De Beiras a Iglesias: las cuatro traiciones que llevaron a la cima a Yolanda Díaz
Yolanda Díaz ha llegado al Congreso tras una fulminante carrera que ha dejado muchos heridos. «Es muy ambiciosa», dicen fuentes cercanas a la ministra
Yolanda Díaz representa una de las mayores incógnitas de la política actual. La expectativa sobre su figura, después del nombramiento de Pablo Iglesias como su sucesora en el pasado mayo, no ha dejado de crecer. Algunos analistas sostienen que puede llegar hasta la presidencia del Gobierno. Mientras que los sondeos revelan que despierta simpatía y cierto reconocimiento incluso fuera de su electorado. De ella se destaca la imagen elegante y pacificadora, ¿pero es realmente así? Los que la conocen a fondo no tienen una opinión tan azucarada. Recuerdan su intensidad en el trabajo, visión estratégica y ambición, pero también un común denominador en su meteórica escalada al poder: la «traición».
Todo empieza en Ferrol, donde Yolanda Díaz es elegida concejal a partir de 2003 en la candidatura de Esquerda Unida. Hija de un histórico dirigente de Comisiones Obreras y del PCE, entra en las instituciones tras ejercer de abogada laboralista durante un puñado de años. En la derecha hablan de ella y de su padre como de dos «sectarios», responsables del cierre de empresas en el sector de la industria pesada. Pero para los viejos compañeros del sindicato, Suso Díaz fue un dirigente hábil y estimado, y esa herencia es uno de los méritos de la joven Yolanda Díaz.
Después de su entrada en el pleno de Ferrol, Díaz protagoniza lo que algunos califican de «primera traición». Forma parte de los dirigentes que patrocina la ruptura del Bloque de izquierda, para avanzar hacía una alianza con los nacionalistas gallegos en AGE (Alternativa Gallega de Izquierda). Díaz se convierte a partir de entonces en una política conocida a nivel local, lo que le sirve para alcanzar la asamblea gallega como diputada de la mano de Xosé Manuel Beiras. «Para ser concejal de pueblo, que es lo que era, porque IU en Galicia no pintaba gran cosa, la ruptura de Beiras con el Bloque le venía muy bien para entrar en el parlamento autonómico», explican desde el entorno de la ministra.
«Fue la primera persona que me traicionó»
En esa campaña de 2012, la ayuda un joven asesor que se llama Pablo Iglesias. Viene de Madrid y es dueño de una promotora de material electoral (vídeos de campaña) que firma contratos con IU. Durante su estancia, Iglesias propone a la dirigente ganar visibilidad llegando a las reuniones de la coalición con su hija pequeña. Los dos hablan el mismo lenguaje y esa campaña es un hito para la época. El panorama político está muy revuelto, y Galicia se convierte en el laboratorio para el nacimiento del primer embrión de Podemos.
Es la etapa de las «mareas», ese término que sirvió para fomentar la construcción de un sujeto político que juntara a los movimientos cívicos de protestas (los «indignados» del 15-M). En noviembre de 2015, un mes antes de las elecciones generales, nace En Marea, una coalición formada por Anova, Podemos Galicia, Esquerda Unida y Equo Galicia. La plataforma servirá a Yolanda Díaz para entrar rápidamente en el Congreso de los Diputados, aunque los suyos admiten que «de diputada autonómica le hizo la cama a Beiras».
«Beiras es la figura histórica del nacionalismo gallego, de manera que cuando él se alía con Yolanda muchos votantes del Bloque votaron a esa candidatura. Pero cuando entra en el parlamento autonómico le pilla la irrupción de Podemos y ella se suma a la tesis que IU no ha sido capaz de recoger el malestar social que expresó el 15M y que Podemos es el nuevo sujeto político del cambio, y hay que sumarse a él», afirman las fuentes consultadas. Así que apoya la confluencia en Galicia al estilo de los Comunes en Cataluña o la alianza de Compromís en Valencia: «Es cuando orillan y se cargan a Beiras, porque él no ve bien lo de Podemos. Cuando Beiras rompe, Yolanda ya ha conseguido ser la cabeza visible de la candidatura». Es la segunda traición de Yolanda Díaz, que rompe su relación personal con el histórico dirigente gallego. El propio Beiras comentará en 2017: «Fue la primera persona que me traicionó».
Adiós a IU
El nacimiento de En Marea y la apuesta de Yolanda Díaz no es un hecho baladí para la entonces dirección de Izquierda Unida de Cayo Lara. El ex coordinador federal de IU está intentando lidiar con los empujones que llegan desde su izquierda, con sectores de IU que presionan para activar un diálogo con los promotores del nuevo partido Podemos. Yolanda Díaz, que antes había formado parte de los partidarios de Cayo Lara, rompe con ellos y apuesta por Podemos, al igual que otros compañeros como Alberto Garzón, quienes abogan por alejar (y en algunos casos defenestrar) a los dirigentes de IU que rechazan la «podemización». Los dirigentes de IU Madrid vienen literalmente expulsados por estar en contra de ese planteamiento. Díaz es una de las que firman la sentencia. Traiciona por tercera vez a los que la habían protegido.
«Yolanda es una maestra en aprovechar las oportunidades que se les representan para dar saltos en su carrera política, dejando aliados que utilizó en cada momento para colocarse en la nueva coyuntura», explican fuentes cercanas a la dirigente. Entre 2015 y 2016, por ejemplo, es una diputada en el Congreso cuando se sella el pacto del botellín entre Iglesias y Garzón. En ese momento, Íñigo Errejón intentaba frenar esa unión con maniobras más o menos ocultas. Así que Iglesias se lanza contra él. Díaz es aliada de Iglesias, y esa cercanía le sirve para entrar a finales de 2019 a formar parte del gobierno de coalición rojo-morada con la importante cartera de ministra de Trabajo. En aquel momento, Alberto Garzón buscó frenar ese nombramiento. Pero Iglesias y Enrique Santiago, el líder del PCE, imponen su postura.
De exconajel de Ferrol ha llegado a lo más alto en menos de diez años y tiene incluso más competencias ministeriales que el propio Iglesias. Todo debería fluir con normalidad, pero a partir de julio de 2020 algo se rompe. En ese mes se habían celebrado las elecciones autonómicas gallegas, y Díaz había acudido varias veces a la región para acompañar al candidato Antón Gómez-Reino. La campaña electoral fue un desastre, y los morados se quedaron extraparlemantarios. De 14 escaños a ninguno: un resultado demoledor para una formación que, de alguna manera, nació en Galicia con las mareas.
Perfil propio
El día posterior a aquellos comicios, en la cúpula morada se achacó el mal resultado a Yolanda Díaz. La ministra Irene Montero llevaba meses sospechando de ella. Veía que iba por libre y que desligaba sus batallas en el Ejecutivo de las de Podemos. Montero lee con irritación las encuestas que señalan a la gallega como una de las ministras mejor valoradas: la pandemia golpea fuerte y la gallega está logrando firmar varios pactos con los sindicatos y la patronal. La prensa de izquierda e incluso la de derecha reconocen la habilidad de la gallega, que, a diferencia de otros miembros de Podemos, siempre ha trabajado a fondo para mantener buenas relaciones con los periodistas y los directores de los medios de comunicación. Se está acercando la cuarta traición de Díaz.
Al ver que desde Galapagar la señalan como responsable del fracaso gallego, Díaz rebota. Empieza a cuidar con más atención su perfil personal. Hasta que Iglesias da un paso al lado y se presenta en las autonómicas de Madrid para frenar a Isabel Díaz Ayuso. La operación fracasa e Iglesias nombra, sin estar ella avisada anteriormente, que su voluntad consiste en que Díaz le sustituya en la vicepresidencia. Es un regalo envenenado, porque la intención de Iglesias es atar en corto a Díaz. «Pensó que iba a ser una candidata dócil porque se había producido la debacle de Galicia, y ya se había borrado de IU y no tenía partido». Pero es una decisión peligrosa.
Díaz, de hecho, se niega a que la controlen desde la sombra. Y hace de necesidad virtud. «Habla de la sociedad civil y de superar los partidos, pero lo que le hace a Podemos es un órdago», admiten los conocedores de su estrategia. Así que empieza a sortear todas las trampas que sus supuestos compañeros le ponen en el camino. La última, el incendio provocado sobre la reforma laboral, que Díaz está intentado apagar para que el Gobierno firme el nuevo acuerdo antes de que finalice el año. A partir de allí, podrá avanzar en su «plataforma» (o «proyecto», tal y como lo llaman sus afines) que supere a Podemos.
«Yolanda es una gran trabajadora, la que más trabaja», solía decir Iván Redondo, el ex asesor áulico de Pedro Sánchez en la Moncloa. Y es cierto que incluso en el sector de ministros económicos que a menudo lidian con ella han aprendido que no es fácil ganarle en el combate. «Iglesias llegaba a las reuniones, no decía nada, y cuando salía filtraba a la prensa lo que le interesaba», comentan desde el lado socialista del Gobierno. «Yolanda Díaz es todo lo contrario. Sale y sonríe, pero en las reuniones es muy batallara. Es una luchadora de guante blanco», añaden. Y, sobre todo, tiene una enorme habilidad en comprender cuándo es el momento de desprenderse de las alianzas que pueden frenar su ascenso. «Toda su carrera ha sido una carrera de dejar a aliados en el camino», asumen desde su entorno.
«Un descubrimiento de Pablo»
Lo cierto es que en Unidas Podemos, y concretamente en los sectores más cercanos a la cúpula morada, la decisión de Díaz de avanzar hacia una plataforma es reprochable. «Tiene el apoyo de Alberto Garzón, habla con Manuela Carmena y ha pactado con Mónica Oltra y Ada Colau…es que son todos enemigos de Pablo», lamentan desde el sector pablista. Los más críticos que han tenido a que ver con ella en el pasado lanzan: «Es muy ambiciosa y no tiene escrúpulos».
Los que intentan tender puentes, que también los hay, recuerdan que «Yolanda es un descubrimiento de Pablo». Todos saben que la situación interna está revuelta, pero confían en que se pueda resolver. Aunque para ello hace falta que se desenvainen las espadas. Podemos no puede permitirse se absorbido por la plataforma de Yolanda Díaz sin reivindicar su peso en la organización. Es decir, tener voz y voto en la definición de las listas. Pero la gallega no parece estar por la labor.
El pasado jueves, Díaz dijo que ella busca la «transversalidad» y que avisó del peligro del covid antes del 8 de marzo de 2020. En Podemos creen que quiso lanzar dos dardos: el primero contra Errejón por buscar un proyecto en solitario con Más País, y el segundo contra Irene Montero, quien se vio señalada como artífice de la mala gestión en la pandemia. Entre los miembros de Podemos ya se difunden bromas sobre la gallega, desde rebotar en los chats los motes de Federico Jiménez Losantos que la llama La fashionaria, hasta las viñetas que la retratan como una egocéntrica: «YOlanda». Pero más allá de las mofas, está cuajando una acusación que en el partido morado, y sobre todo en el círculo de Galapagar, no tiene vuelta atrás: la de ser una «desleal» con los que la auparon al poder.