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Interior cancela el programa para desradicalizar yihadistas en prisión tras su fracaso

Instituciones Penitenciarias ha paralizado temporalmente su plan después de que en los últimos años solo se apuntase el 4% de los presos

Interior cancela el programa para desradicalizar yihadistas en prisión tras su fracaso

Un detenido por yihadismo. | EP

La Secretaria General de Instituciones Penitenciarias, dependiente del Ministerio del Interior, ha paralizado su programa de desradicalización yihadista tras los malos resultados que ha arrojado desde su puesta en marcha en 2016, cuando estaba al frente del departamento el ‘popular’ Juan Ignacio Zoido. Los datos hablan por sí solos. Hasta hace un mes, solo cuatro presos formaban parte de este plan voluntario. Lo que supone un 4% del total de presos (98) que cumplen condena por un delito relacionado con la yihad, según datos de Prisiones. 

En cifras generales, la estadística tampoco varía. En los últimos seis años, solo se han apuntado a estos talleres de reinserción 52 internos. Si se compara, por ejemplo, con los detenidos por terrorismo yihadista en el mismo periodo de tiempo en operaciones desarrolladas por las fuerzas de seguridad (350), esta cifra solo supone un 14% del total de arrestados. Los dos primeros años en los que se puso en marcha esta iniciativa, 2016 y 2017, fueron que los tuvieron más éxito en inscripciones: una horquilla de entre 14 y 15 presos. 

Un escenario que ha llevado a replantearse el diseño de este programa, que pretende desvincular al preso de la violencia sin interferir en sus ideas religiosas. Según señala el departamento dirigido por Ángel Luis Ortiz, en una respuesta al Portal de Transparencia, se ha decidido interrumpirlo por sus escasos resultados. Prisiones, dice el escrito, «ya no promueve la inclusión de nuevos internos debido a que está siendo objeto de revisión y mejora». «Era un desastre, no estaba funcionando. Quienes lo diseñaron no tenían ni idea», critican fuentes sindicales.

Un plan psicológico

El plan, cancelado temporalmente desde principios de este año, se creó en 2016 bajo el nombre Programa Marco de Intervención en Radicalización Violenta con Internos Islamistas, y tenía como objetivo la «prevención, el desenganche y desradicalización de aquellos internos con una asunción arraigada de una ideología extremista». Para conseguir ese fin establecía tres fases que sumaban 19 pasos. Entre ellos estaba «el autoconocimiento personal»; «la modificación y cambio personal», «un análisis profundo de su historia» o «el relato de la vivencia religiosa». 

En este último, desgrana esta iniciativa, era donde Instituciones Penitenciarias perseguía que el preso en cuestión se «plantease abiertamente su fe, su vivencia y su historia a la afiliación al Islam, procurando una desmitificación». Después también estaba otros como «la admisión del radicalismo» o la adquisición de «valores prosociales» como el respeto a la figura de la mujer. En definitiva, un programa más psicológico, voluntario y con unas reglas mínimas que condujese a estos reos a abandonar progresivamente la violencia. 

Cambios anteriores

Aunque ahora se ha paralizado, este plan ya había sufrido cambios en los últimos años. En el verano de 2020, Instituciones Penitenciarias revisó el programa de desradicalización, susceptible de aplicarse entonces a una población reclusa de 243 internos, de los que 50 se situaban como «líderes» con capacidad de captación en las prisiones. De este modo, el objetivo, subrayó el secretario general, Ángel Luis Ortiz, era introducir nuevos indicadores para prevenir la radicalización de los internos.

 En 2018, entre tanto, el Partido Popular también lo retocó poniendo en marcha un instrumento de evaluación del riesgo de radicalismo violento. A través de 39 aspectos, los psicólogos debían determinar el nivel de radicalización en el que se centraban los presos y evaluar la posibilidad de que fuesen reinsertados.

Recelo entre los funcionarios

Por otro lado, este tipo de iniciativas han generado ciertas criticas entre el colectivo de los funcionarios de prisiones. Estos trabajadores insisten en que los planes están mal enfocados, principalmente, porque la mayoría de yihadistas en España no son detenidos por un delito violento sino bien por autodoctrinamiento o bien por difundir la tesis violentas del islam a través de internet. Y por tanto no encajan en los pasos que establece el plan. 

Este escenario, sumado a la falta de personal y a que, en la mayoría de ocasiones, los presos se apuntan «a planes para obtener beneficios penitenciarios y no por un interés real, conduce a la situación actual: nadie se apunta», señalan fuentes penitenciarias a este diario. 

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