El hijo de ‘El Albondiguilla’ trabaja para Vox en Bruselas
Arturo Villarroya González llegó a testificar contra su padre, al que la Fiscalía pide más de 40 años de cárcel por su implicación en la trama Gürtel
Arturo González Panero, El Albondiguilla según el mote que le puso Francisco Correa, abandonó la alcaldía de Boadilla del Monte (Madrid) en 2009 cercado por la trama Gürtel. La Fiscalía le imputa hasta nueve delitos por los que solicita más de 40 años de cárcel. Su exmujer y uno de sus tres hijos, Arturo, incluso han testificado en su contra. El joven ha renegado del pasado político de su progenitor en el Partido Popular. Hace dos años se afilió a Vox, que en mayo lo fichó como asesor en el Parlamento Europeo. Dos meses más tarde se convirtió en el director de Comunicación de los Conservadores y Reformistas Europeos, el grupo político en el que se integra la formación en la Eurocámara.
El ascenso de Arturo Villarroya González (ha decidido llevar primero el apellido de su madre) ha sido fulgurante. A sus 26 años, sus decisiones pesan en la cúpula de Vox, donde llegó sin apenas experiencia laboral. Estudió Economía en la IE Business School, donde cada uno de los cuatro cursos del grado cuesta 22.800 euros. Desarrolló sus estudios entre 2013 y 2017 y los compaginó con prácticas en Arcano, según indica su perfil en LinkedIn. Al acabar la carrera realizó una beca en el departamento de Mercados del BBVA durante ocho meses y luego pasó otros cinco por SociosInversores.com como analista de inversiones.
Joven extrovertido
En esos años, Villarroya fue un habitual de la noche madrileña. Trabajó como relaciones públicas para la discoteca Kapital y fraguó amistad con personajes como el Pequeño Nicolás, el joven que, entre otras cosas, se hizo pasar por emisario del rey Felipe VI y de la vicepresidenta del Gobierno, Soraya Sáenz de Santamaría. Sus conocidos de entonces le recuerdan como un joven extrovertido que nunca mencionaba a su padre, al que llegó a acusar ante el juez. Le contó que su progenitor le había utilizado para conseguir un teléfono prepago y que había encontrado documentos que apuntan a que empleó irregularmente la firma de su madre para transferir 300.000 de su cuenta en Suiza.
Los hechos se remontan a 2012, cuando Villarroya tenía 17 años. El joven aseguró al magistrado que pagó 50 euros a un compañero de clase por el móvil que dio la orden de transferencia. El aparato pertenecía a la hermana del chico, que también fue imputada en la trama Gürtel. El hijo de El Albondiguilla sostuvo en la declaración que su padre le reconoció que «necesitaba el dinero, tenía que traérmelo como fuera», cuando le recriminó su actitud. González Panero lo negó todo y aseguró que ni le había pedido ese teléfono ni guardaba documentos ilícitos. Atribuyó esas «falsedades y mentiras» a su deseo de «proteger» a su madre, que sufragaba sus gastos en la universidad.
Elena Villarroya y Arturo González se separaron en 2010, un año después de que estallara Gürtel. Ella y sus hijos aseguran que nunca supieron nada de los sucios negocios del regidor hasta que explotó el escándalo. «Mi nivel de vida era muy normalito. Nunca hacíamos un viaje extravagante. Íbamos a Murcia», dijo la exmujer ante el juez en diciembre. Además, aseguró que su antigua pareja llevaba una doble vida. El Albondiguilla entró en política muy joven. Con apenas 25 años se convirtió en concejal de Deportes de Boadilla y en 1999 consiguió la alcaldía gracias a una moción de censura. Luego se cruzó con Correa, con quien comenzó a hacer negocios.
González Panero está imputado desde 2009, cuando tuvo que dejar la alcaldía de Boadilla, el quinto municipio con mayor renta media por persona de España, con 62.965 euros, según datos de la Agencia Tributaria. La Fiscalía le atribuye nueve delitos: prevaricación, fraude, blanqueo de capitales y malversación entre ellos. Está acusado de cobrar hasta 1,8 millones de euros en comisiones de la trama a cambio de adjudicaciones irregulares, que habrían causado un perjuicio al municipio de cuatro millones y un millón más a la Empresa Municipal de Suelo y Vivienda. Entre los pingües réditos que habría obtenido destacan propiedades en Miami, inversiones en Marruecos y dinero en Suiza y China. La imputación llevó al PP a expulsarle tras haber confesado que recibió instrucciones del partido para pagar irregularmente gastos de campaña con comisiones de empresas adjudicatarias del Ayuntamiento que dirigía para no superar el límite exigido por la ley.