Interior ultima un plan para 'neutralizar' los drones que cuelan drogas y móviles en prisión
Los incidentes con estos dispositivos aéreos en los centros penitenciarios se han doblado respecto al año pasado, según datos de Prisiones
La Secretaria General de Instituciones Penitenciarias, órgano dependiente del Ministerio del Interior, ultima un plan para ‘neutralizar’ los drones que sobrevuelan las cárceles españolas. Un sistema en auge mediante el que se ha logrado introducir todo tipo de mercancías ilegales en prisión: drogas, teléfonos móviles, cargadores, bebidas alcohólicas, medicamentos… El uso de estos dispositivos en los centros penitenciarios se ha duplicado respecto al año pasado. Según los últimos datos de Prisiones, hasta julio de 2022 se ha produjeron 33 incidentes con drones —30 avistados y 3 intervenidos—, frente a los 14 que se registraron en todo 2021.
Fuentes penitenciarias consultadas por THE OBJECTIVE señalan que el departamento dirigido por Ángel Luis Ortiz «está en fase de análisis para desarrollar actuaciones para la detección, inhibición e inutilización de drones mediante medios médicos». En las cárceles, Instituciones Penitenciarias trabaja en colaboración con las fuerzas de seguridad, encargadas de la vigilancia exterior de los centros, «para aportar información sobre drones avistados o intervenidos y actuar conjuntamente en esta materia». Estas fuentes, sin embargo, no aclaran qué tipo de plan se está desarrollando. Los sindicatos reclaman desde hace tiempo la instalación de sistemas antidrones, como en el caso de aeropuertos, zonas militares o centrales eléctricas.
Se trata de un conjunto de equipos y software que permite bloquear o eliminar del espacio aéreo a un dron no autorizado, lo cual permite tener zonas más seguras y libres de amenazas. Según los expertos, estos drones, además de portar cargamentos de distinto tipo, pueden incluso ser «artillados o autodestructores». Es decir, pueden ocasionar graves daños en las instalaciones. Sin embargo, lo que más preocupa a los funcionarios de prisiones, quienes avistan estos dispositivos aéreos desde aproximadamente un par de años en las cárceles, es que puedan introducir armas.
Teléfonos y whisky
Sin ir más lejos, el pasado 18 de noviembre, la Policía Nacional abortó la introducción en los centros penitenciarios de El Puerto de Santa Maria (Cádiz) de un teléfono móvil de alta gama y dos mini botellas de whisky, perfectamente empaquetadas y adosadas a un dron. Una patrulla policial vigilaba la seguridad perimetral de estas prisiones cuando, en un carril próximo a las instalaciones, advirtió a tres individuos a bordo de un vehículo estacionado. Al registrar el coche descubrieron el dron, su mando controlador, tres baterías, hilo de pesca con cuatro engarces y el paquete con el cargamento.
Todo estaba dispuesto para que el ‘robot aéreo’ iniciara el vuelo para introducir estos efectos en la prisión. Los tres individuos carecían de cualquier tipo de licencia para volar el dron y están siendo investigados por infracción de la normativa de AESA y de Protección de la Seguridad Ciudadana. Una semana antes, en la prisión de Botafuegos, en Algeciras, también se registraba otro intento fallido, según informó el sindicato ACAIP-UGT. Los funcionarios de prisiones interceptaron un dron sobrevolando la prisión que tras perder el control cayó en la terraza de un vecino. El dispositivo portaba hachís, cocaína y dos teléfonos móviles.
Drones en Ceuta
La primera barrera contra estos dispositivos teledirigidos es la Guardia Civil o la Policía Nacional, encargada de la vigilancia exterior de las cárceles. No obstante, si logran pasar ese obstáculo, es el funcionario de prisiones quien vigila la entrada de los drones en las instalaciones de los centros penitenciarios. En la prisión de Ceuta, por ejemplo, es algo a lo que están acostumbrados prácticamente todos los días. Fuentes penitenciarias aseguran que, de media, sobrevuelan la prisión ceutí entre 30 y 40 drones al día. En el último año, según datos de Instituciones Penitenciarias, la Guardia Civil ha interceptado un total de 22 drones que de manera directa o indirecta tenían como objetivo solo esta cárcel.
«En muchos casos, la entrada de los drones dentro de los muros es peligrosa. Por ejemplo, uno se estrelló en el parking de funcionarios; otro le hizo sangre a un compañero, porque las hélices apenas se ven y se mueven a gran velocidad… Por lo general, los aparatos mueven paquetes con hachís y medicación, pero cabe la posibilidad de que puedan contener también armas y entonces este ‘modus operandi’ sea mucho más peligroso», denuncia un funcionario de prisiones ceutí, en conversación con THE OBJECTIVE.
Los emisores, exconvictos
Según cuenta este trabajador, los emisores de las mercancías, normalmente exconvictos, suelen aprovechar la noche para realizar los pedidos y pasar desapercibidos. «Después, mandan el aparato a una geoposición con las coordenadas exactas. Siempre buscan una ventana de una persona concreta. Si los vemos, es desde la ventana de vigilancia. Si no, es porque se han estrellado y acaban en el patio», apunta.
Otra prisión sobre la que también han volado drones es la de Alhaurín De la Torre. De hecho, a finales de enero, una investigación interna sobre el vuelo dos días consecutivos de dos drones llevó a la intervención de 200 gramos de hachís y tres teléfonos en celdas de dicho establecimiento penitenciario. Motivo por el que cinco presos fueron trasladados al módulo de aislamiento. Los investigadores relacionaron directamente el hallazgo de la droga y los dispositivos móviles con el hecho de que se avistasen, semanas atrás, dos drones en el centro.