Su pesadilla comenzó en Nochevieja por culpa de la CIA
20 años del secuestro de El Masri, en cuya resolución el Gobierno español no colaboró
Todo comenzó el 31 de diciembre de 2003, hace ahora 20 años. Jaled el Masri fue detenido en la frontera de Serbia con Macedonia. A los servicios secretos macedonios les saltó la alarma por la sospecha de que pudiera llevar documentación falsa. Durante 23 días le tuvieron retenido en un hotel de Skopje y finalmente le acusaron de haber recibido entrenamiento en un campo de Al Qaeda en Jalalabad. Él lo negaba todo con insistencia pero no le creyeron.
El 23 de enero fue entregado a agentes de la CIA que le interrogaron y torturaron antes de embarcarle en un avión fletado por la CIA a una de sus compañías fantasma. El B737 salió de Skopje con destino a Afganistán ese mismo día, haciendo escala en el aeropuerto de Son Sant Joan, en Palma de Mallorca.
Allí todo el personal de la CIA se tomó unas horas de asueto, algunos acudieron a un hotel desde el que hicieron llamadas telefónicas a sus familias en localidades cercanas a la sede de la CIA en Langley, para emprender posteriormente viaje a Afganistán. En Kabul Jaled el Masri estuvo cuatro meses, donde fue humillado, torturado e interrogado, advirtiéndole desde el primer momento que allí podían retenerle indefinidamente o matarle sin que nadie se enterara.
A finales de mayo, concluyeron que su detención había sido un grave error tras comprobar que carecía de cualquier información. Con el mismo sigilo con el que le detuvieron, lo devolvieron a Macedonia, desde donde el 29 de mayo pudo regresar definitivamente a Fráncfort.
Este secuestro habría quedado como uno más de los cientos que llevaron a cabo los servicios de inteligencia de Estados Unidos tras los atentados del 11 de septiembre de 2001 si no fuera porque algunas pistas del suceso fueron tan evidentes que permitieron a los investigadores sacar el caso a la luz y denunciarlo ante la opinión pública.
Diligencias en España
En España se abrieron diligencias previas en 2006 para investigar el caso en el Juzgado Central de Instrucción número 2. El caso apenas avanzó y en octubre de 2013 el fiscal pidió el archivo provisional del procedimiento, dada la falta de datos para llevar a cabo una causa contra los agentes de la CIA que le trasladaron ilegalmente, le torturaron y le retuvieron cuatro meses. Ni las instituciones europeas, ni el Gobierno español, dieron muestras de querer llevar a los espías de la CIA implicados a ser juzgados.
El juzgado no intentó conseguir la declaración de cuatro altos cargos españoles que conocieron de alguna forma la existencia de los vuelos de la CIA con secuestrados que pasaron por España en esos años. Por ejemplo, se conoció una comunicación, redactada por Miguel Aguirre de Carcer, director general de Política Exterior para América del Norte y para la Seguridad y el Desarme del Ministerio de Exteriores, en la que se decía: «El consejero político militar de la Embajada de EEUU en España ha solicitado venir a verme con urgencia (…) para llevar a cabo la siguiente gestión: los EEUU van a iniciar próximamente vuelos para trasladar prisioneros talibanes y de Al Qaeda desde Afganistán hasta base de Guantánamo, en Cuba. El gobierno de EEUU quisiera disponer de autorización del gobierno español para utilizar algún aeropuerto de nuestro país».
España y otros muchos países europeos, cada uno en mayor o menor medida, prestaron ayuda a Estados Unidos en lo que a todos luces era una operación ilegal para detener a los sospechosos de terrorismo en cualquier lugar del globo y trasladarlos a prisiones secretas donde poder interrogarlos libremente, sin presiones judiciales.
Vuelos de la CIA: 68 en España
En 2006, el Consejo de Europa encargó al fiscal suizo Dick Marty un informe sobre los vuelos de la CIA. Hablaba de 17 casos concretos de detenciones ilegales y concluía que 14 países habían ayudado a Estados Unidos en estas operaciones macabras de traslado. Los servicios de inteligencia de siete de esos países, entre los que se incluían Gran Bretaña, Alemania e Italia, habían incluso colaborado en el secuestro de las personas. El resto, entre los que se apuntaba directamente a España, habían facilitado apoyo logístico a los agentes de la CIA.
Un segundo informe, presentado al Parlamento Europeo por el diputado socialista italiano Giovanni Fava, citaba 1.245 vuelos civiles de la CIA en aeropuertos europeos, entre los que figuraban 68 en España. Enumeración que no recogía los casi imposibles de conseguir vuelos que habían aterrizado y despegado de las bases militares de Estados Unidos en países como el nuestro.
La presión internacional de Estados Unidos consiguió silenciar el asunto de Jaled el Masri. En España no se hizo justicia a un inocente que permaneció en el aeropuerto de Mallorca un montón de horas atado en la parte trasera de un avión, vestido con un chándal de color azul con las mangas y el pantalón cortados, con un pañal para que se hiciera sus necesidades encima, las manos atadas a la espalda sujetas al cinturón, los oídos inutilizados con unos auriculares y los pies encadenados. Iba camino de un infierno peor.