Fernando Díaz Villanueva: «A la gente le molesta que le digan la verdad»
El Purgatorio recibe al exitoso periodista y podcaster para conversar sobre la mentira en la política, las exhumaciones, el 15-M o la poca representatividad de las manifestaciones
Si los periodistas somos océanos de sabiduría de un centímetro de profundidad, o sea, que hablamos de mucho y sabemos de poco, Fernando Díaz Villanueva (Madrid, 1973) se ha comprado un traje de buzo, o sea, que habla de mucho porque sabe de mucho.
Díaz Villanueva no dice «eh» ni titubea. Contesta ideas con la disciplina de un mecánico apretando tornillos. Una tras otra, otra tras una. Parece que de todo sabe, de nada duda. No es un saber avasallador, ni un conocimiento para mayor vanagloria, es una inteligencia propia de quien lleva años combinando el periodismo, la historia y la divulgación en lugares como La ContraCrónica o La ContraHistoria, ‘podcasts’ ambos con multitud de seguidores.
Liberal, la política le da urticaria y defiende que sus señorías son «gente, por lo general, sin principios», no cree en la leyenda negra ni en la rosa sobre España, combate las dos, intuye que las calles se agitarán cuando la derecha llegue al poder y defiende que, a la población general, más que la mentira, le molesta la verdad.
P: A la vista de todo lo escrito, de todo lo filmado, de todo lo relatado, ¿queda algo por contar de la Alemania nazi?
R: ¿En qué aspecto? Siempre hay mil maneras de contar la historia.
P: ¿No cree que es una etapa de la que se ha contado casi todo?
R: Porque hay mucho interés, ¿por qué se escribe mucho más sobre Goebbels que sobre, que sé yo, Sargón I de Acad? Primero porque sabemos mucho de Goebbels, hay mucha documentación de primerísima mano y segundo porque interesa más. Si yo mañana saco un libro que sea sobre Sargón de Acad pues seguramente no venda ni un solo ejemplo, a lo mejor vendería alguno, alguien habrá en Madrid que le interese el tal Sargón.
P: Perdone mi ignorancia, ¿quién es Sargón de Acad?
R: Un rey de la antigua Mesopotamia. Digo Sargón de Acad como te puedo decir los hititas o los aqueménidas, no toda la historia la tenemos igual de bien documentada y no toda despierta el mismo interés. Tú a fin de cuentas cuando te pones con un libro o un documental haces una inversión de trabajo, dinero y tiempo, quieres ver recompensada esa inversión.
P: ¿Por qué cree que existe esa fascinación, al menos en Europa, por el Holocausto? Fascinación me refiero por conocer detalles, por saber cómo se hizo, cosa que no pasa con otros genocidios.
R: ¿Cómo no te va a fascinar que hayan matado a seis millones de personas de manera industrial y por motivos ideológicos? Es imposible que no te fascine algo así. Cuando eres un tierno infante y te lo cuentan por primera vez quieres saber más, a poco que seas curioso, pero es que incluso sin ser curioso, aunque la historia te importe muy poco, te llama la atención porque es algo tan único, tan malvado, tan cruel que a cualquiera le despierta la atención.
P: Le he escuchado decir que el personaje más fascinante de la historia del siglo XX, al menos en Europa, es Winston Churchill, ¿qué personaje histórico de la España del siglo XX le parece más interesante?
R: Francisco Franco, claro, porque fue el que más tiempo estuvo. Hizo historia.
P: ¿De quién ha leído más cosas?
T: De Franco. Como jefe del Estado estuvo casi 40 años y antes de ser jefe de Estado, a raíz de la Guerra Civil, era un tipo que ya había hecho la guerra de Marruecos. Franco ocupa buena parte del siglo XX español, como Churchill ocupa buena parte del siglo XX británico o Charles de Gaulle ocupaba buena parte del siglo XX francés. Los personajes interesantes son los que hicieron cosas, los que han resultado cruciales para la historia de sus respectivos países, no los que te gusten más o menos a título personal. En el siglo XVI, por ejemplo, hay dos grandes monarcas Carlos I y Felipe II, pueden competir entre ambos, pero son los principales. En el siglo XVII, un personaje central es el Conde Duque Olivares porque sus años al frente de la privanza de Felipe IV fueron muchos en un periodo, la Guerra de los 30 años, fundamental.
P: Publicó hace unos meses Sergio del Molino un libro llamado Un tal González, donde hace un recorrido por los años de gobernanza del presidente que más años ha estado en La Moncloa, y decía en una parte del libro, que González transformó más España en 14 años que Franco en 40, ¿lo comparte?
R: No se lo compro, no es verdad. Felipe González cuando llega y se encuentra con la transición hecha, realmente no cambia nada fundamental, la Constitución ya estaba hecha. Es cierto que él participó, su partido participó en la Constitución, pero él llegó como un primer ministro, un presidente de gobierno constitucional, ganó varias elecciones, ¿la sociedad española experimentó cambios? Sí, la española, la alemana, la italiana, la francesa, toda la occidental.
P. ¿No cree que la española más que otros países?
R: No, porque conozco a los alemanes y te hablan de lo que fueron los años 80 y 90 en su país, la época de Helmut Kohl, conozco a los italianos y he estudiado la historia de Italia y es lo mismo, se producen grandes cambios en ese momento. Hace unos años me comentaban que en tiempos de Franco la pornografía estaba prohibida y, ¿cómo podía ser? Bien, en el resto de Europa también estaba prohibida y en Estados Unidos también, el destape español tiene sus ecos, en esos mismos años, en todos los países de Europa. Las mujeres empiezan a quitarse la ropa y aparecer en las portadas en Estados Unidos…
P: (interrumpe) ¿Pero la Playboy cuándo nace en EEUU?
R: La Playboy es anterior, pero eso es contenido erótico, no pornográfico, pero vamos que la primera película pornográfica de la historia es una película sueca que se llama Helga del año 1968, es decir, unos años antes de que en España se muera Franco y empiece el destape. Realmente no hay ningún gran proceso histórico al que España no se haya sumado más o menos a la vez, a veces un poquito antes, a veces un poquito después.
P: ¿Cree en Dios?
R: No.
P: ¿Es ateo, agnóstico?
R: No sé muy bien, en Dios no creo, a mí no me bautizaron, a pesar de que yo nací viviendo todavía Franco, en 1973.
P: Caso extraño.
R: No, tan extraño no era, mi hermana que había nacido tres años antes tampoco la bautizaron y no pasó nada, no pienses que nos perseguían por la calle ni le retiraron el saludo a mis padres, para nada, había mucha gente por Madrid que no estaba bautizada en los 70. Entonces, no me transmitieron eso en casa, no me transmitieron la fe, ni la cristiana ni ninguna otra, tampoco me transmitieron odio ni resquemor hacia la Iglesia, simplemente era un tema del que en casa no se hablaba, no íbamos a misa, celebramos la Navidad por cuestiones culturales y mi madre hacía torrijas en Semana Santa, lo mismo, por cuestiones culturales, pero porque pertenecemos a una cultura católica.
P: ¿Cuál es el peor pecado del ser humano?
R: La soberbia, a juicio de los teólogos, es lo que más le revienta al altísimo. Lo peor que te puedes encontrar en la vida es un soberbio.
P: ¿Dónde hay más soberbia, en los políticos o en los periodistas?
R: En la política, es donde está el verdadero poder. Los periodistas no dejan de ser bufoncitos que se dedican a politiquear, bufoncitos de corte. Una cosa que no terminan de aprender nuestros colegas es que de la cercanía de un político nunca se sale bien librado, pero a pesar de todo, buscan la cercanía de los políticos. Después de tantos años de oficio no encuentro la manera de explicárselo a mis colegas, no os acerquéis a ellos, entre el periodismo y la política tiene que haber un cordón sanitario, procurar evitar las amistades, por supuesto cosas mucho más íntimas ni tocarlas. No militar, no seáis activistas, pero nada, al final siempre salen perjudicados ellos.
P: ¿Y entonces qué le parece el fenómeno de periodistas que se meten a políticos? Por ejemplo, el caso de Carles Puigdemont o Isabel Díaz Ayuso.
R: Te olvidas del más importante, Benito Mussolini, fue el primer gran periodista político y antes de eso, en la Revolución Francesa encontramos ya muchos que se dedicaban al periodismo y de ahí pasan a la política. Pero vamos, que cada uno haga lo que quiera.
P: ¿Nunca le ha tentado la política?
R: No, jamás.
P: Ni una mañana se lo ha planteado.
R: Nada, ni de joven. La política es una cosa que me ha producido siempre urticaria, pasar por delante de las Cortes ver todo lo que la rodea, no me ha gustado nunca, de hecho, su sola presencia me produce hasta cierta inquietud, cuando los veo pasearse con sus trajes de alpaca, con sus coches oficiales, con la manera en la que hablan, cómo viven instalados permanentemente en la mentira y la demagogia, cómo les da igual cuatro que cuarenta, están dispuestos a acuchillar a cualquiera por un minuto más en el poder. Los políticos son gente, por lo general, sin principios. La peor gentuza en el mundo la vas a encontrar en la cárcel y después de la cárcel, la vas a encontrar en los parlamentos, eso no te quepa la menor duda. Dirás, «pero entonces no hay ninguno bueno», alguno entra, pero duran muy poco, salen disparados al cabo de poco tiempo.
P: Fernando es periodista, «grupo multimedia andante», leo en su página web que se define como «hijodalgo pero no señor. Residente en Corte. Ancho de frente, negro de ventura, largo de piernas, limpio de manos y de bolsillo. Hombre de muchas fuerzas y de otras tantas flaquezas. Si tira la piedra no esconde la mano. Lleva la contraria, así, por principio». ¿Esto de llevar la contraria no le ha granjeado muchos enemigos?
R: Claro, es inevitable, pero vamos llevo la contraria por principio porque por lo general, cuando haces periodismo político, lo que tienes son argumentarios de los partidos a los que tienes que llevarles la contraria. En la política, como te decía antes, impera la mentira sistemática, la política trata de poder y por el poder los políticos están dispuestos a cualquier cosa, a lo que haga falta, muchas veces incluso al asesinato si es necesario. La labor de los periodistas es llevar la contraria, es vigilarlos, someterlos a escrutinio continuo y no hacerlo por una cuestión ideológica, es decir, uno tiene que controlar y fiscalizar tanto a los que piensan como tú como a los que no piensan como tú, esto de lo diga Agamenón o su porquero.
P: ¿A la gente le importa la mentira, le importa que le mientan?
R: A veces les molesta la verdad, sobre todo cuando es demasiada verdad junta. Hay gente que vive perfectamente con la mentira, recuerdo el famoso bolero que decía aquello de «miénteme, pero no me abandones», pues eso.
P: ¿Y cómo ve a la sociedad a la sociedad civil frente a la mentira, al engaño, frente a la manipulación, si la ve muy adormecida y anestesiada, si ve que protesta mucho, poco o regular?
R: Bueno, la sociedad civil española es una sociedad civil como la de cualquier otra parte del sur de Europa, no es muy distinta de la francesa, la italiana o la portuguesa.
P: Pero los franceses protestan más que los españoles.
R: Sí, tienen una cultura de mayor protesta, pero piensa que los profesionales de la protesta es la izquierda son los que tienen organizado esto desde siempre, cultivan el mito ese de las masas. La derecha o el centro derecha es más de protestar en privado, va a cenar con unos amigos y se caga en todo lo que se menea, pero es poco de manifestarse y cuando lo hacen suelen ser bastante organizaditos y muy aseados, en una manifestación por las típicas causas de la derecha, el aborto o hace unos años por las víctimas de la ETA, veías después de la manifestación que estaba todo limpio, impoluto.
P: No hay batucadas en las manifestaciones de la derecha.
R: Sí, pero porque no tienen esa cultura. En Francia, como en Alemania, la derecha no tiene esa cultura de la manifestación.
P: ¿Por qué de repente a alguien le pareció buena idea meter una batucada en una manifestación?
R: Eso es de siempre, yo recuerdo de niño las marchas que había contra la OTAN, había unos tipos con zancos como si fueran cabezudos vestidos de Ronald Reagan, era cosa muy festiva. La manifestación para la izquierda forma parte de su ADN, ahora mismo en España no gobierna la derecha y por eso la calle está muy tranquila. Tan pronto vuelva la derecha al poder la calle se empezará a agitar, lo verás.
P: ¿Hay una ley del embudo?
R: Es que muchas veces identificamos qué porque hay una manifestación donde están 100.000 personas, eso significa que toda la sociedad la apoya, y no. De entrada, esa manifestación la apoyan esas 100.000 personas, nada más, luego, seguramente, esas personas tendrán simpatizantes, pero una manifestación no es representativa de la sociedad. Mira, el día que nació lo del 15-M fue un domingo y hubo una manifestación de una asociación juvenil que se llamaba «juventud sin futuro» que se quejaban, con toda la razón del mundo, de que no tenían trabajo. Los chicos organizaron la manifestación hasta la Puerta del Sol, unos cuantos se quedaron allí a dormir, decidieron acampar y de aquello nació la acampada. Se cuenta que en esa manifestación había 20.000 personas, me lo creo, pero justo ese mismo día había corrida de San Isidro y había más gente en Las Ventas que en la Puerta del Sol, tal cual. Luego aquello se alimentó mucho desde los medios de comunicación, añadido a que había un malestar basal, especialmente en la juventud, de la sociedad española. Una sociedad golpeada por la crisis y hastiada por la corrupción, rampante, por parte del PP, pero también por parte del PSOE. Aquí hubo unos años de vino y rosas donde el dinero le salía por las orejas al estado.
P: Cuando fuimos los mejores.
R: Sí, hasta el Mundial lo ganamos. Por volver a la cuestión, ¿el 15-M era representativo de toda la sociedad española? Te he hecho esa comparación con los toros, pero es que una semana después hubo elecciones y el PP arrasó en aquellas elecciones, las del 22 de mayo, entonces, ¿qué vale más el 15-M o el 22-M?, ¿qué es lo que pensaba la sociedad española en aquel momento? Pensaba de todo, los había a favor y los había en contra. Para la izquierda lo de sacar gente a la calle es fundamental, lo hemos visto ahora con los médicos «es que hay médicos en la calle», estamos escuchando a los que están en la calle, pero no estamos escuchando a los otros ni podemos hacerlo porque están a lo suyo en su consulta o en el hospital.
P: Entiendo que le molesta cuando hablan de «el pueblo».
R: Sí, naturalmente, son colectivizaciones absurdas, «el pueblo quiere», ¿qué es eso del pueblo quiere? Acaso el pueblo tiene ojos, boca y una sola voz. Además, es que puedes consultarlo de manera muy sencilla con las elecciones.
P: Y ni siquiera toda la sociedad.
R: Sí, de hecho, es mi caso. Invito a la gente a que vote, pero yo no lo hago y como yo, hay de promedio un 30 o 35% de españoles que no votan, pero esto del pueblo solo lo utilizan los que quieren montar un gobierno dictatorial. ¿Quién utilizaba lo de «pueblo español» de manera insistente? Franco, su uso era continuo.
P: ¿El 15-M fue un fracaso excepto para las personas que se metieron en política?
R: El 15-M fue un estallido de cólera y de ira por parte de un fragmento de la juventud que estaba muy desencantada y pronto empezó a ser utilizado políticamente, al final eso se vio ya a partir de la segunda semana cuando fueron apareciendo por allí Juan Carlos Monedero, Errejón, Pablo Iglesias, los de la facultad de políticas y claro, ellos eran expertos en organizar estas cosas, expertos en la masa. Durante un mes estuve allí de cuerpo presente y me comí asambleas donde se llegó a abolir la monarquía, con un poder que se habían arrogado unos que estaban en la Puerta del Sol y todo eso se organizó bien y se le supo dar un sentido político. En 2013 es cuando empieza el ‘run run’ aquel que crea Podemos, huelgas generales, manifestaciones casi por cualquier cosa, los «rodea el congreso» y solo habían pasado dos años del 15-M. Sin embargo, Podemos hace mucha apropiación del 15-M, necesita buscar su legitimidad en un acto noble, la guerra que hemos ganado como hizo el franquismo, la cruzada de Podemos fue el 15-M, pero en el 15-M hubo un poco de todo. Respecto a tu pregunta inicial, ¿quién de los del 15-M son los que mejor salieron mejor parados? Evidentemente los que supieron colocarse en política y de esos, casi todos están en Podemos.
P: Por el tema de la libertad de expresión, ¿le parece coherente que el Código Penal español sí castigue el delito a la ofensa de los sentimientos religiosos, pero no exista el delito de apología del franquismo?
R: Es completamente incoherente, no debería existir el delito de ofensa a los sentimientos religiosos. La libertad de expresión es un valor absoluto sólo frenado por la difamación, es decir, acusar a alguien de estar perpetrando un delito sin que lo haya hecho, por ejemplo, si yo te acuso de que aquí lo que tienes montado es un lugar donde viene la gente a comprar droga y voy diciéndolo por la calle.
P: Estaría feo.
R: Estaría feo no, sería delito y deberían condenarme por ello. Entonces el resto, si te ofendes, ofender no está bien y se debe evitar por cortesía y por normas de urbanidad, pero debo ser libre para, por ejemplo, decir «Dios no existe» en una iglesia.
R: Hace unos meses hubo una marcha de neonazis gritando en Chueca «fuera maricas de nuestros barrios», ¿eso es libertad de expresión?
R: Eso en ese caso es buscar enfrentamientos innecesarios, sería un problema de orden público porque si te vas a un lugar donde hay muchos homosexuales, como es el caso del barrio de Chueca, y te presentas a decir disparates como ese vas a ocasionar enfrentamientos, es decir, se va a pasar de la palabra al puño muy rápidamente, luego la policía debe de intervenir y sacar a los que entran a buscar un lío, que puedan decirlo en otro lado, en un campo de fútbol perdido y griten eso, que los retrata. En el caso que me pones, sí los hubiera sacado de Chueca para evitar males mayores.
P: ¿Uno de los grandes cambios que está viviendo nuestra sociedad es la pérdida de peso de influencia de la religión?
R: Bueno, la religión siempre está ahí, el hecho religioso es un hecho que acompaña siempre al ser humano lo que está pasando es un proceso de sustitución, pero el ser humano sigue siendo religioso, no pensemos que estamos en la edad dorada de la razón.
P: ¿Tenemos otros dioses?
R: Sí, busca otros dioses, algunos expertos hablan del consumo, del tarot, la astrología o la política. En los últimos dos siglos, las pasiones políticas han sustituido a las pasiones religiosas.
P: Hay gente que no cree en Dios, pero cree en su partido.
R: Sí, claro y que tiene una fe ciega en unas cuantas teorías políticas y no está dispuesto a someterlas a revisión bajo ningún concepto. Esos que les dices «oye, que el tipo al que votaste en las elecciones lo está haciendo todo mal» y se niegan a reconocerlo porque consideran que estás atacando a su Dios. También han aparecido cosas nuevas como el tema del ecologismo radical, estos que se dedican a atacar pinturas en los museos, están poseídos de una pasión religiosa por la cosa del cambio climático. Greta Thunberg es esencialmente una líder religiosa.
P: Y hablando de religión, sobre el lugar con la cruz más alta de la cristiandad, ¿usted qué haría con el Valle de los Caídos?
R: Dejarlo como está. Esto del Valle de los Caídos ha sido una polémica fabricada desde arriba, a nadie le molestaba el Valle de los Caídos, estaba ahí y fuera. Es un sitio que llama la atención, la cruz tan alta, bueno, está ahí como está el Escorial y como están tantas y tantas cosas que forman parte de nuestra historia y con la historia hemos de convivir.
P: ¿Qué opinión le merecen el tema de las exhumaciones? La última más sonada ha sido la de Queipo de Llano en Sevilla.
R: Sí las exhumaciones son con el consentimiento de los familiares me parecen bien, a fin de cuentas, el muerto no puede decidir dónde quiere ser enterrado, lo deciden sus deudos. Ahora, cuando esas exhumaciones vienen dictadas desde arriba por el artículo 33, por puro mandato, pues ya no me parecen tan bien. En el caso de Franco, que no dejó escrito que quisiera estar en el Valle de los Caídos, le enterraron allí porque el gobierno de la época de Arias Navarro pues quiso tener un detalle, pero si rebobinamos en el tiempo y vemos el ambiente de noviembre de 1975, hace casi 50 años, lo primero que vemos es que España era muy franquista, el régimen tuvo muchos partidarios, unos abiertamente y otros que no les molestaba demasiado y a los hechos me remito, mira la España de la época, mira la mayor parte de periódicos y los columnistas, algunos, por cierto, reconvertidos con gran éxito en nuestro tiempo, que hablaban de Franco como si hubiera sido un gran prohombre, el propio Adolfo Suárez. Bien, si tú a Franco le has metido ahí, le preguntas a la familia y si la familia no le quiere sacar para qué te vas a meter en más líos.
P: Pero, ¿era excepcional en Europa que un dictador estuviera enterrado en un sitio público?
R: Todo lo público que puede ser el Valle de los Caídos que hay que ir a él. Público hubiera sido en el caso de que se hubiera hecho un mausoleo en el centro de Madrid como mandó hacer Enver Hoxha en Albania o como lo que tienen en Moscú, la Plaza Roja, el zigurat que se mandó hacer para el mausoleo de Lenin.
P: Como comunicador que habla mucho de historia, ¿le cabrea el uso retorcido de la historia al gusto de los partidos políticos? La historia como propaganda política, como arma electoral.
R. A mí lo que más me cabrea es el presentismo, traer la historia y leerla en clave del presente, lo que se hace con Franco, lo que se hace continuamente con la conquista de América, parece que Hernán Cortés conquistó México ayer por la tarde, llegó allí, se encontró a Moctezuma y le ajustició, cada época hay que entenderla en su época con los valores y los consensos de su época. En Estados Unidos sabes que está muy de moda lo de la esclavitud, puedes estar reviviendo continuamente eso sin tratar de entender aquella gente, es que, por ejemplo, Thomas Jefferson era propietario de esclavos, pues sí, como la práctica totalidad de los colonos ingleses en Norteamérica, también Séneca era propietario de esclavos y tiene en Córdoba una estatua estupenda. La cuestión es, cuando la gente somete a revisión algo del pasado, ¿cuándo pones el límite? Luego corremos el riesgo de que nuestros descendientes nos juzguen a nosotros porque todas las sociedades tienden a pensar que lo suyo es lo definitivo.
P: ¿Un país tiene que mentirse para construir el orgullo patrio?
R: Sí, es lo que se hace, es que el nacionalismo implica eso, implica la construcción de la nación estado o del estado nación y eso implica retorcer y manosear la historia todo lo posible y retorcer algunos personajes históricos.
P: ¿Cómo cuáles?
R: Sobre lo que el nacionalismo español construyó el estado nación en el siglo XIX, sus personajes los conocemos porque se manosearon mucho a lo largo de los siglos XIX y XX, El Cid, Agustina de Aragón, Don Pelayo, los propios Conquistadores de América. Los procesos de construcción nacional necesitan el manoseo de la historia, pero eso no significa que esté bien.
P: ¿Es bueno que España sea un país tan poco chovinista?
R: Es bueno porque el chovinismo es malo, es pura soberbia, es creerte mejor que los demás.
P: ¿No cree que a España le falta un poco de autoestima?
R: Eso ya es otra cosa distinta, la autoestima es quererse a uno mismo, pero no sentirse mejor que los demás. Sí, a los españoles no nos vendría mal, a los hispanos por extensión, no nos vendría mal dejar de autoflagelarnos, pero también es fácil ir desde esa autocrítica continua y persistente al orgullo nacional completo, el de «no hemos hecho nada malo» y ni una cosa ni la otra, tan mala es la leyenda como la leyenda rosa, trato de combatir ambas.
P: ¿La sociedad española mira mucho al pasado?
R: No, mira poco, la gente mira hacia adelante, es lo normal.
P: ¿Los políticos también?
R: Los políticos miran para mañana, para las 24 horas siguientes.
P: Le pregunto por una idea que a veces escucho, ¿los políticos de la transición eran mejores que los de ahora?
R: (Ríe) Todo antes era mejor, los qué atardeceres, el gazpacho, los políticos. Mira, por culpa de la nostalgia al final tú te quedas del pasado con lo bueno, no con lo malo porque si no te estarías atormentando.
P: ¿Pedro Sánchez juega un poco con eso de que con los años la gente lo mirará mejor? La memoria hará olvidar lo malo.
R: Sí, seguro. Cuando era jovencito hablaban de Felipe González como el peor gobernante de la historia y decían «qué bueno era Suárez» y a Suárez le habían caído por todos los lados, esto, claro, no significa que Pedro Sánchez sea bueno, es un gobernante especialmente tóxico, pero eso de que otro vendrá que bueno te hará, es muy posible.
P: ¿Tiene presidente de gobierno favorito de la historia de España?
R: Presidente de gobierno, es decir, primer ministro, que lo de presidente de gobierno se lo inventó Franco, antes era presidente del consejo de ministros, una de las cosas que habría que hacer es quitar ese título y poner lo que son, primeros ministros de una monarquía parlamentaria. Primer ministro favorito, a título personal no, pero me interesan especialmente los primeros ministros de la restauración, Maura, Cánovas del Castillo, Eduardo Dato, y luego de los recientes probablemente el más interesante es Felipe González, el que más años estuvo y donde hay más para sacar.
P: ¿Y le parece el más inteligente?
R: No lo sé, Felipe González es inteligente, pero Aznar tampoco se quedaba manco, era un tipo muy listo, los que vinieron después ya no tanto, Zapatero si para algo es inteligente es para el mal, Rajoy un memorión, un registrador de la propiedad que hizo la carrera política desde su Pontevedra natal y un primer ministro nefasto.
P: ¿Le parece preocupante que haya jóvenes que no sepan muy bien quién fue, por ejemplo, Miguel Ángel Blanco?
R: El olvido de lo que pasó lo veo inevitable, al final, como te decía antes, la gente tira para adelante y los malos recuerdos se olvidan antes, tendemos a reprimirlos para no hacernos la vida imposible, tú no te recreas con aquella novia que te dejó cuando eras un adolescente y que te provocó un mal de amores que te duró tres meses, pues con las sociedades pasa un poco lo mismo. El tema de la ETA es que está cercano todavía en el tiempo, estos tipos dejaron las armas hace algo más de 10 años y es bueno recordar lo que pasó, especialmente en el País Vaco, donde nació todo aquello, pero no removerlo y menos utilizarlo con intenciones políticas.
P: La penúltima, ¿cuándo y dónde ha sido más feliz?
R: De niño, claro, la patria de un hombre es su infancia. Tuve una infancia madrileña feliz, donde desarrollé mis aficiones actuales
P: Y la última, ¿cuál ha sido el milagro de su vida?
R: No he tenido ningún milagro, todo ha sido a base de trabajo y sacrificio, todo lo poco que he podido conseguir. El único regalo que me vino dado fueron mis padres que me hicieron algunos regalos como, aparte de los obvios y los genéticos, me dieron la posibilidad de formarme y culturizarme, me aficionaron a la buena música o a la fotografía, pero todos nosotros somos un poco milagro, me crié en un país rico, tranquilo, donde no se pasaba hambre y que con el tiempo me dio algunas oportunidades, podría haber nacido en Somalia, por ejemplo. No sé si todo eso fue un milagro, porque creo en el azar, en las casualidades, no en el destino. Desde este momento en adelante van a pasar cosas que ni tú ni yo sabemos.