THE OBJECTIVE
El buzón secreto

Pienso para los pollos: la CIA es nuestro enemigo

Una vez más los estadounidenses demuestran su falta de sensibilidad con un aliado

Pienso para los pollos: la CIA es nuestro enemigo

La ministra de Defensa, Margarita Robles, junto a la embajadora de Estados Unidos en España, Julissa Reynoso. | Europa Press

No hay mayor deslealtad que hablar de una gran amistad y, al mismo tiempo, planificar el robo de información sensible mediante la corrupción de funcionarios públicos. Esto es lo que ha hecho la CIA, el servicio con el que el CNI colabora habitualmente, con el que intercambia información en muchos campos. Lo he escrito algunas veces: en el espionaje no hay amigos ni enemigos, solo hay otros servicios. Estados Unidos no es nuestro amigo y ahora nos ha tratado como a sus enemigos. 

Todo el cabreo que debió demostrar Margarita Robles, la ministra de Defensa, para echarle la bronca a la embajadora de Estados Unidos, Julissa Reynoso, llevó aparejado la horrorosa costumbre en estos casos de no dar publicidad al hecho para cuidar las buenas relaciones entre los países. ¿Qué buena relaciones cuando has osado violar la intimidad de tu amigo? ¿La embajadora diría eso de «perdón, me he equivocado, no lo volveré a hacer»?.

Históricamente, la CIA se ha portado en España siempre de la misma forma: lo que nos deis por las buenas, perfecto; lo que os calléis, lo buscaremos por nuestro medios. El CNI sabe, muchas veces lo hemos publicado, que los satélites y medios tecnológicos de la NSA intentan permanentemente escuchar las conversaciones de nuestros políticos, empresarios y de todo aquel que pinte algo. En parte para dirigir su política internacional y con frecuencia para defender los intereses económicos de sus empresas frente a las nuestras.

El Gobierno ha decidido no emprender una campaña contra Estados Unidos por este acoso y ha preferido soltar «pienso para los pollos». Esta es una expresión del espionaje referida a cuando encuentras una vía por donde te están robando información y en lugar de cercenarla, la utilizas para mandar secretos que parecen auténticos o han caducado, y mezclarlos con intoxicaciones. Alguien me preguntaba por qué el CNI no había hecho eso y mi respuesta es que se tienen que dar circunstancias que imagino que en este caso lo hacían inviable.

Suponiendo que el servicio de inteligencia español haya sido ajeno a la primera filtración, un éxito de El Confidencial, luego nos han dado algunas informaciones que podría encajar en el «pienso para los pollos». Empezando por esa primera declaración de la ministra Robles en la que aportaba una supuesta gran noticia del valor del servicio al resaltar que «han sido los propios protocolos internos del CNI los que han detectado la filtración por la que fueron detenidos dos agentes del centro». Cuando se detecta un topo de otro servicio de inteligencia, el único que pueden pillarlo es el propio servicio. Si es por protocolo interno o por un chivatazo externo o por lo que sea, siempre permanecerá públicamente la duda y, obviamente, contarán aquello que les interese para su propio beneficio, como hacen los servicios secretos de todo el mundo.

Otra cuestión es el uso del lenguaje a la hora de facilitar la información. En ningún momento Defensa y el CNI hablan de la CIA, la agencia estadounidense encargada de operar fuera de Estados Unidos. Si hubiera sido un espionaje como el que realizaron hace años sobre los teléfonos de Mariano Rajoy o Ángela Merkel cuando eran presidentes de gobierno, entonces hablaríamos de la NSA, la agencia de señales.

Tampoco hablan de agentes dobles, que es lo que son cuando trabajan a la vez para dos servicios de inteligencia, en este caso de España y Estados Unidos. Hablan de colaboración a cambio de dinero como si fuera algo excepcional. Casi no hay casos de agentes dobles en el último siglo en los que de una forma u otra no hayan cobrado un emolumento, mayor o menor, a cambio de su traición.

Como represalia por su comportamiento, el Gobierno ha expulsado a dos agentes de la CIA destinados en España. Está bien, pero que nadie se crea que han aprendido la lección, hace 50 años del asesinato del presidente Carrero Blanco y sus antecesores en España sabían lo que iba a pasar y no movieron un dedo. Y no es «pienso para los pollos».

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