Robles pacta una salida al Ejército de Tierra con el responsable de personal militar en Defensa
El general Miguel Hernández Turiño manifestó su «incomodidad» con varias decisiones y trasladó que renunciaría a su ascenso si seguía en el puesto
El Ministerio de Defensa comunicó este lunes el cese del general de brigada Miguel Hernández Turiño como subdirector general de Personal Militar tras una serie de choques en los últimos meses con sus superiores, en especial la subsecretaria del ministerio, Amparo Valcarce, según desvelan fuentes militares a THE OBJECTIVE.
La Subdirección General de Personal Militar es la más importante dentro de la Dirección General de Personal (Digenper) dirigida por Adoración Mateos, persona de la máxima confianza de la ministra de Defensa, Margarita Robles, y la citada Valcarce. Se encarga de elaborar las normas y los criterios generales aplicables a la gestión del personal militar, así como ejercer la función inspectora.
También tiene el cometido de gestionar el personal militar de los llamados Cuerpos Comunes y del servicio de asistencia religiosa dentro de los Ejércitos, así como las competencias atribuidas a las personas titulares del Ministerio de Defensa y de la Subsecretaría que dirige Valcarce «respecto al conjunto del personal militar» de las Fuerzas Armadas. Es decir, por esta subdirección pasan todas las decisiones relativas a ascensos y ceses en Tierra, Aire y Armada.
La salida de Hernández Turiño ha sido pactada con Robles y Valcarce ya que se prevé su próximo nombramiento como director general de Personal dentro del Ejército de Tierra al que pertenece. Se trata de un puesto que supondrá su ascenso a general de división y en el que suplirá la vacante que ha dejado Manuel Busquier Sáez, recién nombrado inspector general de Tierra en Barcelona en sustitución del teniente general Fernando Aznar Ladrón de Guevara.
Hernández Turiño fue nombrado subdirector general de Personal Militar en julio de 2018 tras la llegada de Robles a Defensa. Por sus manos han pasado decisiones delicadas fruto, a juicio de las citadas fuentes, de «órdenes caprichosas y apaños que tenía que vestir» por orden de sus superiores.
Ello le llevó a manifestar en varias ocasiones su «incomodidad» por estos hechos y a trasladar, en un momento dado, que renunciaría a su ascenso a general de división a los cuatro años -por lo que pasaría a la reserva- si seguía en dicho puesto dentro del Ministerio. Finalmente, la sangre no ha llegado al río con esta salida pactada a Tierra.
Decisiones polémicas en Defensa
En los últimos meses se han producido algunas decisiones controvertidas que afectaban a la Digenper. La última, desvelada por THE OBJECTIVE, fue no refrendar la elección del arzobispo castrense, monseñor Juan Antonio Aznárez, con un real decreto publicado en el Boletín Oficial del Estado (BOE) después de que Robles reinterpretase una orden ministerial de 1978 para no implicar al Consejo de Ministros en el ‘ascenso’ del prelado a general de división.
Previamente, en abril del año pasado, la ministra de Defensa puso al frente de la Inspección General de la Sanidad Militar (Igesan) al general de brigada farmacéutico Juan José Sánchez Ramos. Aquella decisión provocó un terremoto dentro de este órgano de los Cuerpos Comunes ya que por primera se colocó a un farmacéutico -en vez de un médico- al frente de la Igesan.
Sánchez Ramos sustituyó en aquel entonces a Antonio Ramón Conde Ortiz, quien un mes antes se había negado a destituir al general de brigada Julio Francisco Pérez Mochales tras una orden de Valcarce por la polémica vacunación en el cuartel general de la Armada.