Pedro Sánchez entra en precampaña para tapar su plan de recorte al consumo energético
El presidente prepara topes al gasto energético de los hogares para después del verano, pero lanza una decena de promesas para desviar el debate público
Pedro Sánchez ha aprovechado el debate del estado de la nación para entrar en precampaña electoral. El líder del Ejecutivo ha lanzado desde el Congreso de los Diputados 14 iniciativas para paliar la crisis económica, centradas en ayudas al transporte público, el alquiler y las becas, entre otras. El Ejecutivo ofrece una receta con incremento del gasto público, sin miedo al aumento de la deuda, y enfocando su planteamiento en mensajes para que la ciudadanía entienda que el Gobierno hace todo lo posible para paliar los efectos de la crisis. Al igual que Alemania, Francia e Italia, España se prepara para poner topes en las calefacciones y aplicar recortes energéticos.
Varios grupos políticos y analistas consultados por este diario después de la intervención de Sánchez coinciden en que las promesas de Sánchez responde a una estrategia política ya de precampaña electoral. No significa, no obstante, que Sánchez tenga en su cabeza adelantar los comicios, sino luchar hasta el final para mantener el Gobierno, en un contexto social y económico muy delicado, y con las encuestas a la baja. Solo Podemos ha celebrado sin matices el planteamiento del Ejecutivo, recordando que el impuesto a la banca y la tasa extraordinaria a las eléctricas formaba parte de su propuesta para el «cambio de rumbo».
Con estos anuncios, bien planificado desde su cuartel general de la Moncloa, Sánchez espera dar una sensación de reacción ante la crisis, pero también quiere ocultar lo que puede llegar en el próximo otoño. Fuentes ministeriales comentan que el Ejecutivo vive con preocupación la evolución del escenario bélico en Ucrania. La incógnita rusa deja abierta la posibilidad de que Putin corte el gas en los próximos meses. Esto abocaría a Alemania a una recesión, con un cierre de industrias y un efecto dominó que arrasaría la economía española.
«No podemos descartar nada»
Sánchez, en definitiva, cruza los dedos esperando que Putin no ejecute sus peores amenazas. De manera muy escueta, el presidente del Gobierno admitió su preocupación en el Congreso: «No podemos descartar nada», reconoció. Acto seguido habló de «adaptar medidas de ahorro energético», para referirse al «aire condicionado y la calefacción», con topes de temperaturas máximos, impulso del teletrabajo y ayudas al transporte público.
«Me voy a dejar la pieza para ayudar a la clase media y trabajadora», prometió Sánchez. Y anunció varias medidas de ayudas, como la bonificación de los bonos de Renfe, más dinero para las becas y topes en el aumento del alquiler, entre otros. Se trata de medidas muy caras para las arcas públicas, que deberán añadirse a otras como el aumento de las pensiones al IPC que elevará la deuda.
Una «lluvia de millones», según incluso las formaciones nacionalistas, que cuestionan el planteamiento del presidente. Incluso la CUP afirma que Sánchez asume que «el futuro es incierto», mientras que el PNV habla de batiburrillo de iniciativas (un «brainstorming») ministeriales sin mucho orden. El PP y Ciudadanos cuestionan la ausencia de reformas y de plan de ajuste. Inés Arrimadas acusa a Sánchez de no retocar el gasto de sus ministerios y asesores.
Impuesto especial a la banca
Sánchez pretende, por otro lado, recaudar unos 7.000 millones de euros gracias a dos impuestos extraordinarios (y temporales) a la banca y el sector energético. Estos anuncios desplomaron en el día de ayer los títulos de los bancos españoles en la bolsa, aunque todas las fuentes políticas asumen que Sánchez seguirá en su plan de mayor gasto público con el objetivo de llegar al final de la legislatura con alguna esperanza de revalidar el control de la Moncloa.
De no ser así, Sánchez se entregará al plan b de buscar una salida en una organización internacional. Fuentes políticas ministeriales y hasta diplomáticas mencionan al Consejo Europeo y la OTAN, pero Sánchez insiste en calificar esas especulaciones de «cenáculos» de los «poderes ocultos» de la capital.