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Los nietos de asesinados por ETA comienzan a unirse para defender la memoria de las víctimas

La nieta de Fernando Múgica lleva dos años juntando a jóvenes comprometidos contra la apología del terrorismo

Los nietos de asesinados por ETA comienzan a unirse para defender la memoria de las víctimas

Paula Baena, Martín Recalde, Fer Múgica y Bruno Sangro, nietos de víctimas de ETA. | Carmen Suárez

No toda la juventud se resigna. Nietos de asesinados por ETA afincados en Madrid, como consecuencia del exilio de sus antepasados del País Vasco, están comenzando ya a organizarse, con el impulso de la asociación Ego Non, para combatir la manipulación de la historia y el olvido institucional de las víctimas. Claudia Múgica, nieta del histórico dirigente socialista, lleva dos años contactando a jóvenes vascos y navarros con este fin, y ya ha aglutinado a decenas.

La intención de la joven donostiarra es conformar un activismo juvenil contrario al discurso apologético del terrorismo etarra que enarbola gran parte de la extrema izquierda abertzale. Para ello, organizar charlas en los colegios, coloquios y reforzar la presencia en medios de comunicación. Para prueba, el reportaje publicado este pasado sábado en THE OBJECTIVE, donde Fer Múgica, Paula Baena, Martín Recalde y Bruno Sangro denunciaron que «Bildu es ETA, pero en vez de empuñar las pistolas están en las instituciones», y cargaron contra PSOE y PNV por haber favorecido su «blanqueamiento e integración a la vida política ordinaria».

En conversación con THE OBJECTIVE, Claudia Múgica admite que la iniciativa de reunir al mayor número posible de jóvenes víctimas –directas o indirectas– de ETA nació a finales de 2022, cuando Jaime Mayor Oreja organizó un acto en la Casa Real de Correos: «Fue muy emotivo, a la vez que duro, participó mi padre, y pensé que esto debía seguirlo la siguiente generación». Máxime, tras «los pactos con Bildu, el fin de la dispersión y la concesión de los terceros grados»

La joven tiene la «convicción» de que «dar testimonio es lo que hace que la historia perdure, y así intentar que se sepa lo que pasó para que no vuelva a ocurrir». «Es especialmente importante que se escuche nuestra historia porque, de lo contrario, el ejemplo que se le da a la gente joven es que delinquir está bien, te lleva a donde quieras, incluso políticamente hablando», zanja la nieta de Fernando Múgica.

La necesidad de esta iniciativa se ha disparado tras las elecciones vascas, en las que EH Bildu, coalición que integra etarras en sus listas y que no condena sin ambages el terrorismo nacionalista, ha cosechado el mejor resultado de su historia, con 341.735 votos, el 32,5% del total, que se materializaron en 27 escaños.

Este auge, además, se ha producido sobre todo en las localidades con mayor proporción de jóvenes. Estos, principal nicho abertzale, apenas conocen la historia reciente de la región (muy pocos saben quién fue Miguel Ángel Blanco). Y por eso no han penalizado a Pello Otxandiano por referirse a ETA como «grupo armado».

Ego Non

Claudia Múgica es miembro de Ego Non, una asociación que nació hace dos años para «mostrar que la única opción ante el homenaje sistemático a ETA y a quienes fueron parte de la banda terrorista no es ni la complicidad ni la indiferencia», convencidos de que «hay que ejercitar el no ante la normalidad de los homenajes a etarras, ante la manipulación de la historia y ante el olvido institucional».

«Ante la mayoría que pretende reescribir o borrar la historia debemos mostrar que hay personas con ideas distintas pero que comparten un mínimo ético: la denuncia de lo que ha sido ETA. Sin eufemismos y sin movernos un milímetro de ese suelo ético. Esto es lo que somos y éste es nuestro único objetivo. Decir ‘Yo no’ aunque la norma sea el silencio. Yo no justifico los asesinatos, yo no enaltezco a los asesinos, yo no apartaré la mirada sobre nuestra historia. Y yo no permaneceré indiferente mientras el culto a los asesinos siga siendo normal en nuestra tierra», sostiene la asociación en sus estatutos fundacionales.

Esta es una de las asociaciones que están tratando de canalizar este despertar de los nietos, de los más jóvenes, ante la justificación de una ideología totalitaria que expulsó a 180.000 vascos de su tierra natal entre 1980 y 2000. Juntos quieren dar la batalla por el relato de lo vivido, de lo sufrido, por sus familias. Ellos creen que más que pasar página se saltó una página, y la van a leer por incómodo que resulte.

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