La Audiencia Nacional juzga al acusado que planteó matar a Pedro Sánchez
A pesar de ello, fuentes gubernamentales aseguraron que la seguridad de Sánchez «en ningún caso se había visto comprometida»
Un vigilante de seguridad, detenido en 2018 con un arsenal de armas, se sienta en el banquillo de la Audiencia Nacional por plantear de forma «explícita» su deseo de matar como «francotirador» al presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, con expresiones como «me gustaría tenerlo un día en el punto de mira».
El acusado, Manuel Murillo, hijo del último alcalde franquista de Rubí (Barcelona) y a quien se vinculó con entornos de extrema derecha, se pronunció así en un grupo de WhatsApp llamado ‘Terrassa por España’, y también con particulares, a propósito de los planes del Ejecutivo de exhumar los restos del dictador Francisco Franco del Valle de los Caídos.
La Fiscalía pide para él 19 años de cárcel por homicidio en grado de proposición con la agravante de discriminación ideológica, y por un delito de depósito de armas y municiones de guerra, tenencia de armas prohibidas, depósito de municiones no autorizadas y tenencia de explosivos.
Sostiene que el acusado, de 66 años, «alcanzó la convicción personal de la necesidad de planificar acciones tendentes a causar la muerte del presidente del Gobierno como forma de derrotar el gobierno socialista».
Pidió ayuda para ejecutar su plan
Además, según el escrito de conclusiones provisionales del fiscal, «solicitó de forma pública y privada ayuda para llevarlo a cabo» en el grupo ‘Terrassa por España’, formado por personas «afines a ideología política nacionalista y conservadora», exponiendo que tenía «muchas armas y munición».
«Yo lo hago. Necesito ayuda y tiene que ser patriotas (…) Soy un francotirador y con un tiro preciso se acaba el Sánchez antes de que del todo se hunda a España. No haría falta guerras», planteaba.
Contactó asimismo con particulares, como uno de nombre «Vox organizador», aunque el fiscal aclara que no consta que pertenezca a esa formación, y también manifestó la necesidad de crear «un comando de francotiradores» en relación a Sánchez.
«Lo haría particularmente, solo necesito periodistas que siempre están allí donde hay la noticia para ir como ellos al punto en el lugar y hora que estará el Sánchez para tener preparado el disparo. Es para tirar de lejos, para eso necesito alquilar un piso cerca y preparar todo como la peli de una bala para el Rey», transmitió.
Los mensajes fueron emitidos entre julio y septiembre de 2018. En el primero, de 18 de julio, señalaba: «No podemos permitir que humillen al Generalísimo Francisco Franco ni a José Antonio Primo de Rivera (…) Si es preciso me voy a ir armado y me sentaré en la tumba de Franco y si se acercan disparo».
En agosto ya aludió directamente al presidente: «Si levantara la cabeza el abuelo materno de Pedro Sánchez que estuvo al lado de Franco le estaría dando ostias hasta donde no se puede decir (…). Ya me gustaría tenerlo un día en el punto de mira».
«Discurso de rechazo» hacia Sánchez
La Fiscalía observa que empezó a fraguar «un discurso de rechazo» hacia Sánchez, que culminó «en el deseo expresado de forma explícita del procesado de acabar con su vida como medio para forzar un cambio en la vida política del país».
«Si lo sacan (a Franco) me cargo a Sánchez»; «mi mayor ilusión es meter al traidor de Sánchez debajo de la lápida de Franco», fueron algunas de sus referencias.
Una receptora de estos mensajes, entonces dirigente local de Vox, los denunció, y los Mossos detuvieron al acusado en septiembre de 2018, cuando iba en su vehículo, donde le intervinieron una pistola, una carabina, un puñal, un punzón y útiles para la práctica de tiro.
En el registro de su casa se hallaron numerosas armas y municiones, entre ellas tres revólveres, una escopeta, un fusil, una ballesta artesanal y un artefacto explosivo de confección casera.
A raíz del arresto, fuentes gubernamentales aseguraron que la seguridad de Sánchez «en ningún caso» se había visto comprometida».