EEUU acuerda con China la exportación de ternera y gas licuado

El secretario de Comercio de EEUU, Wilbur Ross, ha anunciado este viernes los primeros logros del plan de acción de 100 días con China, que incluyen la luz verde a las exportaciones de ternera estadounidense y gas licuado al mercado chino, así como otros acuerdos en materia de químicos y servicios financieros. Asimismo, se agilizará el proceso normativo para autorizar la venta de productos de biotecnología y el funcionamiento de tarjetas de créditos estadounidense en China.

De esta manera China va a autorizar las importaciones de carne bovina tras un embargo de 13 años y las empresas chinas recibirán la autorización para comprar gas natural en Estados Unidos, según el texto del acuerdo, presentado como el primer resultado concreto de los contactos entre los presidentes Donald Trump y Xi Jinping.

Según el acuerdo se tomarán medidas para aclarar los requisitos de entrada de pollo chino a EEUU, y Washington reconoce la importancia del proyecto de Pekín de desarrollo multinacional de infraestructura «One Belt, One Road» («Una ruta, Un cinturón»). En una conferencia telefónica con la prensa, Ross ha asegurado que «no se trata solo de acuerdos comerciales si no de mejorar la capacidad de las empresas y productos estadounidenses de competir en el mercado chino», y ha adelantado que Washington espera que facilite a su vez las inversiones de China en EEUU, según reporta la agencia Efe.

El secretario de Comercio ha calificado estos resultados como algo «sin precedentes en la relaciones comerciales entre EE.UU. y China» y el fruto de muy intensas negociaciones con Wang Yang, viceprimer ministro del Consejo de Estado de Pekín. El plan de 100 días fue acordado por los presidentes Donald Trump y Xi Jinping en su primer encuentro, en abril pasado en Florida.

De cara al futuro, ambas partes han acordado «ahondar» las relaciones bilaterales con un plan de un año, una vez se celebre el Diálogo Económico Integral que tendrá lugar en Washington el «próximo verano». Durante toda la campaña electoral, Trump acusó frontalmente a Pekín de manipular su divisa para obtener beneficios comerciales y criticó el elevado déficit de EE.UU. en el intercambio con China como reflejo de esa intervención económica interesada.

Tras llegar al Gobierno, Trump ha moderado levemente la retórica, pero ha mantenido sus llamados a China a cumplir con unas reglas de juego «justas y equilibradas».