THE OBJECTIVE
Víctor de la Serna

Un Mundial no es un homenaje

Más de uno se llevó las manos a la cabeza al ver la lista de jugadores convocados por Vicente del Bosque. Gente cansada, gente muy mayor, gente que salía de una temporada mediocre. Pero las quejas quedaron en sordina ante las prontas reacciones en defensa del seleccionador.

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Un Mundial no es un homenaje

Más de uno se llevó las manos a la cabeza al ver la lista de jugadores convocados por Vicente del Bosque. Gente cansada, gente muy mayor, gente que salía de una temporada mediocre. Pero las quejas quedaron en sordina ante las prontas reacciones en defensa del seleccionador.

Más de uno se llevó las manos a la cabeza al ver la lista de jugadores convocados por Vicente del Bosque. Gente cansada, gente muy mayor, gente que salía de una temporada mediocre. Pero las quejas quedaron en sordina ante las prontas reacciones en defensa del seleccionador: los jugadores que han protagonizado esa entusiasmante, esa única ‘triple corona’ de la historia del fútbol mundial se merecen una última vuelta de honor a las canchas, una gran despedida del fútbol mundialista, y muchas gracias por todo, y aquí paz, y después gloria.

Lo que sucedió se salió del guión, de un guión que ya daba por descontado que un segundo Mundial consecutivo no se iba a poder ganar en suelo brasileño, y que lo mejor era convertirlo en un homenaje a los héroes de Sudáfrica. Pero un ridículo como el que se hizo contra Holanda, con los nuestros moviéndose torpemente a cámara lenta frente a los corceles Robben y Van Persie, expuso con una crueldad inimaginable la verdad desnuda, lo absurdo del planteamiento del campeonato/homenaje.

Los grandes campeones del pasado ya tenían su gloria para siempre. Las selecciones de estómagos agradecidos no tienen razón de ser porque los campeonatos no son recompensas, son competiciones del más alto nivel en las que los rivales no son compinches de vueltas al ruedo, sino que te van a aplastar si les das la menor oportunidad. Una competición se encara como si fuese la primera, con tensión, con jugadores en forma y con hambre, y si la renovación de un equipo es patentemente necesaria no se regala una ocasión de acometerla. Se pierde un Mundial, pero construyendo el siguiente, no acumulando frustración y desencanto.

Al escribir estas líneas el equipo de España tiene aún una oportunidad de arreglar este desaguisado, metiendo muchos goles y con alguna plegaria. Pero el error de partida ya no lo corrige nadie.

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