El Partido Laborista, principal fuerza opositora en Reino Unido, ha suspendido a su anterior líder, el izquierdista Jeremy Corbyn, tras la publicación de un informe que denunca su gestión «inexcusable» de las acusaciones de antisemitismo entre sus miembros.
En contexto: la formación izquierdista británica ha sido acusada durante años de albergar en su seno actitudes antijudías tratadas con poca firmeza, que llevaron a la dimisión de varios de sus diputados y a críticas sin precedentes de líderes religiosos como el gran rabino del Reino Unido, Ephraim Mirvis.
Sin embargo, la situación ha estallado tras la publicación de un informe que denunció acoso, discriminación y falta de voluntad para combatir el antisemitismo bajo la anterior dirección de Corbyn.
Defensor de larga data de la causa palestina, miembro del ala más izquierdista del partido, Corbyn acabó reconociendo en 2018 que existía un «problema real» interno y él había sido «demasiado lento» en imponer sanciones.
Un informe de la Comisión de Igualdad y Derechos Humanos, organismo público independiente, encontró que la anterior cúpula del partido minimizó, subestimó o ignoró las quejas de sus miembros judíos, y a veces interfirió activamente para proteger a ciertas personas acusadas.
Es un «día de vergüenza» para el partido, ha dicho el nuevo líder de la formación, el centrista Keir Starmer, nombrado en abril. «Hemos fallado al pueblo judío, a nuestros miembros, a nuestros seguidos y a los británicos», afirmó, prometiendo aplicar todas las recomendaciones de de esta investigación, realizada durante dos años.
Por su parte, pese a rechazar todo antisemitismo, Corbyn ha defendido su gestión. «Un solo antisemita es demasiado, pero la escala del problema también fue dramáticamente exagerada por razones políticas por nuestros oponentes dentro y fuera del partido, así como por gran parte de los medios de comunicación», ha asegurado, agregando que «no acepta todas las conclusiones» del informe pero confia en que sus recomendaciones «ayuden a superar este período».
El liderazgo de Corbyn, elegido en 2015 a la cabeza de la formación, atrajo a miles de nuevos miembros al Partido Laborista, pero también creó división interna por sus ideas radicales y su gestión de las acusaciones de antisemitismo.
Dimitió tras sufrir una grave derrota en las legislativas del pasado diciembre contra el Partido Conservador de Boris Johnson.
Durante la campaña electoral, el diario Jewish Chronicle, portavoz de la comunidad judía británica, había hecho un nada habitual llamado a sus lectores a no votar por él. Y después le siguió el rabino Mirvis, máxima autoridad judaica del país, al denunciar que «un nuevo veneno, aprobado desde lo más alto, arraigó en el Partido Laborista».