al Open Arms de Colón. Y no sólo sin consenso, sino con la voluntad de reventarlo sin remedio.