Pero… ¿hubo alguna vez nacionalismo español?
Jordi Bernal

Pero… ¿hubo alguna vez nacionalismo español?

Es cierto que con Aznar ondeó el trapo de Colón y muchos perdieron complejos nacionales, algunos incluso pasándose de la raya en su salida del armario. Pero más allá de la anécdota y de algún titular torero de Wert, no existe el nacionalismo español ni se le espera.

Antinatalismo: las teorías y la vida
David Blázquez

Antinatalismo: las teorías y la vida

Hace algunos días, supe de las complicaciones en el embarazo de una muy buena amiga. El dolor sereno –imagino que a ratos proceloso– y lleno de preguntas sobre el significado de la vida con el que su ella y su marido están surcando ese meandro temprano de su convivencia daría para uno y mil artículos y para uno y mil silencios.

Para qué sirve la monarquía
Andrea Mármol

Para qué sirve la monarquía

Ha escrito en estas páginas el periodista Alberto Lardiés un valioso texto sobre la trayectoria del Rey Felipe VI a cuenta de su cincuenta aniversario, así como sobre los retos más acuciantes que afronta el monarca. La media centuria de Felipe VI ha motivado numerosos repasos a sus gestas más reconocidas hasta la fecha. La mayoría de ellos, tampoco el de Lardiés, no han obviado –como, en mi opinión, sería poco riguroso- el discurso pronunciado el pasado 3 de octubre en pleno desafío al orden constitucional por parte del independentismo catalán, aquellos días entregado con fervor a la deslegitimación de la democracia española aun a costa de acabar provocando un deterioro de la convivencia sin precedentes.

Frente al imperio del yo
Joseba Louzao

Frente al imperio del yo

Hace ya unos cuantos años, el escritor mexicano Ricardo Cayuela comentó que España había pasado de la precariedad a la posmodernidad. Más que un proceso fue un salto brusco con múltiples repercusiones en la esfera pública. Sé que tratar de pintar un paisaje con brocha gorda siempre arroja una imagen artificial, pero no tenemos otro modo. Nos movemos en la rueda de lo novedoso y no logramos escapar de los lugares comunes de una modernidad que ya ni siquiera se reconoce post. Fíjense en los autores más citados, van y vienen sin demasiado orden o sentido.

Los iconoclastas inversos
Manuel Arias Maldonado

Los iconoclastas inversos

Retirar un Balthus, censurar Lolita, reprobar a Hemingway: ni una sombra de sospecha debe proyectarse sobre las representaciones culturales con las que nos entretenemos. Porque hacemos algo más que entretenernos con ellas; nos formamos. O sea, asimilamos modos de ver y juicios de valor que incorporamos a nuestra percepción de la realidad y acaso a nuestro comportamiento. Todo aquello que pueda ser juzgado sexista, racista o supremacista debería por tanto ser prohibido. No es censura, sino salud pública.

No nos metamos en eso
Ricardo Dudda

No nos metamos en eso

A menudo Rajoy resulta simpático. Sus deslices, sus momentos de sinceridad espontánea, sus frases míticas e ininteligibles, sus balbuceos, son graciosos, carne de meme. Rajoy, si no fuera tan vago, podría ser un buen líder populista, aunque le falta garra. Podría defender un lenguaje auténtico, llano, para el pueblo.

Que los árboles de los bienintencionados no nos impidan ver el bosque
Gonzalo Gragera

Que los árboles de los bienintencionados no nos impidan ver el bosque

Sobre los ideales bienintencionados es conveniente evitarnos los valores, el asociar un valor a la idea, y preferir los contextos o la situación concreta respecto de esa idea. De no ser así, se suele incurrir en el integrismo, o en el sectarismo, o en el prejuicio. Es fácil: si yo creo que un ideal es bueno por su finalidad –sin más-, lo más probable es que no termine aceptando a quien discrepe de él como un contrario sino como un enemigo.

Mariano y Rajoy
Melchor Miralles

Mariano y Rajoy

Rajoy tiene decidido que quiere ser de nuevo el candidato del PP en la próximas elecciones generales, y ya lo anunció Mariano a su estilo: “En la medida que yo vaya viendo cómo se van produciendo los acontecimientos, intentaré repetir como candidato”, que en lenguaje Mariano quiere decir, “aspirantes, olvidaos del todo, yo seré de nuevo el cabeza de cartel, os guste o no os guste”.