Trenes, vías y partidos políticos
La primavera ha sido agotadora. Hemos enganchado unas elecciones europeas con una abdicación, una proclamación y una crisis en el PSOE. Un cóctel que sin darnos cuenta ha cambiado nuestro particular mapa «ferroviario».
La primavera ha sido agotadora. Hemos enganchado unas elecciones europeas con una abdicación, una proclamación y una crisis en el PSOE. Un cóctel que sin darnos cuenta ha cambiado nuestro particular mapa «ferroviario».
No hay manera de dar por inaugurada la temporada estival. Y eso que, sin darnos cuenta ya estamos metidos de lleno en el mes de Julio. Otros años por estas fechas solemos estar buscando como locos la «serpierte del verano». Ésa que siempre nos salva, informativamente hablado de la sequía de titulares.
Leo que en Bélgica sufren una huelga de trenes de 24 horas. Vías vacías, semáforos en rojo y andenes desiertos. No nos vendría mal en España una «huelga» similar, aunque cambiaría los trenes por políticos y las estaciones por partidos. Con un día me conformo. Creo que no es mucho pedir.
Y es que coincidirán conmigo en que la primavera ha sido agotadora. Hemos enganchado unas elecciones europeas con una abdicación, una proclamación y una crisis en el PSOE. Un cóctel que sin darnos cuenta ha cambiado nuestro particular mapa «ferroviario».
Por nuestras vías circulan nuevas locomotoras que llegan pisando fuerte. Tienen sus propios apeaderos, no utilizan la red eléctrica convencional y venden sus billetes fuera de las estaciones de toda la vida. Acaban de llegar, pero su presidente, (un jefe de estación con coleta) ocupa más minutos de televisión que todos sus competidores juntos.
Luego están los trenes centenarios. Esos que cada cierto tiempo se salen de la vía izquierda y tras una sesión de chapa y pintura intentan volver a circular como si nada hubiera ocurrido. En estos momentos, la empresa en cuestión, sita en la calle Ferraz, busca ambas cosas. Cambiar de locomotora y resituarse en el andén correcto para que sus viajeros vuelvan a confiar en ella. Dicen que a finales de mes abren nuevos itinerarios.
Tampoco nos podemos olvidar de la empresa estatal. Esa que prefiere no arriesgar en innovación porque tiene una concesión por cuatro años que le garantiza seguir circulando. Cierto es que estamos a mitad de contrato y que en menos de dos años tocará renovarlo. Dicen que el próximo concurso público estará de lo más concurrido así que es lógico pensar que todos aprovechen para tirar los precios.
Y por último estamos los viajeros que, con tanta oferta, tendremos que hacer un curso intensivo para saber qué tren nos conviene. Muchos se subirán al primero que pase con tal de no memorizar las nuevas rutas. Otros, y esperemos que no sean muchos, optarán por no viajar y quedarse en casa.
Yo, por si acaso, voy haciendo el petate…