Un grupo de profesoras alerta de los «graves efectos» de las ‘leyes trans’ en los colegios
Un nuevo libro denuncia que los protocolos ‘trans’ en la escuela han conllevado un «proceso de captación» de menores con efectos irreversibles sobre su salud
Cuatro expertas en educación denuncian en un nuevo libro los «graves efectos» que los protocolos ‘trans’ en las escuelas y en la sanidad están teniendo para la «salud física y mental» de los adolescentes. La tesis del libro La coeducación secuestrada (Ed. Octaedro) relata cómo el desembarco en los centros educativos de este tipo de leyes vigentes en la mayoría de comunidades autónomas ha conllevado una serie de efectos perversos sobre los más jóvenes. Y no dudan en alertar de que la ley nacional que prepara Irene Montero solo contribuirá a acentuar los problemas, en vista de los ejemplos que ya se pueden ver a escala autonómica.
Silvia Carrasco, doctora en Antropología Social y presidenta de Feministas de Catalunya; Ana Hidalgo, profesora de Enseñanza Secundaria y doctora en Estudios Literarios por la Universidad Complutense de Madrid; Araceli Muñoz de Lacalle, doctora en Filosofía y Ciencias de la Educación por la Universidad Complutense de Madrid; y Marina Pibernat, doctora en Antropología Social e historiadora, son las cuatros expertas que abordan desde el punto de vista de la docencia y la investigación los problemas surgidos de la sobreexposición a «las ideas transexuales». La organización corre a cargo de DoFemCo, docentes Feministas por la Coeducación.
«Este libro es incómodo y polémico, que rompe con el relato oficial de la identidad de género que se suscribe desde el Gobierno y el Ministerio de Igualdad», explica una de sus coautores, Marina Pibernat, a THE OBJECTIVE. Y añade que es el primero que se atreve a abordar desde un punto de vista científico, racional y desde la teoría feminista lo que está pasando en los centros educativos: «Abordamos el tema de forma muy amplia sobre el impacto del transgenerismo tanto en el alumnado como el profesorado, como en las familias, leyes y protocolos».
«Son ideas religiosas»
Estas cuatro expertas en educación se dieron cuenta de que el sistema educativo no quedaba indemne de las «campañas multimedia y omnipresentes que difunde las ideas transgeneristas». Unas campañas, además, que se elaboran «para todos los grupos de edad». No solo para adultos. Y que, a su juicio, son ideas hegemónicas en los medios de comunicación. «Vimos que se multiplicaban los casos en las escuelas a medida que estas ideas eran las dominantes», añade Silvia Carrasco.
Acusan a la propia escuela de ser transmisora de esta ficción de las teorías queer de que se puede cambiar de sexo, que se puede nacer en un cuerpo equivocado y que ser mujer u hombre es un sentimiento. «Estamos ante un conjunto de ideas transgeneristas que se parecen mucho más a creencias religiosas que a ideas científicas y empíricas. Con graves efectos sobre los jóvenes en su salud mental, sus cuerpos, y salud física», remacha Pibernat.
Calculan que hay más de 46 leyes vigentes de esta naturaleza, así como protocolos educativos y sanitarios sobre como aplicarlas. Estas normas persisten en la idea de que «el sexo es ficticio» y no advierten a los más jóvenes de las consecuencias que pasar por un tratamiento hormonal puede tener sobre su salud ni de la irreversibilidad de estos tratamientos.
«Proceso de captación»
El libro también insiste en la tesis de que hay «un proceso de captación» y efecto contagio en la que muchas adolescentes, con las dudas inherentes de la edad sobre su propio cuerpo y sexualidad, se ven sumergidas en un proceso sin marcha atrás. Denuncian que el sistema actual, con fundaciones como Chrysallis, que están «muy bien financiadas» y subvencionadas, hace casi imposible que las adolescentes tengan visiones alternativas sobre los cambios y dudas que están experimentando.
Uno de los ejemplos es una chica de 13 años, que en pleno confinamiento por la covid-19, empezó a ver vídeos en internet y se convenció de que era un chico atrapado en un cuerpo de mujer: «La madre la llevó al psicólogo, y este, aduciendo que no es un tema de salud mental, la derivó inmediatamente a Trànsit, la unidad de tratamiento de la identidad de género de la sanidad catalana».
Salió de esta primera visita con la receta de la testosterona y un documento, cuyas dos primeras páginas sostienen que todo es inocuo y reversible. Las otras dos páginas son un listado de más de 40 asociaciones catalanas de ‘familias trans’, subvencionadas por la Generalitat, relata Carrasco para explicar cómo las teorías queer se han vuelto dominantes, a pesar de dudas de psicólogos, pediatras y docentes sobre esta disciplina.
Prótesis sexuales infantiles
En el libro también recogen cómo estas teorías transexuales han hecho proliferar la venta de prótesis sexuales para niños y niñas. Siendo un fenómeno cada vez más extendido: «Esta sexualización es paralela a la comercialización en internet de genitales y atributos sexuales protésicos de silicona de tamaño infantil. Penes protésicos para que las niñas, supuestamente niños trans, los sujeten a su cintura y orinen a través de ellos, y mamas protésicas a modo de sujetador para niños, supuestas niñas trans».
Como ejemplo ponen la oferta comercial de la empresa Transkids.biz, dedicada a ‘suministros de afirmación del género para tu criatura’, que «muestra un repertorio inequívoco que refleja la asociación entre infancia, sexualidad e identidad trans». A este respecto, vinculan la ‘gincana sexual’ para niños que se celebró en Vilassar de Mar (Barcelona) con el fomento de estos juegos sexuales de la doctrina queer.
Suecia o Reino Unido dan marcha atrás
Uno de los objetivos del nuevo libro, que sale a la venta en noviembre, es concienciar a los políticos de la necesidad de dar marcha atrás en este tipo de políticas. Avisan de que en países como Suecia o Reino Unido, pioneros en este tipo de leyes trans, están reculando al «constatar sus nefastas consecuencias».
Insisten en que el actual proyecto de ‘Ley Trans’ del Gobierno se «basa en una mentira anticientífica» y quieren dejar constancia que la oposición a las teorías queer no es «machismo rancio» sino una forma de «proteger a las mujeres y a la infancia».