Boda de Felipe y Letizia: pánico a un atentado yihadista
No fue la primera vez que el CNI persiguió a grupos que deseaban matar al Príncipe
Imagen de la boda de Felipe y Letizia, donde posan junto a Juan Carlos y Sofía. | Gtres
El 22 de mayo de 2004, Felipe y Letizia contrajeron matrimonio en la catedral de la Almudena. Lo que fue un día de alegrías para la pareja y los 1.200 invitados, supuestamente solo enturbiado por la lluvia que cayó por sorpresa, supuso una jornada de máxima tensión en el servicio de inteligencia, el CNI.
20 días antes, los analistas del servicio relacionaron diversos datos que les habían llegado y el director Alberto Saiz pasó un informe al ministro de Defensa, José Bono: habían descubierto una amenaza plausible dirigida a cometer un atentado durante la celebración de la boda.
Bono se quedó muy preocupado: «El CNI me informa de que dos magrebíes están aprendiendo a pilotar ultraligeros en el aeropuerto de Sevilla y creemos que pueden usarlos en la boda del príncipe. Doy órdenes para que los sigan y para que, si pretenden salir de España, informen a la Guardia Civil para que los detengan. Mando nota al presidente: durante el mes de abril se han robado diez aviones de los llamados ultraligeros (vespinos del aire) y, además, treinta motores útiles para ese tipo de aviones. Estos robos eran usuales en el sur de España para el traslado de alijos de drogas, pero los aviones se recuperaban a las cuarenta y ocho horas, aproximadamente. Datos para la alerta: que sean diez aviones y treinta motores; que los aviones puedan usarse con solo cinco horas de aprendizaje; que despeguen en cincuenta metros, dentro de un chalet grande, por ejemplo. Sospechamos de una persona».
El CNI trabajó intensamente hasta el día de la boda, sin conseguir tener la certeza de haber acabado con la amenaza. Bono informó al Rey, pero acordaron no contárselo al príncipe para no aguarle el día más importante de su vida. Y también para que no cundiera el pánico entre los invitados, pertenecientes muchos de ellos a la realeza europea.
Durante el enlace en la catedral de la Almudena y la posterior celebración en el Palacio Real, las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado montaron un despliegue pocas veces visto. Solo hubo un momento crítico. Dieron una alarma que obligó a despegar desde la base de Cuatro Vientos a dos helicópteros con tiradores de élite. Por suerte fue una falsa alarma. Los invitados nunca supieron que Bono, Saiz y las fuerzas policiales estuvieron deseando todo el día que se acabaran los actos y todo el mundo volviera a casa. El centro de control estuvo instalado en el búnker de La Moncloa, desde donde se coordinó la operación.
Los espías ya le habían salvado la vida
Hace ahora 39 años que el servicio secreto también había puesto en marcha todos sus medios para evitar otro atentado en el que uno de sus principales objetivos era el príncipe Felipe. Un grupúsculo de militares golpistas no habían perdonado al rey Juan Carlos en 1985 que no permitiera el triunfo del golpe de Estado de Tejero y habían pasado a considerarle un obstáculo para la España que ellos deseaban. Pusieron en marcha un atentado durante la celebración del Día de las Fuerzas Armadas en La Coruña.
Planearon construir un túnel desde un edificio cercano hasta el punto exacto donde iba a estar colocada la tribuna para la familia real y el Gobierno, con el presidente Felipe González y el ministro de Defensa, Narcís Serra, al frente. Un valiente infiltrado, Francisco Lerena, filtró la información del ataque que habían puesto en marcha. No hubo detenciones para evitar un nuevo escándalo militar, aunque los implicados fueron desactivados con la amenaza de cárcel. A pesar de todo, por si acaso, el día del desfile el príncipe no apareció por la tribuna, no fuera a ser que alguien diera una sorpresa.
