Un policía herido por 'Tsunami': «La amnistía no borrará las secuelas ni nuestro sufrimiento»
THE OBJECTIVE ha entrevistado a uno de los policías heridos en los disturbios de ‘Tsunami’
Ángel Hernández, uno de los policías nacionales gravemente heridos durante los disturbios del procés en octubre de 2019, ha sido forzado a jubilarse anticipadamente debido a las agresiones sufridas. En el marco de la Operación Ícaro, destinada a reprimir las violentas protestas de Tsunami Democràtic, Hernández se encontraba en el aeropuerto de El Prat antes de ser llamado de emergencia a la plaza de Urquinaona. Allí, él y sus compañeros enfrentaron un hostigamiento brutal. THE OBJECTIVE ha entrevistado a este policía, quien ejerce la acusación particular en la causa instruida en la Audiencia Nacional. A pesar de los esfuerzos del Gobierno por hacer que los ciudadanos olviden aquellos días, para los españoles esos altercados violentos y sus consecuencias serán inolvidables.
La decisión del Ejecutivo de Pedro Sánchez de conceder amnistía a los independentistas catalanes ha generado una ola de indignación entre los españoles. La única razón por la que se ha aprobado esta Ley ha sido para poder conseguir al apoyo de Junts y permanecer en La Moncloa, sin tener en cuenta el dolor y las secuelas que han quedado en personas como Ángel. El sacrificio y el sufrimiento de los agentes heridos y sus familias han sido ignorados. El Gobierno de Sánchez parece priorizar sus intereses políticos sobre la justicia y el reconocimiento a los valientes policías que arriesgaron sus vidas por la seguridad del país.
PREGUNTA.- Fue uno de los policías heridos en los altercados en Barcelona durante las revueltas independentistas catalanas. ¿Cómo vivió esos días?
RESPUESTA.- Fueron días muy duros, los peores en la historia de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad. Todo comenzó con el asalto al aeropuerto del Prat unos días antes de la sentencia del procés y se volvió más violento después. Terminamos en situaciones comparables a la kale borroka de los 90 y principios de 2000.
P.– Cuando ocurrieron los hechos, ya llevaba más de diez años en la Unidad de Intervención Policial (UIP). ¿Se ha encontrado con una situación similar en el pasado?
R.– No, nunca nos habíamos encontrado con una situación tan peligrosa como la de esos días. De hecho, en mi furgoneta había un compañero veterano, que se jubiló poco después de lo ocurrido en Barcelona en 2019. Nosotros, en la UIP, hemos vivido situaciones duras, como en Galicia con el sector del metal o en Asturias con la minería. Este compañero, que también estuvo en el País Vasco, al igual que nosotros, dijo que nunca en su vida había visto algo como lo que vivimos esa noche.
P.– ¿Alguna vez pensó al llegar: «No sé si mañana llegaré»?
R.– Recuerdo el día del aeropuerto del Prat, cuando intentaron tomarlo. Nunca nos habíamos enfrentado a tanta gente con esa actitud y organización. Intentaban llegar por el parking mientras otros rompían las puertas de acceso al aeropuerto. Incluso tenían tarjetas de embarque falsificadas para acceder a la zona restringida. Fue de tal magnitud que nunca habíamos visto una organización tan coordinada y capaz de casi sobrepasarnos.
P.– ¿Cómo fue el día en que sufrió esa agresión?
R.– Fue un día muy difícil para mí. Comenzamos el servicio en el aeropuerto del Prat a las 13:00, relevando a los compañeros y escuchando por las emisoras lo que pasaba en Vía Layetana: compañeros heridos, evacuados… Ya sentíamos alerta y peligro. A las 20:00 nos enviaron a la calle Junqueras con Trafalgar por falta de material antidisturbios para la 7.ª UIP. Dos equipos del aeropuerto fuimos. Al llegar, vimos contenedores ardiendo y una lluvia continua de piedras y cócteles molotov, peor que la kale borroka. Bajamos de la furgoneta y recibí un cóctel molotov cerca, prendiendo mi pantalón. Lo apagué con la mano y continuamos. Intentamos mantener posiciones, pero la lluvia de adoquines era constante. No podíamos disparar sin recibir una pedrada. La organización de Tsunami nos bloqueaba.
Mientras sostenía la escopeta tras un disparo, recibí un gran impacto en el antebrazo y luego en la clavícula. Pedí ser evacuado por mi fractura abierta y me llevaron primero a la furgoneta y luego a la Jefatura Superior. Allí, me cortaron la manga del uniforme y la codera de protección. Descubrimos que tenía una fractura abierta; el radio estaba destrozado, no era una fractura limpia, sino que el hueso se había astillado en varios fragmentos. Uno de ellos perforó la carne, lo que provocó el sangrado.
Mientras me ponían una vía, se oyó un comunicado por la emisora indicando que un compañero había resultado gravemente herido. El sanitario me dijo que venía un herido grave y le dije que no tenía problema, que me dejara, que yo aguantaba, que lo atendieran a él. En ese momento llegó Iván, un compañero que estuvo en coma durante 15 días. Fue una situación muy impactante para mí.
Cuando Iván llegó, fue el momento más traumático de todos estos días. Ver llegar a un compañero llevado entre cinco o seis personas y luego dejarlo en el suelo para que los sanitarios lo atiendan, mientras comenzaba a convulsionar y decía que no podía respirar, fue el momento más duro para mí. Ahí me di cuenta de que lo que querían era la vida de un policía. Les daba igual, ¿sabes? No era para hacer daño, era para acabar con la vida de uno de nosotros.
P.– ¿El Gobierno se ha preocupado por vosotros?
R.– El Gobierno no se ha preocupado de nosotros para nada. Yo del señor Sánchez no sé nada. Sí que me visitó en el hospital el ministro Marlaska el día 19 de octubre de 2019, pero después, pues no. Es más, podría decirte todo lo contrario. En vez de preocuparse por nosotros, lo que han hecho ha sido maltratarnos porque, como responsable civil subsidiario, el Ministerio del Interior y la Dirección General de la Policía, cuando nosotros solicitamos que se nos reconozcan las secuelas y se nos indemnice por las secuelas que sufrimos, nos lo deniegan y lo único que nos remiten es a los tribunales (al contencioso-administrativo) para que lo reclamemos vía judicial. Ahora, hace ocho meses solicitamos que se nos reconozca como víctimas de terrorismo y en vez de facilitarnos las cosas, lo único que hacen es ponernos trabas para dilatar la situación lo máximo posible.
Aunque el Gobierno no nos haya apoyado, debo decir que gracias a nuestros amigos, familiares y parejas, así como a los compañeros del sindicato Jupol, quienes nos han apoyado desde el primer día, desde que ingresamos en el hospital hasta nuestra declaración en la Audiencia Nacional el mes pasado. Siempre estuvieron a nuestro lado, preocupándose por nuestras necesidades y asegurándose de que no nos faltara nada.
P.– El Gobierno parece querer que esto se olvide. ¿Cómo os sentís al saber que el presidente ha concedido la amnistía para beneficiar a los responsables de los violentos altercados?
R.– Yo me siento totalmente defraudado. En el 1 de octubre fuimos en cumplimiento de un mandato judicial y ahora hay 45 compañeros investigados que no saben si podrán acogerse a la Ley de Amnistía, muchos están acusados de torturas. Es probable que estos compañeros no puedan beneficiarse de la ley, mientras que a los precursores e impulsadores de la barbarie sí se les aplicará. Que la Ley de Amnistía borre todo de un plumazo, como si nunca hubiera ocurrido… las secuelas de las lesiones que tengo aquí son bien visibles y nadie las va a borrar. A mí nadie me va a quitar la cicatriz del brazo, las secuelas psicológicas que sufro, ni devolvernos a mí ni a mis compañeros a como estábamos antes de las lesiones. Nadie nos va a devolver la salud, ni los malos momentos que hemos pasado, ni lo que hemos hecho sufrir a nuestras familias y amigos. Es totalmente injusto.
P.– Con la amnistía, ¿piensa que las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado y el Poder Judicial pierden autoridad con medidas como ésta?
R.– Yo creo que la Ley de Amnistía socava fundamentalmente la igualdad de todos los españoles ante la ley. Ya no somos todos iguales ante la ley. Además, me parece una grave intromisión en la división de poderes, donde el Poder Judicial sale perjudicado. Las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado seguirán cumpliendo su cometido en cualquier situación, tal y como siempre han hecho, gobierne quien gobierne, contra viento y marea. Las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado están formadas por grandes profesionales que hicimos un juramento inquebrantable con nuestro país. Eso es lo que valoramos. El resto no tiene sentido.
P.– ¿Se arrepiente? ¿Volvería a ser policía a pesar de todo esto?
R.– La verdad es que si hay algo de lo que me puedo enorgullecer y de lo que nunca me arrepentiré es de haber cumplido con la promesa que hice al jurar el cargo como miembro del Cuerpo Nacional de Policía. En esos días, mis compañeros y yo defendimos el Estado de derecho ante aquellos que intentaban subvertirlo y velamos por la seguridad de todos los españoles. No hacemos distinciones. Si hoy me dijeran que tengo que ir a Barcelona, iría aunque supiera que sería mi último día en mi carrera profesional. No tengo que pensármelo. Si viviera cien vidas, sería policía y agente de la Unidad de Intervención Policial en todas ellas.
P.– Si tuviera a Pedro Sánchez a su lado, ¿qué le diría como víctima de terrorismo?
R.– Le diría que nos tiene abandonados.