El exministro Celestino Corbacho da la espalda a Valls y se alía con Ciudadanos
El político independiente se asocia con los tres ediles de Ciudadanos que abandonaron el grupo de Valls por el apoyo del francés a Colau
El exministro socialista Celestino Corbacho ha anunciado que abandona el grupo de Barcelona pel canvi (Barcelona por el cambio) liderado por el exprimer ministro francés Manuel Valls en el Ayuntamiento de Barcelona, que tras las elecciones municipales obtuvo seis ediles. De los seis, tres eran independientes cercanos a Valls y tres de Ciudadanos. Corbacho era el fichaje estrella de Valls y, tras el apoyo del líder a la candidatura de Colau para evitar un gobierno independentista, se une a los tres ediles de Ciudadanos que se separaron del grupo como desaprobación a tal decisión.
El propio líder de Ciudadanos en el Parlamento autonómico, Carlos Carrizosa, ya había deslizado la posibilidad esta misma mañana: «Si el señor Corbacho viniera al grupo de Cs nos sentiríamos muy honrados. Es un político que tiene muy buena relación con nosotros y con Albert Rivera, y es un político de gran valía. Estaríamos encantados de que pudiera hacer sus aportaciones municipalistas en nuestro grupo municipal».
Hay que recordar que Corbacho también dio el «sí» a la líder de Barcelona en Comú –al igual que la otra concejal independiente de la plataforma Barcelona pel Canvi, Eva Parera–, pero Carrizosa le ha restado importancia: al no ser militante, el exministro no estaba sujeto a la obediencia de voto, como sí lo estaban los tres ediles con carné de Ciudadanos.
Ahora Corbacho se une a Cs como edil raso, dado que la presidencia del grupo ya se ha asignado a Mariluz Guilarte, mientras que la portavocía la ostentará Paco Sierra. En su intervención, Carrizosa ha justificado la ruptura de los naranjas con Valls porque decidió de forma «unilateral» entregar incondicionalmente tres votos a Colau. Un «voto de confianza a la alcaldesa», ha agregado, que ya se ha constatado que fue un «error», pues apenas 48 horas después de tomar posesión «ya tiene un lazo amarillo en el edificio».