Sánchez iguala los ocho embajadores 'políticos' del PSOE que tuvo Zapatero en un mandato
Los últimos nombramientos de Borja Cabezón e Isabel Celaá disparan la cifra en Exteriores a un umbral que no se veía desde hace 15 años
Pedro Sánchez ha igualado un récord de José Luis Rodríguez Zapatero que muchos diplomáticos del Ministerio de Asuntos Exteriores veían un techo insuperable: los ocho embajadores ‘políticos’ afines al PSOE que fueron nombrados en la primera legislatura del segundo.
El Ejecutivo aprobó este martes el nombramiento de Borja Cabezón como embajador en misión especial para la Crisis Internacional de la COVID-19 y la Salud Global, justo cuando la lucha contra la pandemia está en su punto más bajo desde la aparición del virus hace dos años.
El ministro de Asuntos Exteriores, José Manuel Albares, ha buscado así acomodo a Cabezón, quien dejó su escaño en la Asamblea de Madrid en diciembre de 2020 para su infructuoso intento por convertirse en director de Casa de América. Finalmente, esta designación no salió adelante por falta de acuerdo ya que tanto el Ayuntamiento de Madrid como la Comunidad de Madrid, miembros del Consejo Rector junto con Exteriores, lo rechazaron.
De hecho, tras meses de bloqueo durante la última parte de la etapa de Arancha González Laya, fue la llegada de Albares al Palacio de Santa Cruz, sede principal de Exteriores, la que facilitó el nombramiento del diplomático Enrique Ojeda para dirigir la institución de Casa de América.
La entrada de Cabezón en Exteriores amplía a ocho el número de embajadores ‘políticos’ próximos al PSOE que Sánchez ha elegido desde su llegada a La Moncloa hace tres años y medio, una cifra que no se veía desde hace 15 años y que no tiene parangón durante el período democrático, pese a los llamamientos de la Asociación de Diplomáticos Españoles (ADE) para que no se abuse de esta práctica.
Siete políticos al mismo tiempo con Sánchez
En la actualidad, hay siete embajadores políticos destinados al mismo tiempo en el extranjero. Cabezón sucede a la exministra de Educación Isabel Celaá , nombrada embajadora ante el Vaticano a principios de año una vez que la Santa Sede dio su consentimiento al plácet.
Tras la moción de censura de mediados de 2018, Sánchez colocó al exalcalde socialista de Lérida Ángel Ros en Andorra, al exdirigente valenciano Juan Andrés Perelló en la UNESCO –quien acaba de ser sustituido por el exministro de Cultura, José Manuel Rodríguez Uribes para pasar a dirigir la Casa Mediterráneo– y al exmiembro de la Ejecutiva del PSOE Manuel María Escudero en la OCDE.
Y a principios de 2020, tras la constitución del Gobierno de coalición, le siguieron otros dos nombramientos ajenos a la Carrera Diplomática: el de la exministra de Sanidad Carmen Montón en la Organización de Estados Americanos (OEA) y el ‘desconocido’ Ángel Martín Peccis, de quien luego se supo que fue una elección impuesta por José Luis Ábalos a Arancha González Laya en el Consejo de Ministros, fruto de la amistad que se profesaban el entonces ministro de Transportes y el director de la oficina de la Organización de Estados Iberoamericanos (OEI) en Colombia.
Otro dato reseñable es que Celaá fue la tercera exministra de Sánchez que consigue dirigir una legación diplomática tras Montón y Rodríguez Uribes. Una situación que se asemeja a la persistencia en la que incurrió Zapatero a la hora de utilizar las embajadas de España en el extranjero para dar premios de consolación a ministros que quedaban descolgados en las remodelaciones de Gobierno o bien, para complacer a algunos dirigentes socialistas tras salir de la primera línea política.
La ADE, que aglutina al 70% de los diplomáticos en activo, siempre ha expresado su malestar por este uso discrecional de los nombramientos por parte del Ejecutivo, sobre todo si el número de embajadores políticos deja de ser una circunstancia excepcional.
A lo largo de los últimos años, la ADE ha insistido en que sus miembros tienen «un alto grado de idoneidad, experiencia acumulada y acreditada competencia profesional» para desempeñar las funciones de embajador «con total eficacia y lealtad» al Gobierno de turno. «El nombramiento de embajadores políticos merma las naturales aspiraciones profesionales de nuestros asociados, basadas en los principios de mérito y capacidad invocados para el acceso a la Función Pública» mediante una dura y exigente oposición, subraya la ADE.
Felipe González tuvo un reducido grupo de embajadores no diplomáticos en sus 14 años en el poder, caso de Joan Raventós en Francia, Julián Santamaría en Estados Unidos, Jorge de Esteban en Italia, Eduardo Foncillas en Alemania, Raúl Morodo en Portugal o Emilio Menéndez del Valle en Jordania e Italia. José María Aznar únicamente envió a Elena Pisonero de embajadora a la OCDE.
Las cifras de Zapatero
Con Zapatero se disparó el número de embajadores políticos en su primera legislatura: el citado Raúl Morodo fue enviado a Venezuela, cuyo paso por Caracas es investigado ahora por la Audiencia Nacional. Le siguieron Luis Planas en Marruecos, Fernando Ballesteros en la OCDE, Germán Bejarano en Malasia, Rafael Estrella en Argentina, Francisco Vázquez en la Santa Sede, la exministra María Jesús San Segundo en la UNESCO y Miguel Ángel Cortizo en Paraguay.
En la segunda legislatura, los ‘agraciados’ fueron los exministros Joan Clos, destinado a Turquía, y Cristina Narbona, quien fue enviada a la OCDE. Luis Planas pasó de Rabat a Bruselas para dirigir la Representación Permanente de la UE, mientras que el jefe de Gabinete de Moratinos, Javier Sancho, consiguió la plaza de embajador ante la OEA.