Malestar en el sector del vino por el plan del Gobierno para reducir su consumo en los bares
La industria no entiende por qué el Ejecutivo ha tratado de desincentivar la ingesta de un producto que «no puede desasociarse de la dieta mediterránea»
Dar un paso atrás no ha librado al Gobierno de las críticas. El sector del vino ha mostrado su malestar por el plan para reducir la ingesta de esta bebida en los bares, según aconsejaba la Estrategia en Salud Cardiovascular del Sistema Nacional de Salud (ESCAV). El Ministerio de Sanidad ha decidido no incluir referencias al alcohol en el texto, pero la industria sigue sin entender por qué el Ejecutivo ha tratado de desincentivar el consumo de un producto que «no puede desasociarse de la dieta mediterránea».
El departamento que dirige Carolina Darias no mencionará esta cuestión en la ESCAV, tal y como solicitaron la mayoría de las regiones en el Consejo Interterritorial celebrado este miércoles. Entre ellas, algunas gobernadas por los socialistas. El ministerio tuvo que desmentir, incluso, que fuese a prohibir el vino y la cerveza en las comidas en los bares. El documento, al que ha tenido acceso THE OBJECTIVE, alude a «colaborar con establecimientos de restauración para promover la dieta mediterránea como modelo de alimentación cardiosaludable, sin incluir en ella el consumo de alcohol».
Marcha atrás del Gobierno
Esta era una de las 13o acciones que conformaban la estrategia. El sector del vino sostiene que incluir el producto entre las sustancias dañinas para el corazón es una «contradicción», ya que existen «evidencias científicas» que demuestran su beneficio. Un extremo que desacreditan los expertos que han elaborado el documento, que aseguran que «ahora se sabe que el posible beneficio cardiovascular derivado del consumo de alcohol es insuficiente para compensar la mortalidad por el conjunto de las otras causas asociadas a su consumo».
Las enfermedades cardiovasculares son la primera causa de muerte en España. En 2020 costaron la vida a casi 120.000 personas, según el Instituto Nacional de Estadística (INE). El texto sostiene que una ingesta de 30 g/día incrementa el riesgo de enfermedades como la hipertensión arterial, la fibrilación o la insuficiencia cardíaca. «Vino y dieta mediterránea es un tándem inseparable», insiste Susana García, directora de la Asociación Interprofesional del Vino en España (OIVE), que integra organizaciones de productores, viticultores, cooperativas y bodegueras.
García defiende que la dieta mediterránea se basa en el trigo, el olivo y la viña, cultivo del que se recogen los frutos para elaborar el vino. «El plan del Gobierno me parece contradictorio. Somos el segundo país más longevo del mundo. La dieta mediterránea incluye la ingesta de vino. Algo estamos haciendo bien», afirma la directora de la OIVE. E insiste: «Una copa al día, beber con moderación, no hace mal a nadie. Lo dice la Organización Mundial de la Salud, no yo».
«El vino forma parte de nuestra gastronomía y de nuestra cultura», argumenta García. En su opinión, desincentivar el consumo del vino también tendría implicaciones económicas. El sector representa el 2,2% del Producto Interior Bruto (PIB) y el 2,4% del mercado laboral, con más de 427.000 empleos directos según datos de la OIVE. Además, España es el tercer mayor productor de vino del mundo y cuenta con la mayor extensión de estos cultivos en el planeta. «El Gobierno tiene que ser más responsable y distinguir entre uso y abuso», recalca García.
Más beligerantes han sido los productores. Alicia Vidal, de Bodegas Vidal Soblechero, afirma que el vino siempre se ha calificado como alimento. La bodeguera sostiene que consumir esta bebida con moderación no supone ningún problema y es algo que validan los estudios científicos. «Siempre se ha bebido vino y no ha pasado nada, ¿por qué ahora sí? Lo que habría que retirar son los productos ultraprocesados y con azúcares. El problema es ese y el sedentarismo. Hace falta fomentar el deporte», sostiene Vidal.
«España es vino. Todas las provincias lo elaboran», explica la bodeguera vallisoletana. Una opinión que comparte Ramón Cid, de Viña Bardela, una empresa familiar que lleva ocho décadas produciendo vino en Venturada, un pequeño municipio al noroeste de la Comunidad de Madrid. «Me parece un desastre lo que pretendían hacer el Gobierno. Cuando te comes un menú, nunca verás a nadie dando tumbos. Además, el vino está catalogado como un producto de alimentación», subraya Cid.
«Una batalla interesada»
Las organizaciones agrícolas rechazan entrar en «una batalla política interesada», pero defienden el vino como un producto de la dieta mediterránea. «Forma parte de ella desde tiempos inmemoriales. No somos nadie para valorar la estrategia sanitaria del Gobierno, pero creemos que el consumo responsable del vino es un estilo de vida en España», explica un portavoz de la Unión de Pequeños Agricultores y Ganaderos (UPA). Solicita a los partidos «que saquen al sector primario de la batalla primaria del sector porque, hacerlo, lo perjudica».
Este periódico no ha logrado conocer la posición de la Asociación de Cerveros de España, que agrupa a los productores de cerveza de nuestro país, que representan el 1,3 % del PIB. Javier Terrón, de Cervezas Gabarrera, un producto artesanal de Becerril de la Sierra (Madrid), sostiene que no ha tenido tiempo de informarse del plan del Gobierno en profundidad y que prefiere no hacer valoraciones. Lo mismo que Susana Torres, creadora de las Cervezas Enigma, otra bebida artesana madrileña.