¿Qué celebramos el 8M?
«Intencionadamente se busca asociar el feminismo con una idea de superioridad de las mujeres y odio a los hombres, cuando lo que defiende es la igualdad de todas las personas, sin más»
¿Cuál es el origen del Día Internacional de la Mujer? Este, como tantas otras cosas, se ha ido desdibujando. Suele hablarse de una huelga de trabajadoras que tuvo lugar el 8 de marzo de 1908 en una fábrica de Nueva York. Teóricamente, estas murieron en un incendio provocado por el propietario, pero no hay registro de una tragedia de estas características ese día. En cambio, sí sabemos de un incendio que tuvo lugar tres años después, el 25 de marzo de 1911, en una fábrica de camisas, y que costó la vida a 146 mujeres.
Para rastrear el origen del 8-M mejor sería acudir a Clara Zetkin. La feminista y comunista alemana propuso la instauración de un día en honor a la mujer trabajadora, con el fin de reivindicar sus derechos en 1910 el marco de la Conferencia Internacional de la Mujer Trabajadora. Que el dudoso episodio neoyorquino sea más popular que este hecho se debe, probablemente, a la americanización de nuestra historia. El caso es que los primeros países en celebrar este día internacional fueron Alemania, Austria, Dinamarca y Suiza el 19 de marzo de 1911.
En 1917, ante los estragos de la guerra civil, las mujeres rusas exigieron «pan y paz» con una marcha pacifista. Esta marcha alargó una huelga general que acabó provocando la salida del zar y la llegada del gobierno provisional, que traería por fin el voto femenino. Esta manifestación tuvo lugar el 23 de febrero del calendario juliano, que en el gregoriano equivale al 8 de marzo. Después de la Segunda Guerra Mundial se siguió celebrando en muchos países el 8 de marzo. Y en el Año Internacional de la Mujer, 1975, Naciones Unidas se sumó a la celebración, estableciéndose esta fecha como la oficial en 1977, si bien por el camino perdió el matiz de «trabajadora».
Ha pasado mucho tiempo, pero la necesidad de celebrar esta fecha sigue vigente. Cada día mueren unas 137 mujeres en el mundo asesinadas por su pareja o expareja. En España, la media está en 50 cada año. Una de cada tres mujeres en el mundo ha sufrido violencia sexual o física. A menudo, se culpa a la víctima por su actitud o forma de vestir. Muchas mujeres vuelven con miedo a casa por la noche si van solas.
Las medidas de conciliación son inexistentes o insuficientes. En la práctica, las mujeres renuncian a asumir más responsabilidades en el trabajo o reducen su jornada para hacerse cargo de las tareas del hogar y de los cuidados de la familia. Además, cobran menos que los hombres en todo el mundo y también en España, sobre todo porque los trabajos feminizados (los que realizan normalmente solo mujeres) están peor pagados, y ellas son quienes aceptan trabajos temporales y parciales para compaginarlos con su trabajo en casa. En el trabajo, tener familia solo afecta de forma negativa a las mujeres: se les deja de contratar o de renovar por estar embarazadas o por ser ya madres y ven cómo su carrera profesional se estanca o decrece. Y ahí está el techo de cristal: las barreras e impedimentos que impide que asciendan profesionalmente, pese a sus méritos, capacidad y voluntad.
La inmensa mayoría de las víctimas de trata son mujeres y niñas (un 80 por ciento según datos de la ONU) y muchas de estas son obligadas a prostituirse. De igual manera, la pobreza se ceba más con ellas, y se calcula que siete de cada diez personas pobres en el mundo son mujeres.
Intencionadamente se busca asociar el feminismo con una idea de superioridad de las mujeres y odio a los hombres, cuando lo que defiende es la igualdad de todas las personas, sin más. Razones para seguir defendiendo el feminismo cada 8 de marzo, de la forma que sea, no nos faltan.