Urdangarín ha cumplido su condena y el poder sale indemne
El CNI le protegió y auditó por orden del rey Juan Carlos, un episodio que no quieren recordar
Le condenaron a cinco años y diez meses de prisión, y hace casi un mes cumplió con la Justicia. Iñaki Urdangarín es ya un hombre totalmente libre, sin cuentas pendientes, sin ningún control de jueces o policías. Investigado y juzgado, en su debe hubo varios delitos de corrupción por el conocido caso Noos.
Como todo condenado que ha cumplido su castigo, tiene el derecho a rehacer su vida como le plazca. Algo que no vale para otros que cometieron el desliz, por utilizar una palabra suave, de respaldarle y nadie les puso en cuestión aunque quedó demostrado que estaban intentando tapar un delito como la copa de un pino.
Estoy hablando del CNI dirigido por Jorge Dezcallar. Algunos piensan que cumplió con su deber –no podía hacer otra cosa- cuando atendió la demanda del entonces rey Juan Carlos para dedicar el trabajo de un grupo de agentes a vigilar y ayudar a su yerno en los negocios en que estaba metido. Un encargo que duró mucho tiempo y se prolongó en la etapa de su sucesor, Alberto Saiz.
Nadie en el CNI quiere hablar de ese tema, aseguran desconocerlo. Es normal, porque es sorprendente e inaudito, fuera de cualquier encaje legal, que el servicio secreto aceptara encargarse de la seguridad de una empresa particular del yerno del Rey.
Del balonmano a la protección del Rey
Brillante jugador de Balonmano, tras casarse con la Infanta Cristina en 1997, había luchado por labrarse un futuro profesional, algo que le había resultado complejo. El Rey no paró de apoyarle desde su entrada en la familia, facilitándole contactos en empresas para que pusiera en marcha los diversos negocios en los que se aventuraba. Fue vicepresidente del Comité Olímpico Español y trabajó, amparado por la monárquica familia Samaranch, en la empresa de marketing deportivo Octagón Esedos y en Motorpress Ibérica.
Terminó su formación de Empresariales en el ESADE (Escuela Superior de Administración y Dirección de Empresas de Barcelona) y en el año 2002 montó con su profesor de Política y Empresa, Diego Torres, una empresa que bautizaron como Noos Consultoría Estratégica, a la que siguió el año siguiente la asociación sin ánimo de lucro Instituto Noos de Estudios Estratégicos de Patrocinio y Mecenazgo.
Parecía que poco a poco volaba en solitario, siempre amparado por las influyentes amistades de su suegro. Algo pasó, sin embargo, que alarmó al Rey. Quizás vio con demasiada claridad que su yerno pretendía forrarse de una manera acelerada, quizás alguien le comentó cómo conseguía el dinero, quizás fue una mera precaución. El caso es que no vio la situación clara o simplemente deseó fiscalizar sus operaciones para evitar que se metiera en líos.
Le transmitió sus inquietudes a Dezcallar. Desde ese momento, cada varias semanas algunos agentes del CNI se presentaban en la sede barcelonesa de Noos, donde revisaban la seguridad de las comunicaciones y de los teléfonos para garantizar que nadie los había pinchado. Pero no era eso lo único que hacían durante las horas que permanecían en las oficinas: entraban en el sistema informático y hacían una copia de toda la información. Como si fueran una agencia de detectives privados, solo que sin cobrar, los espías trataban de evitar ataques informáticos, eso seguro, pero no está claro para que duplicaban la información de los ordenadores. La única explicación posible que dan los expertos tiene que ver con la vigilancia de las operaciones para posteriormente informar al monarca. Con esta operación en marcha no se entiende bien que nadie detectara los problemas legales que se produjeron tiempo después. Si los detectaron, el CNI habría guardado silencio.
Nadie oficialmente les pidió explicaciones -tampoco al rey Juan Carlos-, de por qué habían apoyado a un hombre implicado en asuntos que se probaron delictivos, pura corrupción. Urdangarín ha cumplido su condena y otros, eso que llamamos el poder, ha salido indemne.