THE OBJECTIVE
Hermann Tertsch

Sucio dinero en el Parnaso

Se decapita al artista al mando de una de las máximas instituciones culturales de Viena y de la cultura germana. La razón: un vulgar agujero de unos millones de euros.

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Sucio dinero en el Parnaso

Se decapita al artista al mando de una de las máximas instituciones culturales de Viena y de la cultura germana. La razón: un vulgar agujero de unos millones de euros.

Con la solemnidad que tal momento requiere. Con el dramatismo que tamaño paso exigía. “Por el bien de la República”, según anunció. Ni más ni menos. El ministro de cultura de Austria, Josef Ostermayer, eligió bien las palabras para anunciar y justificar el fulminante despido de Mathias Hartmann como director del teatro del castillo, del Teatro Nacional de Austria, del Olimpo del teatro en lengua alemana, del Burgtheater de Viena. Por el bien de la República de Austria se decapita al artista al mando de una de las máximas instituciones culturales de Viena y de la cultura germana.  La razón no es un revés artístico, ni una avalancha de mala crítica ni esas diferencias de criterio en excelsas interpretaciones del mandato de la gran cultura. No, la razón es un vulgar agujero de unos millones de euros que faltan y no aparecen. Dice Hartmann que él estaba demasiado dedicado a las bellas artes como para ocuparse de los aspectos más mezquinos del negociado. Y que sus gentes le han engañado. Veremos si todo tiene colofón judicial. El “vil metal” es un asco, pero un asco y un pringue muy necesario para engrasar la inmensa maquinaria del mayor teatro no operístico de Europa. Que por sí solo da 800 funciones al año que ven casi medio millón de personas en salas permanentemente llenas. Es la sección capital de la fábrica de cultura, placer, entretenimiento y prestigio que es la Viena cultural. Que engulle dinero público tanto hoy como cuando salía de los bolsillos del presupuesto de la corte.

“Die Burg” lo llaman con cierta pretenciosa familiaridad los círculos vieneses en los que se debate y se riñe por teatro y arte, lengua y música. Das Theater an der Burg, an der Hofburg, el teatro junto al Castillo de la Corte, es mucho más que el teatro de la corte imperial austriaca. Es el teatro/buque insignia de la dramaturgia alemana. El edificio en el Ring es una de las joyas del gran bulevar anular del Ring. Ardió como la escenificación de un ocaso de dioses en los últimos días de la guerra. Y se reinauguró en 1955, reconstruida en su totalidad con sus frescos de Klimt y de Matsch y su impresionante sala de dorados barrocos, cuando tras diez años de ocupación, Austria resurgió de sus cenizas en integridad y neutralidad. Los bustos de Shakespeare, Goethe, Lessing, Schiller y Molière y Calderón con ellos, vigilan desde lo alto de aquel castillo de la gran cultura, ahora sacudido por sospechas tan prosaicas. Y sin embargo tan eternas. Porque todos esos sabios vigilantes de aquella ciudadela de la gloria de la dramaturgia saben, con otros ilustres creadores que quisieron y odiaron la legendaria plaza como Grillparzer y Bernhard, que toda trama por el vil y sucio dinero les es tan propia como la mayor gesta de heroísmo, un éxtasis de amor o el abismo de la tragedia. 

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