THE OBJECTIVE
El buzón secreto

La CIA, los espías del PNV y el asesinato de Carrero Blanco

¿Agentes vascos y de EEUU eran muy amigos durante la dictadura de Franco?

La CIA, los espías del PNV y el asesinato de Carrero Blanco

Carrero Blanco y Francisco Franco, en una imagen de 1972. | Zuma Press

50 años después del asesinato del almirante Luis Carrero Blanco, los que hemos investigado aspectos de lo que pasó ese 20 de diciembre de 1973 debatimos sobre el papel jugado por los espías del PNV. No solo yo, otros periodistas e historiadores hablan de que la CIA le hizo llegar al comando de ETA un expediente sobre los hábitos y costumbres del presidente del Gobierno utilizando como intermediario, para evitar involucrarse directamente, a un agente del PNV. Frente a ese debate, del que se hablará mucho hasta final de año, me gustaría explicar la génesis y desarrollo de esa relación entre Estados Unidos y el Gobierno vasco, entre la CIA y el Servicio Vasco de Información.

José Antonio Aguirre fue elegido el 7 de octubre de 1936 primer lehendakari del Gobierno Provisional del País Vasco y ocupó el trascendental puesto de Consejero de Defensa. Desde ahí creó su propio servicio secreto, llamado Servicio Vasco de Información (SVI), conocido popularmente como «el Sector Servicios». Poco conocido, vilipendiado con frecuencia, las investigaciones de los últimos años, amparadas en la desclasificación de documentos oficiales de varios países, demuestran que estamos delante de una organización plagada de trabajos exitosos, que tejió importantes influencias.

Aguirre creo el SVI en 1937 con hombres de su máxima confianza, lo que abarcaba básicamente a militantes de su partido, el PNV. Por eso es fácil deducir que con el paso de los años se confundiera la lealtad de los espías, aunque en el fondo todo era lo mismo.

Los espías vascos estuvieron trabajando en el interior de España buscando información política de lo que tramaban los dirigentes rebeldes, sin hacer ascos a conseguir información sobre los movimientos de los republicanos. Al mismo tiempo, obtuvieron información militar de los franquistas que pasaban a la dirección republicana. Siempre tuvieron la intención de ser autónomos, por lo que uno de sus principales esfuerzos fue tejer una red de colaboradores que funcionara con lealtad al Gobierno vasco. Una red clandestina pensada para la Guerra Civil, que perduraría cuando Franco ganara la contienda.

Varios agentes junto al agujero que dejó la explosión del coche de Carrero Blanco en el atentado de ETA el 20 de diciembre de 1973 en Madrid. | Zuma Press

Concluida la guerra, los objetivos del lehendakari Aguirre y de su Servicio Vasco de Información se hicieron más acuciantes. Pensaban que la única forma de alcanzar la independencia del País Vasco era consiguiendo el apoyo de Francia, Gran Bretaña y Estados Unidos, las tres democracias más fuertes frente a Hitler.

Otro día hablaremos de sus actividades en ayuda de Francia y Gran Bretaña, pero hoy me voy a centrar en Estados Unidos. El lehendakari Aguirre tomó la decisión de exiliarse en el país norteamericano cuando los alemanes entraron en Francia. Los archivos desclasificados de la época procedentes del FBI y la CIA demuestran la importancia que tuvo su colaboración con el SVI.

Aguirre hizo allí un trabajo duro. Amparándose en su catolicismo, que le daba un barniz de respetabilidad, y explicando que era el presidente en el exilio del País Vasco, estuvo varios meses explicando los dos aspectos en los que podían ayudar: su SVI era poderoso en Europa, lo que quedaba demostrado por la excelente cooperación establecida con Francia y Gran Bretaña. Por otro lado, disponía de una potente red de colaboradores en todos los países latinoamericanos, lo cual era importante para la estrategia estadounidense de hacer frente a la política de comunicación nazi en esos países.

La OSS, antecesora de la CIA, aceptó la colaboración del SVI en Europa, los espías vascos habían demostrado su capacidad en la resistencia. Pero lo que más les podía beneficiar era la red que habían tejido en Latinoamérica.

Tras considerar a Aguirre como un aliado, le propusieron que viajara a todos los países donde tenía agentes para constatar sus capacidades. La lista fue apabullante: Argentina, Chile, Colombia, México, Venezuela, República Dominicana, Panamá, Uruguay y Perú.

Según los informes posteriores de la OSS, había países como Chile en los que el SVI no funcionaba bien, pero en general era alta la posibilidad de aportar a los intereses de Estados Unidos. Tan grande que decidieron financiar las actividades del SVI por todo el mundo, especialmente las que tenían lugar en la Europa ocupada por los nazis.

La OSS también encargó trabajos especiales al SVI. El propio Aguirre consiguió captar a un conserje vasco de la embajada de España en Washington para que consiguiera una copia del código de comunicaciones con España. Una operación exitosa que siguió al robo el año anterior de otro código de comunicaciones en la embajada española en Venezuela.

Otra historia bien distinta fue la propuesta de Aguirre de conseguir el apoyo y la financiación para atacar en España al Gobierno de Franco e imponer por las armas un país libre. La OSS estudió el plan en 1942, pero en aquel momento el equilibrio en Europa era muy complicado y una acción de ese tipo se les podía volver en contra. Si Franco mantenía esa frágil neutralidad –aunque más cercana a Hitler-, para ellos de momento era suficiente. Al final, el plan de Aguirre se archivó.

Alguno de los agentes del SVI, como Jesús Galíndez, que había colaborado con la OSS y después con la CIA en la República Dominicana, terminó dirigiendo para ellos una red de espías en el Caribe. Este agente vasco fue asesinado en 1956 en Nueva York en extrañas circunstancias, según muchos por una trama dirigida por agentes del dictador de la República Dominicana Leonidas Trujillo.

La colaboración entre la estructura de espionaje vasca y los servicios secretos estadounidenses dejó de ser tan abierta una vez que en 1952 Estados Unidos firmó un pacto con la España de Franco para instalar bases y apoyar el régimen. Las relaciones se mantuvieron activas incluso años después de la llegada de la democracia por la capacidad de los espías vascos para conseguir información en el interior de España y su capacidad para ayudar a la CIA en determinadas misiones en suelo español. Una de ellas habría sido la de pasar información sobre las actividades de Carrero Blanco a ETA.

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