Yolanda Díaz amenaza a Podemos con dejarse querer por el PSOE si torpedean su proyecto
Diputados del PSOE admiten que «es una buena ministra». En Podemos creen que los amagos de un plan b son un farol y le reprochan querer «tener manos libres»
La ministra de Trabajo y vicepresidenta Yolanda Díaz tiene claro cuál es su objetivo y cuáles las condiciones. Su prioridad es crear una plataforma política centrada en su persona, pero «quiere tener las manos libres», dicen fuentes de Podemos. La situación interna en Unidas Podemos es de enorme crisis, con una desavenencia pública entre la cúpula y la ministra gallega. Es por ello que en Podemos sostienen que Díaz avisa de que, si las cosas van mal, ella siempre tendrá un plan b, que consiste en entrar en la lista del presidente. Aun así, las fuentes consultadas creen que la responsable de Trabajo va de farol.
La ruptura entre la cúpula de Podemos y la ministra de Trabajo se escenificó el miércoles en el Congreso. Y se ha mantenido a lo largo del pasado jueves, con declaraciones cruzadas entre Díaz e Irene Montero. El problema orbita siempre alrededor de la fórmula del proyecto que quiere impulsar Díaz. Podemos, como ya desveló este diario en varias exclusivas, no quiere perder su cuota de poder. Díaz, por su parte, no quiere ataduras.
«Yolanda quiere mano libre para controlar el espacio político, pero Irene no quiere», revelan desde Podemos. Este es el nudo gordiano, porque Montero exige a Díaz compartir el poder en su proyecto. Es decir, tener acceso directo a las listas electorales para imponer a sus afines. Díaz no acepta el diktat. Es por ello que, según fuentes de Podemos, va avisando ante sus afines de que, para activar su proyecto, necesita tener amarrada esta condición. Y que, si esto no ocurre, estaría dispuesta a escuchar una oferta del PSOE.
«Yolanda es una buena ministra»
Desde el PSOE, en efecto, llegan palabras dulces hacia la dirigente gallega. Diputados del PSOE admiten que «Yolanda es una buena ministra». Estas fuentes se suman a la tesis de que Díaz estaría avisando a los morados para que no torpedeen su plataforma. La propia Díaz, en efecto, lleva meses lanzando indirectas para afirmar que su proyecto político es una opción, pero no la única. «Como vaya de egos o haya ruido es probable que me vaya», ya avisó en septiembre en una entrevista en la Cadena SER. Es decir, existen condiciones y una de ellas es que no esté sometida a tutelajes por parte de Podemos.
Aunque el choque con Irene Montero se hizo público el pasado miércoles, la desavenencia viene de lejos. Al menos desde las elecciones gallegas de junio de 2020. Podemos se quedó fuera del parlamento autonómico y miembros de la cúpula morada culparon del batacazo a Díaz. La ministra entendió la animadversión que despertaba en el llamado círculo de Galapagar. Pero todavía mandaba Pablo Iglesias y los suyos concluyeron que existían márgenes para la reconciliación.
Un año y medio después, las cosas se han torcido. Iglesias ha salido del Gobierno y ha nombrado a Díaz como sucesora. Pero Díaz no quiere padrinos y ha empezado a tejer alianzas al margen de Podemos para un futuro proyecto personal. Un «artefacto» parecido al de Manuela Carmena, según los morados, que le reprochan el «personalismo» de esta iniciativa.
Falta de generosidad
La versión de los morados es que Díaz carece de generosidad. Podemos sabe que Iglesias la aupó al ministerio en contra del criterio de Alberto Garzón. Además, ahora está dispuesto a ceder el liderazgo del nuevo frente común, asumiendo sus «tiempos». Los morados se abren incluso a renunciar a su sigla para aunar fuerzas y afianzar un plan de refundación. Pero los afines a Díaz revelan que se ha perdido la confianza personal entre los dos segmentos.
Díaz cree, por ejemplo, que Podemos trabajó en la sombra para que ERC rechazara su reforma laboral. En este segmento creen que Rufián «está jugando en la interna de Podemos» para debilitar a Díaz. Y la frase de Gabriel Rufián del miércoles reforzó esta tesis. «Cuídense de quien aplaude siempre», dijo mirando a Montero y Belarra. La temperatura va subiendo.
Díaz lleva meses de retraso para dar su gira por los territorios. Tiene problemas de captación de cuadros, como publicó en exclusiva este diario. Y los morados se han dado cuenta de esta debilidad, tal y como ha podido saber THE OBJECTIVE. Pero la cúpula también sabe que Díaz goza del apoyo de muchos medios de comunicación. Se trata de un respaldo patrocinado por La Moncloa, que también revela la conexión con los socialistas.
Oferta vacía y ‘realpolitik’
Aun así, el mensaje que proviene desde las afines a Díaz es recibido con cautela por los morados. Creen que en realidad se trata de un farol, una «maniobra» para asustar a la cúpula morada. Fuentes de Podemos están convencidas de que, aunque existe un coqueteo del PSOE, se trata de ofertas vacías, puesto que el plan que manejaría Sánchez es claro: «Yolanda lo sabe, pero amenaza con ello», sostienen.
El presidente Sánchez afirmó en su entrevista del lunes en RTVE que Díaz debe liderar el espacio de Unidas Podemos para que mantenga los escaños actuales y le permita revalidar el Ejecutivo en las próximas elecciones. «El PSOE es consciente de que Irene no llega a los 20 diputados», dicen en Podemos. Y de que, para revalidar el Gobierno, es esencial que Unidas Podemos conserve su peso electoral. A este clavo ardiendo se agarran Montero y Ione Belarra.
Según Podemos, Sánchez ha dejado de pensar en el bipartidismo. El círculo de Iglesias reconoció al socialista haber entendido la nueva etapa antes que sus predecesores. Y creen que la apertura a la gallega forma parte de un juego estratégico destinado a presionar a la cúpula morada. Esta opción, sin embargo, es difícil que se consolide. Los morados no están dispuestos a bajar las espadas.
El propio Pablo Iglesias manifestó su irritación tras el debate parlamentario del miércoles, según las fuentes consultadas. Pero difícilmente cada actor renunciará a lo que considera ser la realpolitik: «Esto no cambia: Yolanda cree que, si se aleja de Podemos, es mejor para ella, pero sabe que debe ir con Podemos, aunque la cúpula no quiere perder el control y Yolanda no quiere tener las manos atadas».