Podemos y el marketing del siglo XXI
Habría que matar al tipo que pone spots en Twitter como si fuera un canal de televisión.
Habría que matar al tipo que pone spots en Twitter como si fuera un canal de televisión.
Las agencias de publicidad -o lo que queda de ellas- y los departamentos de marketing y comunicación de los anunciantes deberían estudiar minuciosamente el caso de PODEMOS. Aprenderán cómo hay que desarrollar hoy estrategias eficaces.
Repasemos un poco la historia de la publicidad. Ésta surge como hija espúria, o legítima según los autores, del periodismo: se daba noticia de un nuevo producto o servicio en los periódicos tratando, con buen criterio, de que esa información quedara camuflada entre los contenidos -el logotipo grandote es un invento muy posterior-. Con la llegada de la radio y la televisión, los publicitarios de aquellos años crearon contenidos relevantes. Por ejemplo, las «soap operas», las telenovelas que trajo Procter&Gamble. O los personajes como Popeye. Contenido y publicidad iban de la mano. El negocio de los medios de comunicación hizo que esos contenidos se redujesen al formato del spot o de la cuña radiofónica. Finalmente, se produjo un divorcio tan rentable como artificial que ha llegado hasta nuestros días. Pero la fórmula está agotada.
PODEMOS tiene contenido: un discurso neomarxista que aprovecha el descontento social. Tiene una marca líquida, transversal, que no compromete pero atrae -nada de hoces y martillos-. Tiene, además, la capacidad de adaptarse a una audiencia tan variada como heterogénea: desde votantes descontentos con el PP, a los jovencitos indignados salidos del 15M. Y, sobre todo, PODEMOS tiene los medios de comunicación. De hecho, PODEMOS sigue, por primera vez en muchos años, el orden lógico para el cambio social: propuesta filosófico-antropológica, medios de comunicación, partido político. Y no al revés. PODEMOS surge con mentalidad de medio de comunicación -ahí está «La Tuerka», desde el principio- y ofrece a su audiencia contenidos relevantes que no proceden sólo de su marca. Fagocita lo que le puede servir y lo envuelve con el «packaging» de su tono discursivo -no con el logotipo grandote-.
Las marcas, actualmente, al adentrarse en el mundo de los contenidos, se pegan a ellos como un adhesivo. En contadas ocasiones los contenidos que ofrecen tienen que ver con su propio ADN. Se apuntan a causas, por resumirlo. PODEMOS, en cambio, hace suyas las causas. El resultado es credibilidad y confianza. Por otra parte, las ideas que lanza el partido no se quedan en anuncios publicitarios o en campañas más o menos brillantes. Las ideas se declinan en todos los soportes, con especial énfasis en las redes sociales. Las ideas se declinan, se adecúan al medio, no se quedan en la mera adaptación. Habría que matar al tipo que pone spots en Twitter como si fuera un canal de televisión.
Y no doy más pistas. Que, como ustedes comprenderán, uno cobra por ello.