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España

Raúl Solís: «El feminismo antitrans bebe de la ultraderecha»

El periodista extremeño acusa al feminismo clásico de representar a una élite y de iniciar una batalla contra la ley trans para no perder la hegemonía del movimiento

Raúl Solís, autor del libro. | Cedida

El feminismo no oculta su división. Las facciones se acusan mutuamente de romper el movimiento. Irán separadas a las marchas convocadas el 8 de marzo porque las diferencias son insalvables. Especialmente, respecto a la futura ley trans, propuesta por la ministra de Igualdad, Irene Montero. Sus detractoras la acusan de reforzar estereotipos tradicionales y del borrado de las mujeres. «El feminismo antitrans bebe de la ultraderecha. Solo defiende a una élite», crítica el periodista Raúl Solís. Acaba de publicar La batalla trans, un libro que «habla de derechos humanos».

Es la segunda publicación de Solís (Mérida, 1982). En su debut editorial, La doble transición, narró la vida de ocho mujeres transexuales a partir de sus experiencias vitales. En esa obra aborda la heroicidad de «un colectivo perseguido durante la dictadura y olvidado en la democracia». Una tesis a la que regresa en su último libro: «Cuando los presos políticos del franquismo salieron de la cárcel en 1977, las personas trans tuvieron que esperar hasta 1979».

Feminismo como caballo de Troya

En La batalla trans, Solís denuncia que este colectivo sea el último en conseguir sus derechos. Se los niega parte del feminismo, que «ha hecho de lo biológico, de la genitalidad con la que el patriarcado cosifica a las mujeres, su categoría analítica». El Consejo de Ministros aprobó el 29 de junio un anteproyecto de ley basado en la autodeterminación del sexo registral. Esto significa que cualquier personas podrá cambiar de sexo sin necesidad de informes psiquiátricos o jurídicos. Bastará con la voluntad.

Para entrar en vigor, el texto debe pasar por las Cortes. El encargado de enviarlo es el Ejecutivo, que está esperando los pertinentes dictámenes de los órganos consultivos del Consejo General del Poder Judicial y el Consejo de Estado. Las organizaciones trans se quejan del retraso en su tramitación y apremian a acelerar los plazos para que se apruebe en esta legislatura por «la amenaza de la ultraderecha». Se trata de uno de los compromisos que adquirieron PSOE y Unidas Podemos en su acuerdo de coalición.

Concentración por los derechos de la infancia trans en enero. | Foto: Jesús Hellín (Europa Press)

Algunas feministas afirman que la autodeterminación de género crea inseguridad jurídica y contradice los derechos constitucionales de las mujeres. «Hay un feminismo reaccionario que se ha voxificado. Es autoritario y, en lugar de hablar de igualdad, habla de guerra de sexos», sostiene Solís. En su opinión, estas feministas quieren sustituir el género, «una construcción cultural que crea desigualdad y se puede combatir», por la biología, «que no puede modificarse».

«Muchas creen que, con la ley trans, estas personas van a entrar en los baños para violar a las mujeres, van a copar las disciplinas deportivas o se va a borrar social y jurídicamente a las mujeres», reconoce el periodista extremeño. Solís afirma que «son las mismas que dicen que las personas trans son hombres vestidos como mujeres». Y denuncia: «Muchas de estas feministas antitrans son mencionadas por Vox en la tribuna del Congreso. Se retroalimentan».

Reacción antitrans

Solís considera que algunos sectores del feminismo tienen miedo a perder la hegemonía del movimiento. Sus privilegios. «La reacción antitrans no es más que la respuesta al empuje del feminismo popular que estalló en las calles españolas el 8 de marzo de 2018 y que jubiló a un feminismo institucionalizado muy preocupado por los techos de cristal e impasible a las necesidades de las mujeres que recogen esos cristales rotos», advierte en las páginas del libro. Arremete contra ellas por usar «las mismas técnicas que el patriarcado».

El periodista considera que la batalla emana del feminismo vinculado al PSOE, que ve cómo se desmorona su control sobre el movimiento. «El feminismo tiene muchas servidumbres. Hay personas que llevan 40 años viviendo de él. Son feministas profesionales que hacían feminismo para una élite», se sincera Solís a THE OBJECTIVE. En caso contrario, insiste el autor, «habrían luchado contra la situación que viven las cajeras de los supermercados, las trabajadoras de la dependencia o las camareras de piso».

Portada del libro publicado por Raúl Solís

La necesidad de escribir un libro surge en el verano de 2019, cuando su autor advierte que, en la Escuela Feminista Rosario Acuña de Gijón, uno de los principales think tank del movimiento, plantean que la nueva agenda feminista debe ir contra la ley trans. En esas ponencias participan feministas vinculadas al PSOE, como Amelia Varcárcel, Alicia Millán o Ángeles Álvarez, a quien Solís atribuye el término borrado de las mujeres, que vincula la eliminación de sus derechos con la aprobación de la ley trans.

«La ley trans ya existe en 14 comunidades autónomas, pero un menor solo puede cambiar de identidad si acude a los juzgados y pleitea. Para eso hace falta dinero», se queja Solís. Es una de las cuestiones por las que considera tan importante aprobar la nueva norma. En caso contrario, el periodista advierte de que se condena a las personas trans a seguir en las catacumbas, ya que viven en «la más absoluta marginalidad». Y sentencia «Son las parias de las parias y ha llegado la hora de la luz».

2 comentarios
  1. mariquiya03

    Aquí tenemos el ejemplo de un macho, que dice a las mujeres como ser feministas. Las feministas defendemos a las mujeres, muchos años de peleas y sufrimiento para que venga un tío a decir que tenemos muchos privilegios y nos quiera imponer hombres autodenominados mujeres para quitarnos nuestro lugar. Váyase de vacaciones señor!

  2. BrainStorming

    Esto es un «falso enfrentamiento» en realidad.
    La «movida trans» esta de nuevo cuño no se enfrenta al feminismo, solo se enfrenta a la realidad de las cosas: los humanos somos machos o hembras físicamente, y esto es así, del mismo modo que uno puede negar cuanto quiera la ley de la gravedad, pero las piedras que lance seguirán cayendo hacia abajo.
    Y no veo que haya ningún problema de «derechos». Cualquiera que tenga claros sus propios sentimientos (en el sentido de saber con certeza que se siente hombre, o mujer, y que este sentimiento es lo suficientemente estable para considerarlo permanente) puede realizar su cambio de sexo desde hace ya años (cosa que me parece estupenda)
    Otra cosa es desnaturalizar el movimiento feminista mezclándolo con reivindicaciones trans (que nada tienen que ver con él), o confundir el derecho a cambiar con que lo pueda hacer cualquiera (incluso un adolescente inmaduro que no sabe ni cómo se siente), o negar que no es asumible la inseguridad jurídica que generarían ciertas reivindicaciones trans en caso de ponerse en práctica.
    Más que persecución, o enfrentamiento con el feminismo veo yo aquí bastante falta de «madurez trans»

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