Foxá vs. Malaparte y una Semana Santa en Leningrado
En ‘Kaputt’, que podría traducirse en alemán como “roto”, Malaparte plasma sus viajes por el frente oriental, no sin antes retratar buena parte de la Europa ocupada por los alemanes.
Semana Santa de 1942. Barrios bajos de Leningrado, a 15 kilómetros de la Perspectiva Nevsky, el centro de la ciudad. Agustín de Foxá y Curzio Malaparte contemplan “bajo un cielo malva, dolorosamente morado, nazareno” la “silueta azuleante de la que fue la más bella ciudad de Europa”. La antigua San Petersburgo, “construida por la voluntad del zar Pedro, con piedra de Carelia sobre los fangosos pantanos del Neva”, resiste heroicamente uno de los asedios más terribles de la II Guerra Mundial, mientras los dos escritores forjan una amistad que pasará a la posteridad literaria.
Foxá, conde, gordo, cínico, autor de Madrid de Corte a cheka, acaba de llegar a Finlandia como representante de la España de Franco, tras salir precipitadamente de su último destino diplomático en Italia. Allí, uno de sus chistes provocó las iras del conde Ciano, el yerno del mismísimo Mussolini, que en venganza amagó con acusarle de espiar para los aliados. Saldrá del país transalpino por chistoso, pero no por espía, le dirá Serrano Súñer a Ciano, echándole un capote a su amigo de la Falange.
Desconocemos lo que ocurrió entre ellos tras la experiencia finlandesa, pues Malaparte citará de forma poco agradable a Foxá en La piel.
En el país nórdico, aliado del Eje por necesidad tras la invasión de su territorio por parte de la Unión Soviética, el español compatibilizará su labor diplomática con la escritura de poemas y de una serie de artículos para el diario ABC, como es el caso de “Viernes Santo en los suburbios de Leningrado”, que hemos citado a comienzos de este texto.
En uno de sus primeros viajes al frente, el conde de Foxá coincidirá con el autor de Técnicas de golpe de Estado, Curzio Malaparte, que, tras ser uno de los principales ideólogos del partido fascista italiano, acabará por convertirse en huésped habitual de la cárcel romana de Regina Coeli debido a sus desavenencias ideológicas con el Duce. Desde 1941 ejerce como corresponsal del Corriere della Sera en Rusia. Sus crónicas, muchas de ellas censuradas o directamente suprimidas, fueron recopiladas en El Volga nace en Europa, siendo uno de los pocos periodistas que tuvieron acceso a esta zona de combate desde el lado alemán.
La experiencia en varios de los frentes más duros de la Segunda Guerra Mundial le llevó a escribir dos obras que reflejan a la perfección el drama y el sufrimiento de Europa siendo, sin duda, ejemplos de la mejor literatura nunca hecha sobre la guerra y sus consecuencias. Nos referimos a Kaputt y a La Piel.
En Kaputt, que podría traducirse en alemán como “roto”, Malaparte plasma sus viajes por el frente oriental, no sin antes retratar buena parte de la Europa ocupada por los alemanes. Para Margaret Atwood un libro fundamental para la “comprensión humana” de la Segunda Guerra Mundial, con una mezcla de tristeza, asombro, horror y lírica.
Malaparte citará a Foxá en las dos obras, convirtiéndolo en personaje principal de Kaputt, donde el español aparece en multitud de diálogos que concuerdan a la perfección con su idiosincrasia. En algunos pasajes Malaparte intentará sin éxito contener el temerario sentido del humor del conde, cuando sus bromas ponen a ambos en serios aprietos con los mandos militares finlandeses y alemanes.
“Cruel y funesto como todo buen español”, el papel de Foxá en la obra es fundamental, pues hace de guía por los ambientes diplomáticos y de antítesis ideológica de Malaparte, que analiza el pensamiento del español en varios momentos de la narración:
Que fuera el representante de la España de Franco en Finlandia (Hubert Guérin, ministro de la Francia de Pétain, llamaba a De Foxá “el ministro de la España de Vichy”) no le impedía reírse con desprecio de Franco y su revolución. De Foxá pertenecía a esa joven generación de españoles que había intentado encontrarle un fundamento feudal y católico al marxismo y, como él mismo decía, una teología al leninismo, conciliar la vieja España católica y tradicional con la joven Europa obrera. Pasado el tiempo, se reía de las ambiciosas ilusiones de su generación y del fracaso de esa trágica y ridícula tentativa.
En Kaputt, que podría traducirse en alemán como “roto”, Malaparte plasma sus viajes por el frente oriental.
Desconocemos lo que ocurrió entre ellos tras la experiencia finlandesa, pues Malaparte citará de forma poco agradable a Foxá en La piel y, cuando se le preguntó en una entrevista al español por el italiano, este contestó: “prefiero a Bonaparte”. Lo cierto es que la personalidad de Foxá lo acabará convirtiendo en un personaje literario de importancia en la obra del italiano.
En el artículo “Viaje al frente del Ladoga”, escrito en abril de 1942, Agustín de Foxá contempla “Leningrado en silencio, sin alegría, con su cinturón de muertos, su peste, su tifus y su miseria, bajo un cielo sin esperanza.” Junto a él, Curzio Malaparte, “apoyado en el parapeto de nieve”. Dos escritores de talento e ingenio, dos seres complejos y contradictorios, sensibles, que se sienten hermanados en la contemplación de la barbarie que les acecha.
Visitarán algunos lugares juntos. Describirán, en alguna ocasión, los mismos horrores, pero lo harán con voces distintas, diferentes estilos literarios que van más allá de las formas, pues el conde tendrá la mirada nostálgica de un mundo que ya no existe, el de la aristocracia decimonónica que no comprende el bárbaro siglo XX, frente a un Malaparte que es un paradigma de este siglo, el de los totalitarismos. El italiano, en su búsqueda de la verdad, transitará a lo largo de su vida del fascismo al comunismo maoísta, que abrazará en sus últimos años.
Las descripciones que hace Foxá del frente son más historicistas y románticas, muy del gusto de la tradición falangista.
Así, las descripciones que hace Foxá del frente son más historicistas y románticas, muy del gusto de la tradición falangista del momento, cargadas de reflexiones religiosas y culturales, frente a un Malaparte más escéptico en lo político, preocupado por entender las razones del enemigo.
La versión malapartiana de esta aventura por los campos helados de Finlandia quedó reflejada en Kaputt y en textos incluidos en El Volga nace en Europa, obras ya mencionadas. La contrarréplica de Foxá es recogida ahora en el recopilatorio A las orillas del Ladoga, editado por Renacimiento, en el que se recogen los veintiséis artículos y los nueve poemas que fueron escritos durante la estancia del escritor español en Finlandia.
Así mismo, dicho libro recoge las cartas que el conde escribió a su familia, y que nos permiten reconstruir parte de esta aventura, y los informes diplomáticos del español relativos al encuentro que tuvo con unos “niños de la guerra”, hechos prisioneros por los finlandeses cuando luchaban con los rusos.
Dos heterodoxos de mirada diferente observando la más enorme de las devastaciones. Dos escritores que deben ser leídos sin prejuicios ni juicios ideológicos, pues la calidad literaria de ambos está a la altura de pocos y sus textos nos ayudan a comprender mejor los momentos más crueles del siglo que nos precede.