Mi primer día de Policía, escolta del exdirector del CNI
La sorprendente novela de Jorge García Bermúdez está basada en su propia experiencia
La seguridad es un tema que normalmente se trata desde el punto de vista de un país que sufre agresiones, como Ucrania-Rusia y Hamás-Israel. Aunque para entender lo que realmente pasa, a veces lo mejor es ver los pequeños detalles, las vidas de esas personas que normalmente pasan desapercibidas. Los niños secuestrados por Hamás que vuelven a casa o la esposa del jefe del servicio secreto ucraniano gravemente enferma por envenenamiento, son dos casos. Hoy voy a contar una de esas historias de alguien que protagoniza el día a día de nuestras vidas pero nadie le ve.
Acabo de terminar de leer El leviatán, corazón de GEO, de Jorge Jesús García Bermúdez, editado por Olé Libros. Me lo regaló hace tiempo un amigo, he disfrutado su lectura y me ha sorprendido su documentado e íntimo relato mezcla de novela negra, misterio y espionaje. Hasta el punto de que me puse en contacto con el autor, con la intención de entender el relato, profundizar en su experiencia y acercarme a la vida hasta ahora anónima de un policía nacional destinado en Alcázar de San Juan, cuyo primer trabajo en 2009 fue ser escolta de Alberto Saiz, un director del CNI dimitido unos días antes en extrañas circunstancias.
No habléis en el coche
«Tras jurar el cargo y realizar el curso de escoltas en el centro de formación de Carabanchel, fui designado para mi primer destino». Jorge y yo hablamos por teléfono: «Mi jefe me notó nervioso, pero lejos de tranquilizarme, añadió más leña al fuego, insinuándome que era una situación ciertamente novedosa a la vez que irregular, y que debíamos tener especial cuidado. Con dicha precaución se refería a dos factores diferentes: por un lado, el propio CNI, ya que el vehículo designado para nuestra misión sería, por imposición, de dicha institución y por lo tanto debíamos tener cuidado con lo que se hablaba en su interior, dando a entender, o así pensé yo, que algo raro ocurría, pues posiblemente las filtraciones que provocaron su dimisión procedían del propia CNI».
Las posibles amenazas también procedían de ETA: «Me informaron de que don Alberto había ejercido su mando muy activamente en pos de la derrota de Txeroki, el más violento y carismático de los últimos jefes militares de ETA, hecho este que marcó su caída en picado». Y, finalmente, «don Alberto había actuado de igual modo muy aguerrido en la desactivación de varias cédulas de terrorismo islámico, posiblemente las más importantes realizadas hasta y desde entonces, como así ocurrió en París o Barcelona. Por lo que la venganza contra el exdirector del CNI por sus éxitos en contra de ambas organizaciones terroristas no era nada descabellada».
Buscar bombas lapa
El caso fue que su primer destino como policía le situaba directamente en el centro de la diana, y lo hacía de la peor forma posible, pues «el riesgo podía extenderse de mi jornada laboral a mi propia vida personal. Como todos los policías había sido aleccionado en la autodefensa y prevención de atentados, pero yo era joven y sin ahorros, y solo pude alquilar un pequeño piso en Carabanchel, sin garaje, claro, así que cada mañana me tocaba teatralizar la caída de mis llaves al suelo, para después y en la acción de recogerlas, mirar debajo de mi vehículo en busca de una posible bomba lapa, eso sí, sin descuidar ni por un instante lo que ocurría a mi espalda».
Jorge habla mucho en su novela de la vocación de ser policía y del proceso que conlleva: oposición, academia de Ávila, prácticas y, tras tres años, jura del cargo. Refleja de una forma apasionante esas situaciones tan poco habituales. También habla de una forma novedosa de la experiencia de iniciar tu carrera y encontrarte con atentados tan salvajes como el de los trenes del 11-M. Me gustan mucho las pequeñas historias, reflejan la realidad de la vida.