El Gobierno de Estados Unidos ha pedido a sus socios de Naciones Unidas que cumplan con las sanciones pactadas contra Corea del Norte por el Consejo de Seguridad. Las penas están orientadas a castigar lo que la Administración estadounidense califica como un programa de rearme por parte del país asiático, algo que los miembros de la ONU deben limitar y evitar, según han explicado los enviados del Ejecutivo de Biden.
El portavoz del Departamento de Estado, Ned Price, ha defendido el compromiso de su país con establecer sanciones contra Corea. Price arguye que el Gobierno de Kim Jong-Un continúa en proceso «de adquisición de los recursos y la tecnología necesarios» para elaborar una serie de programas armamentísticos. Price ha sostenido que el único interés de su país es «asegurar la desnuclearización de la península de Corea», por lo que pide «una diplomacia seria y sostenida» en la que Pyongyang «se abstenga de provocaciones». «No tenemos ninguna intención hostil hacia Corea del Norte», ha insistido Price.
El portavoz también ha contestado a quienes acusan a su país de querer tensionar el conflicto, posición que ha esquivado al destacar que su Ejecutivo tiene en cuenta «las condiciones humanitarias de la gente en ese país». «Estamos trabajando con nuestros aliados y socios para determinar cómo podríamos apoyar las necesidades humanitarias del pueblo norcoreano, y eso es algo a lo que estamos comprometidos», ha zanjado.
Estas declaraciones de Price se producen en un contexto en el que un informe apunta a que Rusia y China han distribuido un proyecto a los miembros de Consejo de Seguridad de la ONU para el levantamiento de «algunas sanciones» contra Pyongyang. Ante esto, el portavoz del Departamento de Estado apenas se ha limitado a guardar silencio por lo que considera «el funcionamiento interno del Consejo de Seguridad de la ONU», pero con recelos hacia estos dos países, ha sido en este momento cuando ha realizado su exigencia.
