
El sexo, los pistachos y la ley
Le he llevado pistachos a mi psiquiatra.

Le he llevado pistachos a mi psiquiatra.

A mi amiga Carlota le diagnosticaron cáncer de mama hace unas semanas, con treinta y un años. Comienza su particular camino a través de la enfermedad, del que no me cabe duda que saldrá reforzada y feliz. Por desgracia, me he enterado de la historia por esa arma cargada de nostalgia que son las redes sociales, y ni siquiera por ese medio tan impersonal he tenido el arrojo para animarla en su travesía. Pero más allá de este detalle intrascendente, lo que más me gusta de las fotos que deja que observemos es que afronta este camino consciente del punto en que se encuentra. Este detalle sí es trascendente, diría que es incluso vital: el desconocimiento implica miedo, y es evidente, lo sé porque los años me han enseñado a detectárselo, que ella observa con valentía el futuro que le ha tocado lidiar.

En Cataluña Radio le preguntaron al Presidente Torra si se sentía carcelero de sus propios compañeros. Por aquello de que son presos políticos durmiendo al fin en cárceles catalanas. Dijo Torra que no se sentía tal cosa, que quien los ha encarcelado es la legislación española. Pero el carcelero no es el juez, sino quien administra los barrotes. Y quien administra los barrotes es su gobierno, es decir él, por aquello de que la administración de las cárceles está transferida a la Generalitat. Si a Torra se le pregunta sobre lo que siente y si Torra responde sobre lo que no siente es porque todo el mundo sabe que a estas alturas y ante semejante panorama no merece la pena discutir sobre lo que piensa hacer al respecto, que es nada. Porque si Torra cree que son presos políticos y tienen las llaves de su celda, o las usa para liberarlos o se convierte en cómplice.

Hace tiempo que se observa en política un preocupante desinterés por los hechos. El máximo exponente de ello es Donald Trump, que cuando los periodistas confrontan los hechos y datos de sus políticas, él se limita a hablar de “hechos alternativos”. En Europa este relativismo también ha cuajado, sobre todo, en cierta izquierda infantil y posmoderna.

La muerte de José María Setién, el obispo de ETA, me ha pillado leyendo el Eclesiastés, el libro de la Biblia que dice: “Vanidad de vanidades y todo es vanidad”. Ahora también él descansa, sobre todo de sí mismo y de su miseria. Su gran suerte es que no existe su Dios y no deberá rendirle cuentas. La Nada le absuelve, como nos absolverá a todos. En la Tierra deja, eso sí, una memoria pestífera.

La Universidad de Carnegie Mellon y el Foro Económico Mundial han creado una aplicación en la que se pueden ver imágenes de la Tierra, deformadas para adaptarlas al plano de las pantallas, y expuestas de forma sucesiva con el paso de los años. Los autores tienen la desfachatez de llamar a la aplicación EarthTime, pese a que los tiempos de nuestro esférico suelo se miden en eones, y no en años; los que transcurren entre 1984 y 2016. Apenas una generación. Quien quiera acercarse al juguete, verá que es bastante decepcionante. Apenas se aprecian más que algunos cambios. ¿Qué cabe esperar de escoriar las últimas vetas del tiempo?

Además de por algunas leyes que pusieron a España a la cabeza de la igualdad y los derechos sociales, como el matrimonio homosexual, por lo que iba a ser recordado el gobierno de José Luis Rodríguez era por dejar una RTVE neutral y profesional que garantizase la independencia y la calidad de sus contenidos, en los informativos, en la programación y en todo lo que depende de la corporación, que incluye la radio y la televisión públicas, pero también la orquesta, como recordaba la violonchelista María José Vivó en un texto de Rosario G. Gómez en El País.

Un político que llega a la presidencia sin pasar por las urnas… esto ya lo inventó Netflix. “La democracia está sobrevalorada”, decía. Sólo que Frank Underwood no es norteamericano sino de Tetuán, al menos en el remake español. El mandato de Pedro Sánchez es una serie que ha pasado del capítulo piloto y anda tratando de firmar desesperadamente la segunda temporada

Lo confesaba el pasado jueves un dirigente socialista colaborador del presidente: “El resultado que más nos preocupa de las primarias del PP es que las gane Soraya”. Añadía, eso sí, que en cualquier caso estaba convencido de que en estos momentos y dentro de dos años Pedro Sánchez ganaría a Soraya o a cualquiera que se le pusiera por delante, solo faltaba que un leal al presidente dudara de sus capacidades… pero le preocupaba Soraya.