THE OBJECTIVE
El purgatorio

Pedro Herrero: «El feminismo a día de hoy es un puto desastre»

El polemista creador de ‘Extremo Centro’, asesor político y líder del movimiento ‘faminazi’ sube a ‘El purgatorio’

Pedro Herrero (Gijón, 1980) habla mucho. Estallan explosiones de ideas en cada respuesta. Limpia las telarañas de sus pensamientos conforme los expone. En mitad de todo ello, alguna vacilación, alguna risotada, pero afloran las reflexiones maduradas de un hombre conservador, o como diría su mujer, «un señoro de derechas». Herrero habla mucho, sí, pero dice cosas interesantes. Es un polemista magistral en esa red del diablo dirigida por Elon Musk. Líder y fundador del movimiento «faminazi», como defensor de una vida que pivote en torno a la defensa de la familia. Es asesor, hizo lo suyo con UPyD y Ciudadanos, y es director de asuntos públicos. Creador del afamado podcast Extremo Centro. Padece TDA, defiende las barbacoas, no cree en Dios, está muy alejado de las ideologías y, por encima de todo, es padre de Carmen, Manel, y Adrià.

PREGUNTA.- ¿Y cuándo se dio cuenta de que era de derechas?

RESPUESTA.- Primero tiene que fallecer mi padre, que había sido comunista, estuvo en la cárcel y, por lo tanto, para mí había una prevención emocional a traicionar su memoria, reconociéndome de derechas. Y luego, lo segundo que tuvo que pasar fue que muriesen 80.000 españoles.

P.- La pandemia.

R.- Claro, con el covid, porque me di cuenta del paseíto por la España autoritaria, el estado autoritario en el que vivimos. La emoción que me generó la prohibición de los funerales fue otro de los elementos que me provocó un shock moral muy fuerte. Es que hay cosas que no se pueden separar del ser humano. Si lo queremos decir en términos más formados, hay una ley natural que dice que yo puedo enterrar a mi padre, que yo puedo enterrar a mi abuelo, y el Estado da igual lo que diga. El Estado me puede acompañar, pero no puede negarme, porque hay cosas que preceden al Estado, que están antes incluso del derecho positivo.

Y en esa tradición, que es evidentemente la base de la tradición del pensamiento conservador, que además había tenido la suerte de que, con Extremo Centro y las conversaciones, me había ido poniendo en contacto con mucha gente, uno de los cuales, Gregorio Luri, es una de los personas que más ha hecho por que una generación nos podamos sentir o reconocer en un determinado tipo de pensamiento conservador, muy amable, muy amistoso, muy divertido, muy celebrativo, muy reconocedor de la imperfección del ser humano. Muy como mi mujer, que fue la que cuando yo le dije: «Creo que me estoy volviendo de derechas», mi mujer me dice: «Pedro, llevas siendo un señoro de derechas diez años. Pero muy de derechas». Entonces, claro, esa es la foto completa. Mi mujer esperando diez años a que yo me diera cuenta. El amor es esperar.

P.- ¿Por qué Pedro Herrero habla muchas veces con el término de no izquierda, y no utiliza el de derechas? 

R.- Primero porque permite, en un campo en el que la gente es muy preciada, que seas muy sistemático a la hora de ofrecer y que digas en qué bases te asientas. La categoría de no izquierda es la que yo creo que representa más la ambigüedad, el ser católico.

P.- ¿Pero esto no es cobardón?

R.- No, qué cojones va a ser cobardón. Yo no tengo ningún problema en decir que soy de derechas, o que soy conservador. Sí que creo, y este es el tema, que cuando la gente quiere generar identidades políticas con categorías muy limpias y muy definidas, hay un momento en el que lo que están muy interesados es en llevar razón: «Y entonces la conclusión correcta y la manera de pensar correcta dice que tenemos que pensar y decir esto». Y yo tengo otra naturaleza mucho más si se quiere, más ácrata, que reconoce más que tengo unas enormes dudas. Una de las pocas cosas que tiene clara hoy en España la gente que no es de izquierdas es que no es de izquierdas.

Pero si tú bajas a los principios que articulan los modelos de vida buenos o cuáles son sus propuestas sobre cuál es su idea moral de bien, que es un poco lo que define la política… La política en el mundo contemporáneo pivota alrededor de cuál es la idea de bien, cuál es la idea del bien común, cuál es la idea de lo moral. No es la gestión. La gestión es una consecuencia. Hay otros países, en el Reino Unido, por ejemplo, que no han tenido una tradición católica tan fuerte aun a pesar de que tienen esa religión subsidiaria de la católica, donde sus intelectuales de derechas encuentran diferentes maneras de articular qué significa ser conservador o qué significa ser liberal.

En España, esa tradición de pensamiento por lo menos no ha tenido un papel tan activo en el espacio público. ¿Por qué? Porque el contenedor político que ha primado durante los últimos 40 años, ha sido sobre todo el Partido Popular. Bueno, ha dejado que internamente su propia composición fuese como una paella mixta. Y entonces tenías a gente como Mayor Oreja, conservador de libro, de base cristiana católica, con gente como Soraya Sáenz de Santamaría. Eso porque hagamos una analogía, es como si me dices que Monedero y Nadia Calviño están en la misma organización política que tú. ¿Cómo consigues que Mayor Oreja y Soraya Sáenz de Santamaría estén en la misma organización y más o menos se coordinen? Pues diciendo: «Oye, lo que no somos es de izquierdas».

P.- ¿Pedro Herrero considera que ahora hay más gente joven a la que le da menos miedo decir: «Soy de derechas»? 

R.- La respuesta corta es sí. Lo que pasa es que sí que creo que, por ejemplo, por el lado del conservadurismo, si se quiere decir así, o por el lado de la reacción a determinados excesos de la izquierda progresista, que además han tenido un impacto también a nivel internacional -y esto hay que decirlo-, hace 20 o 30 años la gente no estaba preocupada por las elecciones en Brasil o en Estados Unidos y con 20 años ni te digo. Con 20 años estaba saliendo a música electrónica. Tenías mejores cosas que hacer que andar opinando de política en Twitter.

Pero es verdad que la juventud va escogiendo cuáles son sus procesos de culturación o de socialización. Y nosotros hemos convivido con esto, que es un poco lo que percibes tú. Oye, aquí ha habido una gente como que ha perdido los complejos que sus padres tenían a declararse no de derechas, muy de derechas, y eso tiene un cierto sentido. Por ejemplo, hay un acuerdo que es el acuerdo posterior a la Constitución, sobre todo en el mundo cultural, donde hay una parte de España que renuncia a hablar de sus abuelos, que renuncia a hablar de que «mi abuelo entró en Barcelona pegando tiros».

El bando nacional renunció a hablar de sus abuelos y renunció a reivindicar que sus abuelos tomaron partido en una guerra civil. En ese magma, además llega una ola de políticas progresistas que en el caso estadounidense toma como base el elemento racial y en España toma como base el feminismo. En el mundo de los conflictos sociales, la asimetría en el campo de batalla es un elemento que sucede, o sea, la cosa que hace tu rival, al final la acabas haciendo tú.

Y ese equilibrio de fuerzas lo que ha llevado es a que yo me comí la ola de Podemos del 15-M, del feminismo y ahora viene esa especie de, no voy a llamarlo revolución, porque es una cosa que sucede, esa búsqueda de representación de chavales más jóvenes que están buscando afianzar su identidad sociopolítica contra una serie de elementos, contra los que dicen: «Oye, yo no estoy de acuerdo con esto». Es que la democracia o el sistema social se va construyendo así.

Entonces, claro, cuando la gente se levanta y dicen «es el fascismo», y si lo ve o no, no podemos hablar así de la gente. Entonces bueno, está pasando. Y por ejemplo, en el mundo del periodismo, hay personas jóvenes, chicos además que también reconocen su propia identidad y que no tienen problemas y que además han dicho: «Afronto las consecuencias de que la gente tenga prejuicios sobre mí». Y ojo, me parece una actitud razonablemente sana, mucho mejor que andar con medias tintas. Es bueno salir del armario, es bueno para un gay y es bueno para un chico conservador católico. 

«¿Cómo va hoy un chaval joven a desnudarse delante de otra? Si el chaval es un abusador y violador en potencia, y la chica es una feminista de Irene Montero con la cabeza comida por la ideología»

P.- Sé que Pedro Herrero no está ni bautizado, pero ¿cuál es su relación con Dios?

R.- Pues mira, a raíz de todo el fenómeno de reconocerme como conservador. O sea que mi idea de bien es comunitarista, se basa en la familia, se basa en que hay unos derechos que no son derechos, sino que son elementos que constituyen elementos en las personas que no están dados por el Estado ni por lo político. Mi rechazo progresivo a la ideología. La ideología ejercida como una neurosis de participación. Eso de llevar razón. Se me empieza a abrir también una serie de inquietudes que yo nunca había tenido. Pero hay un elemento que sí me pone en contacto, porque yo soy muy hedonista, muy del placer, me encanta comer, me encanta beber, me encanta bailar, me encanta cantar, me encanta. Ahora aporreo un piano.

Soy muy vitalista y me encanta la vida, se me da bastante bien la vida. Entonces no tengo una sensación de que deba existir una justicia cósmica. Pero sí que hay una de las vías de Santo Tomás, que es la belleza, que la belleza te haga cuestionarte. ¿Y esto qué es? Y es sobre todo el amor de mis hijos y el amor de mi mujer. La idea de familia. Tengo un amigo que me dice que yo trato como un deísmo a mi familia. Construyo un Dios personal.

Un elemento que es inmóvil en el universo que existe y al que yo me dedico y que sufre una vocación dentro de todas mis imperfecciones. Yo no estoy diciendo que soy un marido perfecto o un padre perfecto, pero sí que me permite agarrarme en los momentos de mayor tristeza, en los momentos de mayor soledad. Hay algo que existe en el mundo, en el universo, que son el amor de mis hijos y el amor de mi mujer.

P.- Pedro Herrero, polemista habitual en Twitter, luce orgulloso la etiqueta de faminazi, que no es solo ser padre de varios hijos, sino es algo más. Pasemos a la definición. 

R.- En el libro ponemos un glosario de términos. Entonces faminazi tiene una definición que es todo aquel que considera que tener hijos y cuidarlos es un bien social y que proponen una sociedad ordenada alrededor de ese principio. Entonces, faminazi, evidentemente es una tecnología del lenguaje que tiene que ver con utilizar el término de feminazi, atribuirlo a los partidarios de la familia que además tienen esa vocación, a veces levemente aburrida. Cuando yo le digo a un periódico de tirada nacional de prensa escrita que me va a publicar una columna en defensa de la familia que me ponga al lado de mi nombre faminazi, siempre es muy divertido. Cuando nos preguntamos unos a otros ¿tú que eres? ¿Qué dirías tú que eres Carlos?

Pedro Herrero, sonriente, posa con su criatura en la sede de THE OBJECTIVE. | Víctor Ubiña

P.- Yo soy periodista.

R.- Y yo soy faminazi.  Soy padre de Carmen, Manel y Adriá, y de verdad que es lo mejor que he hecho en mi vida y que no hay nada que vaya a hacer en el mundo que vaya a superar. Y no hay ningún espectáculo ni ninguna experiencia en el mundo que supere al viaje de acompañar a mis hijos en el trayecto, de hacerse. Y es una identidad que me totaliza.

Entonces, el tema es que muchas veces, en un mundo en el que yo me presento al mundo como eso, también permite al otro entender quién soy en muchos aspectos, también los laborales. Yo, por ejemplo, lo digo, si hay un número de días que llego más tarde y no veo a mi familia, mis jefes saben que no trabajo bien. Entonces creo que la familia es uno de los pocos elementos que siguen pudiendo ponerle límites a la política, la ideología y el mercado. 

P.- ¿Por qué tenemos cada vez menos hijos? Algo habrá de la situación económica, pero no todo.

R.- En países infinitamente más pobres se tienen más hijos, en una España mucho más pobre que ésta se tenían muchos más hijos. A ver, es un problema de todo Occidente y es un problema de falta de esperanza. Es decir, un hijo es una afirmación sobre el mundo. Que contra todo pronóstico, he encontrado a una persona con la que quiero cuidar a otra persona y traerla al mundo.

P.- Una empresa común. 

R.- No, una empresa es una mierda. O sea, un hijo es una cosa que tiene una identidad propia. Que es una lotería, es vivir constantemente en un mundo de sorpresas, enamorado de algo que sabes que te va a hacer daño y que no va a ser lo que tú esperas y que vas a tener que perdonarle. Entonces, es tan loco, es tan jodidamente irracional y es tan jodidamente absurdo en este mundo. Lo lógico es que cada vez vayan naciendo menos niños. Porque nuestro mundo es un mundo que está transado con el cinismo. Todas las relaciones están basadas en el interés. No hay relaciones. El perdón no existe.

¿Cómo vas tú a querer ser padre en un mundo en el que no existe el perdón? Si ser padre va a ser constantemente estar perdonando y que tú tengas dudas de si vas a poder ser suficientemente buen padre. Yo he tenido conversaciones con chavales y chavalas en Televisión Española, donde la tía decía: «Es que ser padre o ser madre es dificilísimo. Y ahora, con las dificultades…» Que no es verdad. Lo único que necesita un hijo es que su padre le quiera, nada más.

No necesita ir a un colegio, ni tener piscina, ni una determinada casa. Lo único que necesita un hijo es que su padre le quiera. Y ese amor, la única manera de darlo es sabiendo que le vas a tener que perdonar, porque él va a vivir su vida como tú has vivido la tuya. Y ojo, hay gente que dice: «No, es que como mi padre o mi madre no me dieron eso, yo soy incapaz de darlo». No es verdad tampoco. Nadie viene de un modelo familiar perfecto. Tengo amigos que son padres extraordinarios que se han juramentado ser lo que no fueron para ellos. O sea que lo que han hecho es afirmar contra el mundo, yo estaré porque mi padre no estuvo.

P.- No quiero hacer que mi hijo sea el hijo que yo fui.

R.- Un hijo que no tiene amor. Al que no perdonan. Al que no quieren. Entonces tú, por ejemplo, ves que es uno de los elementos que más cura a la persona. Y por eso me parece terrorífico que todas las culturas civilizatorias que han existido a lo largo del tiempo celebran la paternidad y la maternidad, porque sabemos, abstraído de si existe Dios o no, que es una manera de revisarte a ti mismo.

Es decir, de reencontrarte con la infancia, de perdonar a tus padres, de comprender el mundo de una manera amplísima y poliédrica. Un joven, un adolescente, tiene el mundo claro, cree que sabe lo que es el mundo y ve con claridad el mundo. Y un padre lo que tiene son dudas, o sea, miedos, y se vuelve mucho más prudente. Te vuelves mucho más capaz de reconocer que no es tan importante, millones de cosas que te dicen en la juventud.

«Tuvo que morir mi padre y 80.000 españoles para reconocerme de derechas»

P.- ¿Y le parecía terrorífico ese pensamiento?

R.- El pensamiento de la sospecha, que es el pensamiento de la modernidad, que es un pensamiento tecnológico que se basa en poner en cuestión las instituciones de poder para poder crear otras. El Estado moderno, el Estado moderno liberal se crea en contraposición al antiguo Régimen y lo que hace es generar una tecnología de la sospecha sobre cualquier institución que ejerza dominación sobre las personas. Es la manera de pensar que tenemos en Occidente, en el cristianismo. La manera de pensar de la orilla norte del Mediterráneo, el cuestionamiento de la autoridad, el escepticismo.

Cuando tú, esa base que compartimos con el cristianismo o el catolicismo la reduces porque estamos en un proceso de secularización exprés bestial. lo único que te queda, que ocupa todo el espacio es el cinismo, el escepticismo, el régimen de producción capitalista, la promesa de que íbamos a vivir mejor que nuestros padres, que era la promesa en la que yo viví. Y cuando todo eso se derrumba, que es lo que pasa en 2007, a los jóvenes no nos queda nada. Entonces, ¿qué es lo que pasa? Que no hay ningún tipo de esperanza. ¿Qué me parece terrorífico de lo que os pasa a los jóvenes?

Que mi generación todavía podía vivir en el fantasma de la esperanza del fin de la historia. Oye, Dios no existe. No hay ningún tipo de propósito elevado en la vida personal. El muro ha caído. Hemos ganado. Lo que queda es democracia liberal y capitalismo. Y ahora hay que vivir bien. Hedonismo, drogarse, música electrónica, sexo por un tubo y lo que sea. Pero es que eso también se cayó. ¿Y a vosotros qué os han dado? Os han dado ideología ¿Y qué ideología ha sonado? Os han dado una ideología muy clara, que es aquella que pone en la picota las relaciones entre hombres y mujeres, por ejemplo.

¿Cómo vas tú hoy un chaval joven o una chavala joven a desnudarse delante de otro? Si el chaval es un abusador y violador en potencia, y la chica es una feminista de Irene Montero, con la cabeza comida por la ideología y cuidado, no le des un beso…Hemos hecho un pan como unas hostias. El espacio público sólo habla de sospecha, de que la gente no se puede querer, de que es imposible ser padre. Y lo más jodido, lo que me parece terrorífico, es que todo eso es mentira. 

P.- ¿La ideología dominante lo que pone en duda o crítica son las relaciones entre hombres y mujeres?

R.- Cree que las relaciones son instrumentales. Por ejemplo, yo no tengo ninguna duda de que una parte de la conversación sobre la moral sexual en el espacio público que ha venido dominando los últimos diez años en España, viene de las experiencias de determinadas feministas en determinados campus universitarios. Y entonces, toda esa conversación es una conversación basada en el trauma, basada en profesores intentando follarse a alumnas en ciencias políticas, gente guarra… Pero hay una ventaja, la conversación pública no representa a la mayoría social.

La mayor parte de los chavales se quieren casar, quieren tener hijos, quieren tener una casa, quieren trabajo. Ojo, eso es lo que quieren. No quieren una nueva moral sexual, ni quieren unos procesos de ni una en ver a un tío porque le pegó un pico de manera improcedente a una chica. Entonces, el problema que hay ahora mismo es que esas narrativas se utilizan para tomar el poder, porque ese es el problema. Esas son las narrativas que hay en la Corte, y los cortesanos pronuncian hacia el pueblo que gobiernan. Son narrativas absolutamente separadas de cualquier visión moral sobre la idea de bien y que a lo único que sirven es a una especie de conflicto comunicativo continuado, cuyo único propósito es alcanzar el poder y tomarlo.

Pero ojo, cuando alcanzan el poder y lo toman, tampoco hacen nada. ¿Cuántas voces en el espacio público están defendiendo que un objetivo y un propósito en la vida razonable es tener un trabajo, una casa, una familia e hijos? Y ¿cuántos están dedicados a destruir la idea de que la familia puede existir, el matrimonio puede perdonarse, la sexualidad del hombre es compleja y por lo tanto hay que abordarla con una especie de comprensión? Lo raro de esto es que nuestras sociedades en realidad se han apoyado sobre la defensa de la familia de una manera casi orgánica. Era algo que no había ni siquiera que defender. Sin embargo, en los sitios donde se produce cultura… 

Pedro Herrero respondiendo a una pregunta – Víctor Ubiña

P.- En la academia y en la política. 

R.- En las nuevas clerecías, academia, periodistas, políticos. Esas opciones son vistas como opciones y muchas veces son vistas como opciones intermedias por la carrera profesional, por cómo me va a afectar o no mi capacidad para acceder al poder o tener una determinada promoción. Y claro, eso no es para mí, no es deseable. Y sobre todo, tiene unos efectos absolutamente destructivos en la conversación pública. 

P.- ¿Pedro Herrero es feminista?

R.- No. Ni de coña. Te lo digo porque es una reflexión que hice hace muy poquito. Creo que no estoy de acuerdo con nada de lo que ha hecho el feminismo. Porque esto es un poco como la falacia del falso escocés es «no, si el feminismo hace esto es que entonces no es feminismo». Oiga, ¿cuántas veces podemos decir eso sin decir que el feminismo a día de hoy es un puto desastre?

P.- ¿No está de acuerdo en nada de lo que ha hecho el feminismo?

R.- En los últimos ocho, siete años, aquí no se le piden cuentas a nadie, pero tú empiezas a notarlo. Juana o la reforma de la ley del solo sí es sí. Oye, tío, me parece una mierda de ley, me parece que debilita el principio de presunción de inocencia. Pero bueno, vamos a juzgarlo en tus propios términos. Oye, en tus términos es una mierda de ley.

O sea, en tus términos feministas está hecha con el culo. El feminismo necesita un proceso de reflexión bestial. Hubo un momento en el 2017 que cogieron una tendencia anti familiar. Los padres éramos señoros. Claro, hubo un momento de lo típico, todo el mundo es feminista. Y de repente me encuentro con que hay un grupo de chicas periodistas muy guay, y me empiezan a bardear en grupo a mí porque no sé, porque les tocaba los cojones que llevara a mis hijos en una furgoneta diésel. Y yo decía oye, ¿pero esto de verdad esto es el feminismo?

P.- ¿Pero nunca ha sido feminista?

R.- A ver, es que primero, ¿qué entiendes tú por feminista? Si yo creo en la igualdad entre hombres y mujeres, vamos de cojones. Pero es que hoy el feminismo no es eso. El feminismo, por ejemplo, hoy se utiliza para arbitrar situaciones de poder y generar profundas injusticias.

P.- ¿Según Pedro Herrero, Irene Montero ha hecho algo bien en el gobierno o en su carrera política?

R.- Irene Montero es una madre a la que le deseo que deje lo antes posible la política, que le vaya bien y que sea feliz con sus hijos. Como política, me parece una falta de respeto total y absoluta. Pero desde su propio nombramiento. Mira, tío, tú eres la mujer de Pablo Iglesias, no puedes ir de ministra de Igualdad. Lo siento mucho. No puedes. O sea, porque hay millones de mujeres en este país y tú no puedes representarla como ministra de Igualdad porque es una contradicción en términos que pone a tu propia gente a tener que argumentar una serie de cosas rarísimas cuando estás ahí porque eres la mujer de Pablo Iglesias, es que está mal hecho.

Por parte de Pablo Iglesias es el típico gesto de profesor universitario o macarra de «mi mujer, por mis cojones». Y en el Ministerio de Igualdad, además. Eso es muy desagradable y les hizo un flaco favor a las mujeres feministas de este país nombrándola. ¿Pero cómo le puedes hacer eso a la madre de tus hijos? La vas a exponer a la mayor ola de odio político que ha existido en este país, señalándola a ella que la has puesto tú en la negociación con Pedro Sánchez con tu dedo.

Y además vas a ser el representante del feminismo y de la igualdad. La experiencia de Irene Montero, de Pam y de todo ese grupo, lo que es una reflexión que está en la filosofía clásica y en cualquier parábola clásica y en cualquier cuento de aprendizaje popular en España. Oye, los cargos son una carga. Yo no estoy preparado para ser secretario de Estado. Carlos, tú tampoco.

«La familia es de los pocos elementos que pueden ponerle límites a la política, la ideología y el mercado»

P.- Hablando de feminismo, hay una variante secundaria del caso Rubiales. Y es el hecho de que haya habido periodistas mujeres que han salido en redes sociales denunciando actitudes machistas por parte de periodistas. A vueltas con la cancelación y con los que han intentado cancelar a otros con el dedito moralizador. Es el caso del periodista Peio Riaño, que no está condenado ni nadie le ha juzgado, pero un par de mujeres han puesto su experiencia, y sin dar nombres, todo el mundo ha concluido que era él. Por ello, ¿le parece preocupante el tema de las campañas de cancelación? ¿Le parece que habría que denunciarlo? ¿Le parece que es justicia poética el hecho de que haya gente que acusaba de mal hombre a otros y que después fueran ellos los malos hombres?

R.- Primero que esta reflexión algunos la llevamos haciendo desde el 2018 y 2019. Esto va a pasar. La vocación de construir un hombre nuevo, de que me cojan a mí a martillazos con un cincel, extirpen el mal, no es nueva. Esa necesidad de cincelar el hombre nuevo y vamos a hacer que no cometa errores. En todos los procesos autoritarios se ha dado. En muchos de ellos, por cierto, atacando a la familia, que era una de las instituciones en las que a la persona se la reconoce en su imperfección.

P.- ¿Habría que defender a Peio, y no lo digo por su presunta actitud, sino por no caer en la campaña de cancelación, que a veces denunciamos? 

R.- Lo primero es que nosotros tenemos unos sistemas de denuncia que evidentemente son mejorables y que hay protocolos que se pueden mejorar y para eso están y que esos procesos son sometidos a crítica. Javier Gomá habla de cómo el horizonte ético se va trasladando porque nos indignan cosas nuevas y vamos ganando capacidad moral y capacidad ética. Porque si hace 100 años nos parecía tolerable, pues a medida que vamos mejorando y vamos a indignarnos por cosas nuevas, ese proceso de indignación no es necesariamente algo malo. Entonces, siendo objetivo y no entrando en la manera de discutir tuitera, yo sí que creo que ahí hay un tipo de comportamiento rijoso en las oficinas y precisamente en tres campos muy específicos que son periodismo, universidad y política. Que son jodidos y que no responden a un determinado momento social.

En el mundo de la empresa esto se ha limpiado mucho más y se han fijado condiciones mucho más claras. ¿Por qué? Porque no es un mundo tan arbitrario. Claro, cuando yo de repente, en 2017, 2018, veo que son precisamente las y los periodistas las que están alegremente levantando horcas caudinas, y en esas cadenas pasa Woody Allen, Plácido Domingo… Porque siempre la cancelación es sobre el otro y además con un criterio muy cojonudo, que es otra cosa maravillosa. Es: «No, hombre, esto es la derecha».

El hombre conservador de derechas que lleva casado 19 años con su mujer ya está muy mayor y puede cometer errores como cualquier otro paisano. Tiene elementos para intentar de intermediar su propia imperfección. Pero esto iba a acabar cayéndole precisamente a profesionales, hombres de izquierdas.

Yo todavía estoy esperando por el señor Iglesias y el señor Monedero, gente con una reputación abiertamente reconocida. Y ojo, hay también representantes de la izquierda callados. La pregunta es: «¿Soy un moralista?». Me parece mal. Otro mundo donde no está pasando: en el mundo gay. En el mundo de la televisión. Hay zonas donde la cancelación nunca ocurre. Entonces, lo llamativo de todo esto es que tú ves que el elemento de cuestionamiento de cancelación va a ser el elemento de la relación entre hombres y mujeres y el comportamiento sexual. Con sinceridad, a mí no me llega la camisa al cuello para juzgar a Peio, a Rubiales y a compañía por gente que son patanes y gañanes. Los llevo viviendo toda la vida.

Tengo incluso algún amigo y yo algún día lo he podido hacer. Entonces, como me parece muy mal levantar horcas caudinas y no reconocer la imperfección de los demás, que es la mejor manera de ser indulgente conmigo mismo, me parece absolutamente demencial que estemos haciendo declaraciones, juzgando moralmente a las personas, condenándolos. Ahora, ¿qué pasa? Que cuándo son esas personas las que durante los últimos cuatro años se han dedicado a hacerle la vida imposible a los del Museo del Prado porque ponían El rapto de las sabinas, no me toques los cojones.

Era algo que iba a suceder, que llevamos viéndolo cuatro o cinco años, que ojo, hay una parte de verdad. En las redacciones ha habido mucho jefe guarro y en la universidad y en la televisión. Y hoy esas instituciones que han pedido hacer Me Too y que han condenado a Plácido Domingo, el principal diario de España no ha dicho ni mu de lo de Peio. Cuando es una persona que tiene artículos escritos en su web. Al final te das cuenta que todo este ejercicio de virtud moralista no tenía otro objetivo que ganar la guerra del poder.

Herrero, durante la entrevista en El purgatorio. | Víctor Ubiña

P.- En comentarios postelecciones, a la espera de los acontecimientos futuros, a Pedro Sánchez nunca hay que darle por muerto.

R.- Sobre Pedro Sánchez creo que se ha construido una mitología, justificada en el sentido de que es un político audaz. Es un político que no es querido. Va a sobrevivir lo que tarde en mantener el poder en el Partido Socialista y el día que pierda el poder en Partido Socialista van a borrar de él hasta la última letra de su nombre. Es un tío que genera la lealtad que genera el poder. Entonces, esa secuencia te lleva a pensar que la única articulación de su proyecto pasa por encontrar posibilidades para sostenerse en el poder. Entonces, lo llamativo de esto es que hay gente creyendo que Pedro Sánchez es un presidente genial y un político extraordinario porque va a dar una amnistía y un referéndum.

Perdóname un segundo, Rajoy podía haber dado el cupo catalán a Artur Mas. Y hubiera estado 20 años en la Moncloa. Lo que no acabo de entender muy bien sobre Pedro Sánchez es que nadie sabe cuál es el proyecto de Pedro Sánchez. Y entonces, como lo único que pretende Pedro Sánchez es mantenerse en el poder en tanto en cuanto se mantenga en el poder es ganador. Rajoy perdió porque le dijo que no a Artur Mas al concierto catalán. Y ahora tenemos un tío que es un político genial, extraordinario. Escucha, el PSOE es el Real Madrid de las campañas. Tienen esa especie de convicción interna, unidad de destino, que es acojonante. Verlos jugar es como ver al Real Madrid en el minuto 88, vamos a ganar.

Y eso es algo que visto desde fuera, oye, un respeto a esa organización. Entonces resulta que después de conocer las condiciones que fijan el orden de la secuencia, después de conocer las condiciones que uno le pone y que le pone para la emisora, Sánchez entonces va al Ateneo de Madrid y dice: «Mi proyecto de país es este». El problema de Pedro Sánchez es que nadie sabe cuál es el proyecto. Como político, su proyecto desde que se presentó a las primarias es el poder.

Es convertir al PSOE en una máquina de acceso al poder para sí. Para lo cual tiene que ignorar cualquier principio del acuerdo de convivencia constitucional. El ejemplo sería si el partido de los hombres maltratadores se presentase a las elecciones, sacase dos escaños y fuera necesario para la investidura. Tendrías a Rafael Simancas sentándose con ellos, blanqueándolos. Porque ha devenido en eso. 

«El día que Pedro Sánchez pierda el poder en el PSOE van a borrar de él hasta la última letra de su nombre»

P.- Una por Vox. Hubo analistas que aseguraron que Vox puede ser un problema para que el Partido Popular llegue a la Moncloa.

R.- Chorradas. El sistema democrático español se monta para dos y dos. Lo que sea. Es lo que hay. Ahora se parece mucho más al modelo democrático que comenzó a partir del 78, en donde el sistema electoral estaba pensado para UCD, Alianza Popular, PSOE e Izquierda Unida o Partido Comunista. Vale, un conservador o un centroizquierda, o un comunista. Vox representa una parte del pensamiento conservador.

Yo creo que harían bien en representarme sobre todo como el Partido Agrario: moral sexual conservadora, la caza, la pesca, el tractor, el diésel… Debates que han desaparecido del espacio público y que yo recuerdo en los 90 que formaban parte del telediario día sí, día también. Si eso lo representa Vox, lo único que pasará es que habrá una mejor representación del espacio público. El bloque del PP-Vox, en las últimas elecciones, hay seis escaños que se dirimen en 40.000 votos. O sea, no hay una mitología sobre que es imposible que el bloque de derechas o el espacio alternativo a la izquierda gane las elecciones. No es verdad. Feijóo se va a presentar a la investidura con 172 escaños y le faltan cuatro. Entonces, yo creo que hay que dejarse menos de sentencias condenatorias. Hay una especie de lamento boliviano. 

P.- Sí, pero en las elecciones autonómicas, cuando el PSOE perdió mucho poder territorial, se dijo que se había castigado al sanchismo, aunque no a Pedro Sánchez. Sí a los presidentes autonómicos. Y lo que ha pasado, lo que algunos analistas decían, desde mayo hasta las elecciones generales han sido, principalmente, los pactos del PP con Vox. ¿Eso puede haber ahuyentado a votantes del Partido Popular?

R.- Lo único que está rompiendo el sistema es que los conservadores de Cataluña y de País Vasco no votan alineados ideológicamente con sus opciones nacionales. Eso es lo único que convierte en raro el sistema.

P.- ¿Lo razonable sería que el PNV apoyara al PP?

R.- Sí, o sea, lo razonable. Tú date cuenta que lo que va a pasar en los próximos 12 meses es que la coalición de acceso al poder de Sánchez tiene cuatro socios subidos, uno encima del otro, que son ERC, JUNTS, PNV, Bildu. Bueno, pues esos cuatro socios en el horizonte de los próximos 12 meses compiten electoralmente por alcanzar el poder autonómico. Entonces, tú sólo tienes para repartir una lehendakaritza y una Generalitat, el tema es que aquí hay un momento en el que estos socios chocan. ¿Cuál es el tema de Sánchez y ese tipo de acuerdo?

Va a haber un momento en el que los propios conservadores, católicos, catalanes o vascos, pensaran qué es exactamente lo que hace a esos tíos de Murcia de Vox que no podamos hablar con ellos. Entonces, en el momento en el que eso se rompa, que es el fantasma que de manera muy hábil, ha creado la máquina de poder del Partido Socialista y el perímetro comunicativo asociado. «Es el fascismo. Vox es una anomalía democrática». En Italia están gobernando en la presidencia. No es verdad. Vox son mis primos. Son gente conservadora a la que le gusta la idea de España, que les gustan los toros, y que tienen un determinado aprecio identitario a la idea de España. Claro, que tú quieras pintar eso como una especie de elemento que viene a romper o a convertir en ingobernable el país a mí me parece un error profundo.

Dicho esto, y sin querer meterme en la casa de nadie, sí es verdad que es un partido joven y nuevo que tiene que hacer madurar a muchos de sus cargos a velocidad de crucero. Cuando uno accede a esa responsabilidad, o sea, a la responsabilidad de diputado, hay una cosa que se llama la dignidad del cargo y el respeto a la institucionalidad que tú debes guardar.

Y por lo tanto, hay cosas que no se dicen por respeto a la sociedad, por respeto por no convertirte en una cabra. Porque si lo que quieres es ser como una especie de Podemos, pero de derechas, lo que te vas a encontrar es que la gente de derechas no es así. Un conservador andaluz de Jaén o de Cádiz es un tío muy pudoroso, al que no le gusta ser ridículo. Es un señor que no quiere ser un meme y que quiere cosas de orden, presentables. No sé si me explico. 

Publicidad
MyTO

Crea tu cuenta en The Objective

Mostrar contraseña
Mostrar contraseña

Recupera tu contraseña

Ingresa el correo electrónico con el que te registraste en The Objective

L M M J V S D