“¡Viva Franco!”

El Gobierno socialista, en contra del criterio de la familia, ha cumplido con el último deseo del general Franco y ha enterado sus restos en El Pardo, donde él pensaba descansar eternamente. Bien me parece. Es una pena que esa concesión al militar que derrotó al bando del PSOE y de muchos otros españoles, y que reprimió a la izquierda durante décadas no haya sido sólo un paso en un intento por reafirmar el pacto político y moral de la Transición. Ese pacto de convivencia que pasa por que acepemos todos las normas comunes fijadas en la Constitución, y el derecho de participar en el proceso político sin exclusiones.

Al contrario. Es cierto que el PSOE tiene el objetivo inmediato de alentar el voto de Vox[contexto id=»381728″] para frenar el ascenso del PP, con notable éxito según las últimas encuestas, y de animar a los españoles a votarles a ellos. Empeño este último en el que están fracasando miserablemente. Pero también lo es que tienen objetivos políticos que van más allá de las próximas elecciones, y que pasan por reavivar el odio político.

Es algo más que el hecho de que ese odio les desborde, lo viertan borbotones, como de una presa rota, e inunden con él no sólo el Valle de los Caídos, sino toda España. Quieren imponer que sólo los herederos políticos de un bando tengan legitimidad política. Quedamos fuera incluso quienes no nos identificamos con ninguno de los bandos de la Guerra Civil.

La familia del antiguo Jefe del Estado gritó “Viva Franco” ante los restos de su antepasado. Pedro Sánchez dijo ante el comisario Ferreras que estudiaría la posibilidad de sancionar a la familia por su íntima muestra de adhesión personal y política a Franco. Alguien ha debido de soplarle que todavía, en España, hay libertad de expresión, y el Gobierno se ha envainado la censura.

Pero está dispuesto a remediar esta situación. Dolores Delgado, que asistió al traslado del féretro de Franco como notaria mayor del Reino, ha anunciado ufana que prevé cambiar el Código Penal para incluir el delito de opinión de la exaltación del franquismo. En verdad, es sólo un aspecto de un proyecto socialista de más largo alcance, que pretende censurar incluso la investigación histórica.

Revanchismo, denigración del rival político, censura… el PSOE ha sacado a Franco de su tumba para mantenerlo muy vivo.