Casi 2.000 presos se fugan de una prisión de Nigeria tras destruir varios muros con explosivos
1.884 reclusos se han fugado de una prisión de Nigeria tras volar varios muros con explosivos en un último ataque contra las autoridades policiales. El ataque, aunque no ha sido reclamado por ningún grupo insurgente, ha sido atribuido a la Red de Seguridad del Este, un ala militar del grupo secesionista pro-Biafra (IPOB), dominante en el sureste de Nigeria. Un policía ha resultado herido.
Lo más importante: los ataques contra la policía y las instalaciones estatales han aumentado en los últimos meses. Desde el Gobierno, que ha calificado el suceso como un «acto de terrorismo», han habilitado un dispositivo especial para la búsqueda y captura de los prisioneros fugados, muchos de ellos «criminales mortales», según declaraciones del presidente de Nigeria, Muhammadu Buhari, que se encuentra ahora en Londres para someterse a un chequeo médico de dos semanas.
Desde 2015, el sudeste de Nigeria ha experimentado el resurgimiento más marcado del sentimiento secesionista desde la guerra de Biafra de 1967-70 . Millones de personas murieron durante el conflicto, muchas de ellas de hambre después de un bloqueo gubernamental en la región, en uno de los capítulos más oscuros de la historia moderna de Nigeria.
En los últimos años, a medida que las fuerzas de seguridad han lanzado controvertidas medidas enérgicas contra las protestas masivas y los boicots, la insurgencia armada ha aumentado en la región. En 2017, el gobierno de Nigeria prohibió a Ipob organizarse y lo calificó como una organización terrorista, acusada de ataques contra el personal de seguridad y los ciudadanos. Las autoridades nigerianas han sido acusadas de detenciones ilegales de activistas de Biafra y abusos de derechos.
El aumento de la agitación secesionista en el sureste de Nigeria ha alimentado la creciente tensión en la región y una fuerte respuesta de las fuerzas de seguridad y el gobierno de Buhari.
Las protestas masivas se extendieron por las ciudades del sureste, meses después de que el ex dictador militar regresara al poder en 2015, en parte debido al resentimiento hacia Buhari. El presidente fue un comandante de brigada en la guerra, durante la cual el ejército de Nigeria fue acusado de abusos a gran escala.
Las fuerzas de seguridad han matado a cientos de manifestantes desde 2015, incluidas 60 ejecuciones extrajudiciales cometidas en solo dos días en 2016, según Amnistía Internacional. Por su parte, el Ejército nigeriano ha negado los asesinatos.
El amargo legado de la guerra de Biafra aún es profundo en Nigeria, más de 50 años después de que terminó. La historia del conflicto está fuertemente censurada y las atrocidades apenas han sido reconocidas, sin embargo, la desigualdad económica y las privaciones han alimentado el resentimiento secesionista en el sureste del país.