THE OBJECTIVE
ENTREVISTA

David Alandete: «Rusia paga a 2.100 influencers de 81 países, y creo que España está ahí»

THE OBJECTIVE conversa con el periodista que desveló las conexiones entre Putin y el independentismo catalán

Cuando el Gobierno catalán de Carles Puigdemont declaró unilateralmente la independencia en 2017, aquel acto fue la culminación de una larga y agresiva campaña política de carácter internacional, con las redes sociales como foco de muchas acciones de propaganda política. En ese momento, David Alandete (Algemesí, Valencia, 1978) trabajaba como director adjunto de El País, y hasta sus manos llegaron una serie de informaciones que vinculaban el procés independentista con el Gobierno de Vladimir Putin.

Antes de aquella etapa de su carrera, Alandete había pasado varios años informando desde el extranjero: seis años como corresponsal en el Pentágono, en Washington DC; y algo más de un año en Oriente próximo, donde llegó a entrevistar a figuras clave como el presidente de Siria, Bashar al-Ásad. Este impresionante currículum no sirvió de nada cuando, tanto desde el independentismo catalán como desde ciertos medios pertenecientes a la esfera del Kremlin, se lanzaron serios ataques contra él con motivo de sus investigaciones, cuestionando su profesionalidad y llegando a acusarlo de ser un agente de la CIA. En 2018, tras la moción de censura a Mariano Rajoy, Alandete fue despedido del cargo que ocupaba desde 2014 en El País justo en el cénit de estos ataques, quedando completamente desamparado.

Tras haber encontrado un hueco en la Asociación de la Prensa de Madrid, bajo el amparo de Victoria Prego, David se centró en seguir investigando sobre el tema. Ahora, seis años después, ha presentado el libro La trama rusa (Esfera), donde desglosa de forma pormenorizada todas las pruebas e indicios que probarían los vínculos entre el independentismo catalán y el gobierno autoritario de Rusia. Con motivo de su publicación, THE OBJECTIVE ha conversado con él sobre este escándalo, así como sobre su perspectiva respecto a las elecciones en EEUU y el estado actual del periodismo en un entorno de desinformación quasi-perpetua.

PREGUNTA.- ¿Cuál fue el desencadenante que le llevó a investigar la influencia de Rusia en el procés catalán?

RESPUESTA.- Las primeras informaciones que apuntaban hacia una posible implicación de Rusia en la crisis de independencia catalana venían de un aumento en menciones a Cataluña en medios estatales pagados por el Kremlin entre 2011 y 2016-2017. Hubo una reformulación de la estrategia de comunicación de Rusia en la que se promocionó, se financió bastante una serie de medios estatales reinventados. Habían sido medios serios durante muchos años. Rossiya Segodnya era una de ellos, RIA Novosti, medios, cabeceras, la agencia TASS… y esto se convirtió en una gran maquinaria de fango —fango de verdad—, de bulos, no digamos pequeñas exageraciones, sino mentiras en el Brexit, mentiras en la campaña de Donald Trump en 2016… Y toda esa maquinaria, de repente en 2017 empezó a publicar titulares anti periodísticos sobre Cataluña, sobre tanques en las calles de Barcelona, sobre posibles bombardeos de la OTAN de Madrid. Hubo un punto en el que sí nos dimos cuenta de que podía haber no solo una campaña de injerencia por parte de Rusia, sino una colaboración activa de algunos elementos independentistas. Fue la visita de un empresario llamado Oriol Soler, que luego acabaría imputado en la causa de tsunami o al menos investigado inicialmente, visitando a Julian Assange, que estaba implicado en todo esto en la embajada ecuatoriana en Londres. Y entonces ya decidí tirar un poco más del hilo.

P.- ¿Qué rol jugaron precisamente Julian Assange y Wikileaks en estas relaciones entre el independentismo catalán y el Kremlin?

R.- Yo trabajé con el equipo de El País, con Antonio Caño, que hizo las revelaciones de Wikileaks. Publicamos información bastante dañina para Estados Unidos porque Wikileaks obtuvo una serie de documentos que probaban graves delitos cometidos en la guerra de Irak, otros en Afganistán. Yo trabajaba entonces en El País y publicamos los cables diplomáticos que revelaban lo que la diplomacia norteamericana pensaba de muchos conflictos, y no era nada halagador para ellos. Mantuvimos el interés por Wikileaks, pero Wikileaks fue degenerando poco a poco, sobre todo en la campaña de 2016. Ellos publicaron los correos de Hillary Clinton. Esos correos no demostraban nada más que a Hillary Clinton le caía mal Bernie Sanders, pero se trató como si fuera un escándalo de primera magnitud. Todo el mundo ha oído hablar de los correos de Hillary Clinton, que al parecer le costaron las elecciones, pero esos correos no revelaron nada. Cero. Y entonces Assange empezó a tuitear en catalán. En un catalán perfecto. Yo creo que ni Jordi Pujol habla un catalán tan excelente como que el señor Assange empleaba en sus mensajes, alertando de que había una primera Guerra Mundial, de que el Estado español era un Estado fascista que reprimía una minoría. Y el papel de Assange, según me lo dijo a mí —porque esto también forma parte de la investigación— el presidente de Ecuador, Lenín Moreno, en 2019, después de que le retirara el asilo, era un papel de espionaje y de coordinación con la inteligencia rusa. Esto me lo dijo a mí el presidente de Ecuador antes de retirarle el asilo, y por eso le retiró el asilo.

P.- ¿Esto ocurrió cuando estaba refugiado en la embajada de Ecuador en Londres?

R.- Assange estaba refugiado en la embajada, tenía unas normas de asilo, pero según me dijo Moreno —hay partes que no revelé en su día en el ABC, que es donde publiqué la entrevista— tenía comunicaciones vía satélite. Había un plan de Rusia para extraerlo en el que participó un señor que se llama Fidel Narváez, que era cónsul, al que Moreno retiró posteriormente de esa calidad de cónsul. Y había un plan para extraer a Assange y llevarlo a Moscú. De hecho, una de las cosas que descubro es un documento en el que Assange renuncia al asilo, es nombrado consejero de Ecuador en la embajada ecuatoriana en Moscú, con un sueldo de 2.000 € mensuales y una petición al Gobierno británico para que le dé salvoconducto, algo que el Gobierno británico no hace, y por lo tanto se frustra todo. Y esto es la demostración de que Assange estaba, al menos, interesado en ir a Rusia y tener su vida allí, como Edward Snowden.

P.- ¿Cómo se fraguó la oferta de 10.000 soldados rusos a cambio de convertir Cataluña en una suerte de cripto-paraíso?

R.- Lo que hubo fue una visita en la Casa dels Canonges. Esta visita para mí es una de las cosas más importantes, y por eso empiezo el libro con ella. Se trata de un encuentro el día 26 o 27 de octubre de 2017, antes de que Carles Puigdemont declare la independencia y se dé a la fuga a Bruselas, un colaborador suyo, que se llama Víctor Tarradellas, le escribe un mensaje y le dice «Estamos yendo a Canonges [la Casa dels Canonges, la residencia oficial del presidente de la Generalitat]. Voy con el emisario de Putin, con quien te ves a las cinco». Es decir, un colaborador de Puigdemont, un estrecho colaborador suyo, le dice que va a verle con un emisario de Putin, y cuando llegan —seguidos por el CNI, por cierto—, se ven con él en su residencia oficial. Entonces tú tienes a un tipo que es o que tú consideras que es emisario de Putin, porque así te refieres a él en privado, le recibes, y en esa reunión con Elsa Artadi, con Carles Porta, que es un periodista que también ha sido identificado —imputado, de hecho— por el juez Aguirre. Ahí, el emisario de Putin —Nikolai Sadovnikov, se llama; era un diplomático en Italia, pero hay sospechas de que es parte de la inteligencia— le ofrece 10.000 soldados, el pago de la deuda catalana —esto es algo que viene preparado, porque si no lo ofreces—, a cambio de que en Barcelona, provincia de Barcelona, haya dos centros de minado de criptomoneda, algo que yo interpreto que es para el lavado de dinero y la evasión de sanciones.

P.- Aquello por fortuna no quedó en nada. Pero bueno, el propio asesor de Puigdemont lo ha contado, y así lo ha relatado en alguna entrevista de televisión. Pero se estuvo cerca de una implicación directa de Rusia en el procés en ese momento tan tenso de la declaración unilateral de independencia, que duró poco, pero se dio.

R.- Hay una cosa importante. Rusia ha estado implicada en muchos conflictos. Está ahora mismo en Venezuela, claramente. En 2019, con toda la crisis de gobernanza en Venezuela. El reconocimiento Juan de Como presidente encargado empieza a haber presencia —y esto lo publicamos, se sabe y lo dice Estados Unidos—. Empieza a haber presencia de altos mandos rusos en bases militares en Venezuela. Rusia está en Cuba. Rusia tiene buenas relaciones tanto con Bolsonaro como con Lula en Brasil. Rusia está pendiente de lo que sucede en Colombia. Rusia está en África, está en el norte de África y está en el África subsahariana. Cuando este tipo de intermediario te ofrece soldados, no te ofrece al Ejército rojo, o lo que sea. Te ofrece a los mercenarios de Wagner. Los mercenarios de Wagner. No es que este te esté ofreciendo «10.000 soldados, van a venir por aquí y van a bajar por Alemania, cruzan Francia…» No, no. Lo que te está ofreciendo son las fuerzas de Wagner. Porque Prigozhin, que murió, lo mató el Kremlin después de una revuelta, era el jefe de los mercenarios de Wagner, y a la vez el chef de Putin y amigo íntimo suyo. Y este era el que movilizaba las tropas.

Entonces imagínate que por una de aquellas se declara la independencia. Hay una infraestructura y necesitas mercenarios para asegurar tus fronteras. Pues ahí tienes al grupo Wagner. Y luego lo del pago de la deuda. Se ofrecieron 500 mil millones, cosa que Rusia no tiene. No tiene, no tiene eso. Pero bueno, hay formas de ir pagando. De hecho, después de eso, Terradellas, que es el hombre que lleva a Sadovnikov, se enzarza con un personaje de… voy a decir, en mi opinión, dudosas credenciales, que se llama Jordi Sardà. Y empiezan —esto lo digo en el libro— una especie de fraude, porque Sardá le envía fotos de fajos de billetes, quedan y le enseña un aval por 500 mil millones, que tiene faltas de ortografía. Y realmente lo que hay es, no sé, una especie de pseudo-trama posterior que que es bastante ridícula. Pero algo hay de Rusia en ese momento de, digamos, representación de los intereses centrales de la dictadura rusa, y después deriva en negocio para algunos.

Víctor Ubiña

P.- ¿Cree que Puigdemont mantiene algún vínculo, algún hilo con con Rusia, o aquello fue una foto momentánea en ese momento de 2017 y luego ya nunca más?

R.- Yo creo que no es una foto momentánea en el sentido de que nosotros en El País con Antonio Caño empezamos a informar de esto en 2017, publicamos hasta mayo de 2018. Cuando ocurre en España la moción de censura, digamos, hacen una purga en El País y ya no se informa de esto en este diario, porque Pedro Sánchez pasa a depender de los independentistas, de su abstención o de su voto favorable para mantenerse en el poder. Y a pesar de que hemos publicado de esto, es entonces cuando comienzan a producirse los viajes de Josep Lluís Alay, que es la segunda ronda de contactos con Rusia —hay dos—. Y esto es con Boye, el abogado de Puigdemont, que ha sido o fue condenado por secuestro con la banda terrorista ETA del empresario Emiliano Revilla. Esta gente es cuando empieza entonces a ir a Moscú y a verse con otros emisarios rusos, cosa que a mí me fascina. Es decir, ya te han pillado pero sigues incidiendo, y allí creo que tiene tres o cuatro viajes después de eso. Ahora yo creo que no hay tanto contacto, porque todo ha quedado al descubierto gracias a la labor del juez Aguirre y de la Policía Nacional.

«El más allá es llegar a gobernar por el Ejecutivo sin tener que pasar por el Legislativo, que es algo que también es tremendo»

P.- ¿Cómo cree que terminará la causa el magistrado?

R.- El juez Aguirre está investigando en solitario una instrucción muy larga. Empezó en 2019 y fue una pieza separada de un caso de malversación. Y es como le ocurre a muchos jueces. Un juez muy expuesto porque lleva un asunto incómodo. Trabaja desde Barcelona —doblemente arriesgado hacerlo desde allí— y que ha sido denostado, perseguido, y que se enfrenta a una campaña de desprestigio enorme. Entonces, esto para mí es muy preocupante, porque después del ataque de este gobierno y de los independentistas a los medios, los independentistas son los primeros que empiezan con el uso patrimonial de los medios de comunicación, y son los primeros que empiezan a convertir a la prensa en un instrumento al servicio del poder y de unos intereses. Esto luego lo copió Pedro Sánchez con el apoyo de Podemos. El problema es que ahora eso ya superado —la prensa, uno de los pilares del Estado, de la constitución del sistema democrático—, se pasa a la judicatura. Y ahora estamos en un ataque a la judicatura, y ya el más allá es llegar a gobernar por el Ejecutivo sin tener que pasar por el Legislativo, que es algo que también es tremendo. En eso estamos, ¿no? Estamos en una campaña de desprestigio, y creo que el juez Aguirre lo tiene difícil porque ha sido una instrucción muy larga y ha pasado mucho tiempo desde que se hiciera la ingesta de algunos teléfonos.

P.- Lo tiene difícil y muy próxima la jubilación, que ya la ha solicitado y se va a hacer efectiva. Con lo cual, la causa veremos cómo queda. No sé si usted se atreve a vaticinar si habrá otro magistrado que lo lleve o si el juez dictará algo en las próximas semanas…

R.- Conozco poco del juez. No es un juez, además, que se prodigue mucho. Es alguien discreto en sus avances y en sus exposiciones razonadas. Tiene una parte intelectual en sus escritos, de contexto. Le ofrece al propio Supremo, cuando eleva la causa, bastante contexto a nivel europeo e internacional. Y el informe de la operación Troika tiene muchas informaciones, muchos datos factuales que yo creo que apoyan lo que el juez había hecho antes, porque en este caso, para mí lo importante es que después de los autos y las exposiciones razonadas del juez, la Policía Nacional difunde un un informe que es demoledor porque no solo refuerza lo del juez, sino que amplía incluso y hay más indicios de delito. Pero claro, depende del Supremo. Y una vez esto acabe y si el juez no detiene a nadie… todavía puede imputar a más gente el juez; en las fichas policiales de la trama rusa hay mucha gente que ha sido investigada y que no ha sido imputada, porque yo creo que el juez no tiene ancho de banda, pero yo he visto las fichas policiales de gente como Oriol Soler, Jaume Roures y otros. Mucha gente todavía puede ser imputada.

«Tanto le interesaba España a Rusia que hasta tenía un agente del GRU trabajando de periodista y analista en periódicos españoles»

P.- ¿Jaume Roures?

R.- Sí. Yo he visto una ficha de investigación de Jaume Roures por un proyecto de comunicación junto con Oriol Soler y junto con otra gente, porque según el informe de la Operación Troika había un proyecto de criptomonedas en el que estaba Xavier Vendrell —famoso en Colombia— por asesorar a Petro. Y otro de comunicaciones en que estaban también Vendrell, Soler y Robles. Los tres, considera —el informe, no yo— cercanos a Esquerra Republicana de Catalunya. La trama rusa es una trama de Puigdemont, de Convergència, del PDeCAT… pero hay una parte centrada en los negocios en la órbita de Esquerra Republicana.

P.- ¿Cree que este tema tuvo en su momento la repercusión mediática y social que merecía, o en cierto modo se barrió bajo la alfombra, ya fuera por necesidades políticas del PSOE o por evitar dar una imagen de debilidad institucional?

R.- Desde el punto de vista del Gobierno y de las instituciones y de la Fiscalía, sobre todo, a este tema no se le ha dado la importancia que tiene. Si en cualquier país, si en Francia la maquinaria de injerencias de Rusia penetra una crisis como en Córcega o en alguna región y fomenta el independentismo, o sucede en el Reino Unido con Escocia, te digo que habría investigaciones muy serias sobre ese asunto. En Estados Unidos se ha imputado a independentistas de un movimiento afroamericano que se llama Nación Uhuru de Florida. No sé exactamente qué representan, pero estos fueron a Moscú, se reunieron con un tipo que se llama Ionov, y participaron en un congreso independentista. Luego siguieron en contacto con él y cobraron por hacer eventos, manifestaciones ante la Casa Blanca a favor del independentismo de su región o de lo que fuera. Si en Cataluña ha ocurrido lo mismo —estos han sido imputados por el FBI; investigados—, si en Cataluña podía ocurrir lo mismo, y hay indicios de ello, no ha pasado nada. La Fiscalía ha tenido ante el juez una actitud de brazos caídos.

Y desde el punto de vista de la prensa, que es lo que mencionabas al principio, yo creo que hubo un momento de choque. Al principio la gente pensaba bueno, ¿qué se ha perdido aquí? ¿Rusia qué está haciendo en España? Bueno, tanto le interesaba España a Rusia que hasta tenía un agente del GRU, Pablo González, trabajando de periodista y analista en periódicos españoles, y que era un topo de la inteligencia militar rusa en España. Sí le interesaba. Sí que se le había perdido algo en España, que era atacar al Estado de Derecho y demás. En la prensa tengo que decir que para mí, como periodista, para cualquier periodista es negativo, contraproducente, ser la única persona que informe de cosas. Parece que no sea así, pero estar tú solo con un tema… Está bien dar exclusivas, pero estar tú solo con un tema es probablemente bastante peligroso, porque eso quiere decir que solo tú tienes una fuente o solo tú lo ves, y puedes estar equivocado. Y para mí lo mejor es cuando otros medios empiezan a sumarse a esto, y hay una serie de medios que hacen revelaciones importantísimas y muy valiosas. Y entre ellos está THE OBJECTIVE. Se publican una serie de informaciones que van en la línea de la confirmación de la existencia de una injerencia rusa sobre la actuación policial, sobre presencia de espías aquí, que validan ese trabajo. Y otros medios también. Yo he podido seguir escribiendo en el ABC, pero Xavier Colás en El Mundo, Olmo en El Confidencial, Marc Marginedas en El Periódico… es gente que se ha ido sumando y que ha hecho un excelente trabajo.

«Si fueran las elecciones ahora mismo, yo creo que ganaría Trump»

P.- Como corresponsal en Washington, ¿cómo ve las elecciones en Estados Unidos, teniendo en cuenta el desempeño de ambos candidatos en el reciente debate electoral?

R.- Yo he cubierto elecciones en Estados Unidos desde 2004, que ya es, y he visto mucho, pero nunca he visto una situación como la de esta campaña. No había una situación tan insólita. Yo creo que desde 1968, el año en el que un presidente renuncia a la candidatura después de haber ganado varias primarias, la sucesión de hechos en esta campaña es inaudita: un intento de asesinato de un candidato sin que esté resuelto eso, todavía no sabemos casi nada. Una implosión de un presidente candidato que ha ganado todas las primarias. Una retirada y la elección de alguien que no han ganado una solas primarias como candidata del Partido Demócrata. Además, con una mujer y de raza negra, algo que no se ha visto en muchísimo tiempo. También es cierto que esto demuestra la profesionalización de la política americana. Detrás de Kamala Harris está la campaña de Obama. La primera decisión de Kamala Harris una vez es aclamada y elegida por Biden, aquel fin de semana en que Biden se retira, es fichar como estratega principal a una persona que era asesor de Obama y cumplía el mismo papel con Obama, que es David Plouffe, y empieza a rodearse de la gente de Obama. Entonces, para mí, la campaña de Kamala Harris en 2024 es la campaña de Barack Obama en 2008.

De cara a este debate, se ha notado que Kamala Harris está muy bien preparada, que está muy bien asesorada y que sabe desempeñarse. A ella le han dicho: «tú no eres la vicepresidenta, tú no eres la exsenadora, tú eres la fiscal, y tienes que ir a por el delincuente, al imputado, al condenado Donald Trump». Entonces ella ha interpretado ese papel y le ha ido bien, porque eso ha desquiciado a Trump. A partir de ahora dependerá de cómo Trump reaccione, porque Kamala no es popular, no es conocida. Pero si Trump no sabe contenerla y parar el empuje que ella tiene, es él el que pierde el apoyo que tiene. La base de Trump es bastante sólida. Él lo dijo en una ocasión, y nunca se debe olvidar esa frase. Lo dijo. «Si yo me subiera a mi rascacielos en la 5.ª Avenida, abriera una ventana y disparara a la gente, aún así ganaría las elecciones. Porque mis partidarios van conmigo hasta el final». Y tiene razón. Es cierto.

Víctor Ubiña

P.- Queda un mes y medio para las elecciones. Las encuestas están muy apretadas. ¿Cómo ve la situación? ¿Tiene posibilidades Kamala Harris, con todo lo que ha pasado y este último debate, de ganar a Trump?

R.- Desde 1996, los republicanos han ganado el voto popular en una ocasión, en 2004, sólo una ocasión, pero han ganado la presidencia en tres mandatos. Trump fue presidente un mandato, Bush fue presidente dos mandatos; tres de ellos. Los republicanos ya asumen que no van a ganar el voto popular, porque los republicanos no pueden imponerse en este momento en California y en la costa Este (Nueva York, Massachusetts, etcétera). Trump ya es consciente de que va a perder el voto popular por varios millones, pero lo que importa son los resultados en un puñado de estados. Y esos estados son Michigan, Wisconsin, Pennsylvania, Georgia y Arizona. Con ganar por dos votos en cada uno de esos estados te declaras vencedor. Y es lo que le sucedió a Donald Trump en 2016, que perdió el voto popular, pero se impuso, y a Joe Biden en 2020. Joe Biden ganó las elecciones de 2020; todos dicen «sí, y sacó 8 millones de votos más».

Es verdad, sacó 8 millones de votos más, pero ganó las elecciones por 4000 votos, repartidos en Arizona, Georgia, Michigan y Pennsylvania. Y esos votos son votos muy volátiles. Es de gente que, si de repente Taylor Swift te moviliza 3000 personas en Michigan, puede que ganes las elecciones ahí. Y si de repente Trump es capaz de lograr que los venezolanos que están desplazados a Pensilvania se movilicen, porque ellos están muy por Trump, puede ganar allí. Entonces por eso estamos viendo una campaña en la que van a cualquier tipo de colectivo, lo tienen segmentado. Mujeres conservadoras en los extrarradios, latinos, Trumpistas, venezolanos… tienen una campaña para eso. Es una segmentación absoluta. Y en ese sentido, las predicciones en este momento son de un empate técnico. No se puede dar por ganador a ninguno de los dos. Y de hecho, si fueran las elecciones ahora mismo, yo creo que hoy, a principios-mediados de septiembre, ganaría Trump.

«Rusia identifica influencers que están en su órbita, y les paga por sus vídeos a través de empresas interpuestas»

P.- Teniendo en cuenta estos resultados tan igualados en las encuestas, ¿cree que esto puede suponer que el resultado se vaya a ver más condicionado en esta ocasión por injerencias rusas o extranjeras?

R.- Desde 2016, en todas las elecciones que recuerdo, incluso las parciales o de medio mandato, siempre la inteligencia americana ha denunciado injerencias de Rusia. La última es algo que me resulta bastante interesante, y es un cambio en cómo Rusia se mueve, que es pagar a influencers. Ha habido dos imputaciones, pero la Fiscalía hace estas imputaciones a dos rusos que están en Moscú simplemente para revelar sus pesquisas. Claro. ¿Qué más da que impute a dos rusos? No vas a tener tus manos sobre ellos nunca. Pero lo hace para que se sepa que el FBI ha estado investigando esto. Entonces lo que sucede es: Rusia identifica influencers que están en su órbita, y les paga por sus videos a través de empresas interpuestas. Un influencer hace sus videos en YouTube, dentro de una plataforma, o en TikTok o donde sea. Entonces hay un tipo que no existe, que se lo inventan los rusos -en este caso era un inversor belga- que crea una empresa, y por medio de esa empresa en las Islas Caimán, a los influencers se les paga a razón de 100.000 $ mensuales.

P.- ¿Influencers norteamericanos?

R.- Norteamericanos. Conservadores. Trumpistas. Esto es interesante. Gente conocida, gente que a los españoles no les sonará, pero se llaman Benny Johnson, David Rubin, a quien yo entrevisté para el ABC en una ocasión… Es gente influyente dentro del movimiento trumpista conservador. Y yo les he visto en el Congreso CPAC, que es el Congreso Republicano. Y a esta gente se les está pagando 100.000 $ mensuales, o 400.000 incluso, por vídeo. Y estaban haciendo un enorme negocio. El FBI calculó que se inyectaron 10 millones en un grupo reducido de influencers. Lo interesante es que después de esta imputación, el FBI hace pública una declaración jurada de un agente. Y este agente declara que tiene indicios, porque ha visto informes, de que Rusia paga a al menos 2.100 influencers en 81 países. Esto es una suposición mía, pero estoy convencido de que España está ahí. Y aquí hay influencers que operan al margen de los medios de comunicación, los más establecidos y más veteranos, las cabeceras clásicas, y los más innovadores y novedosos como THE OBJECTIVE.

Y afuera de eso, alguien se monta un canal de YouTube, habla 90 minutos sobre lo neonazi que es Ucrania y lo maravillosa que Rusia, y cómo Rusia en realidad es la madre patria de todos los movimientos conservadores y de la familia y de todo lo que tenga que ver con la religión y los valores tradicionales. Y ahí está. Es muy fácil identificar a esta gente en España. Es muy fácil. No voy a decir ningún nombre porque seguramente me demandarían, pero yo sé, o imagino muy bien quiénes son esas personas que cobran de Rusia. Hay otra forma que es interesante también de hacerlo, que no es a través de empresas interpuestas y perfiles falsos, sino activando grandes redes de bots que van a visualizar tu contenido y te dan cientos de millones de vistas, y eso hace que YouTube te dé publicidad. Porque si pones publicidad y tienes cientos de millones de vistas, eso te aumenta la publicidad a coste para YouTube.

«Cataluña es un sitio en el que el clima del periodismo es irrespirable. No lo digo yo, lo dice Reporteros sin Fronteras en uno de sus informes»

P.- ¿Ha tenido alguna vez miedo de que Rusia vaya a por usted, o le vigile, o le coloque en alguna lista negra? Hace poco hubo un analista español que entró en la lista de sancionados por Rusia.

R.- Nicolás de Pedro.

P.- Así es. ¿Se ve usted también ahí en algún momento?

R.- No tengo ningún miedo. Quiero decir, lo que yo publico… Rusia tiene problemas muchísimo más graves. Lo único que tengo que decir sobre el temor que yo haya podido tener es que al principio yo publiqué de esta trama rusa en El país. Hubo bastante silencio de la profesión al principio, y hubo unos ataques muy duros, muy duros, por parte de los independentistas catalanes. Cataluña es un sitio en el que el clima del periodismo es irrespirable. No lo digo yo, lo dice Reporteros sin Fronteras en uno de sus informes. Y luego por parte de los medios rusos. Inna Afinogenova, que es la número dos de Pablo Iglesias en el canal que tiene de vídeos, estaba entonces en RT, y a mí me dedicó vídeos injuriosos e insinuó que yo era un agente a sueldo de la inteligencia norteamericana, etcétera, etcétera. Entonces, cuando tú estás sometido a eso, lo que quieren es neutralizar, porque cuando a un periodista le expones y el periodista se convierte en la noticia, y hay sospechas de que está a sueldo de esto, del otro, este periodista queda neutralizado. Y de alguna forma no está tan legitimado para escribir de esto. A mí me ha pasado ahora. Puigdemont y Boye me han llamado como testigo, pero puede ser una, digamos, algo previo a una imputación, para testificar en el caso que tienen con la recusación del juez Aguirre. Porque me consideran a mí, a Nicolás de Pedro y a Jesús Albalat de El Periódico, los portavoces del juez Aguirre, una especie de conspiración. Lo hacen para neutralizarte. Pero cuando tú estás en el ojo del huracán y un periódico como El País decide despedirte…

Yo —esto lo cuento en el libro, en el episodio del despido— voy, me reúno con Soledad Gallego Díaz, a la que tenía por una periodista respetable y de un gran compromiso ético con la profesión, y el presidente de El País, Manuel Mirat —que era el consejero delegado de Prisa, ya con Antonio Caño y Cebrián fuera de cualquier responsabilidad— y me despiden. Sin que les importara que estaba siendo perseguido por los medios rusos. Eso sí que es lo peor que me ha pasado, mucho peor que cualquier insulto por parte de los rusos o cualquier persecución, porque te quedas sin el respaldo del medio, te quedas a los pies de los caballos. Y el día después de que a mí me despidan junto con mucha otra gente, muchos de ellos afortunadamente trabajando en esta casa, THE OBJECTIVE, pero en aquel momento despedido, sin el apoyo de nadie más, empiezan a publicar informaciones: «Han desinfectado la redacción de El País», como la misma terminología que los nazis empleaban con los judíos. «Por fin se ha limpiado la sangre en El País». Aquello se publicó. Soledad Gallego Díaz no movió un solo dedo, y yo le dije personalmente en varias ocasiones: «Estás cometiendo un error, porque mi información va a ser confirmada y yo estoy siendo víctima de una gran persecución». Tengo que decir que Victoria Prego, que estaba en la Asociación de la Prensa de Madrid, me amparó, y eso no se lo podré agradecer lo suficiente a esta periodista, ya fallecida y tan importante, porque en aquel momento al menos tenía el amparo de la Asociación de la Prensa de Madrid. Pero la falta de ética de El País de Soledad Gallego Díaz fue enorme, enorme y muy dolorosa, la verdad, porque yo tenía a Soledad Gallego Díaz por otra cosa.

Víctor Ubiña

«Si el Gobierno legisla en materia de medios es para A, proteger a la familia del presidente y B, librarse de informaciones veraces e incómodas»

P.- En su opinión, ¿cuáles son los mayores retos a los que se enfrenta el periodismo en un contexto global de desinformación, que además cada vez está más intensificado por el auge de la inteligencia artificial?

R.- El periodismo ha sido tristemente sometido a una crisis tras otra. No es sólo la inteligencia artificial. Se rompe el modelo de distribución de la información, dejando que tres o cuatro empresas en Silicon Valley decidan cuál va a ser el nuevo marco de comunicación y de relación entre personas para el establecimiento de un régimen mediático. Primero con la radio, con la prensa escrita, con la televisión, etcétera, etcétera. Hubo un gran debate social, hubo una legislación, hubo una implicación no solo de los gobiernos, sino de legisladores, de oposición, de intelectuales. Se pensó, se tomó el tiempo para que esto se desarrollara de una forma en la que los periodistas quedáramos, y voy a citar a Juan Luis Cebrián, como lo que en realidad somos los periodistas. Y esto siempre lo dice Juan Luis, somos los administradores de un derecho que no nos pertenece, el de una sociedad a estar bien informada. O sea, los periodistas cumplimos una función social, pero de repente en Silicon Valley, sin ninguna limitación, tres o cuatro empresas (Google, Facebook, Twitter, etcétera) cambian ese paradigma y cambian la forma en que la noticia llega a los lectores y a los ciudadanos. Y además lo hacen de una forma que esto no se implanta solo en Estados Unidos o en Europa, sino que además se pone al alcance de Rusia, y Rusia lo aprovecha para manipularlo e infiltrarse, interferir en elecciones, que es el no va más. No hay ninguna limitación.

No soy yo muy amigo de la sobrerregulación, pero esto merecía otro enfoque. En un momento pensé que legislar sería bueno, al menos para poner coto a las injerencias extranjeras. Pero visto que en España se ha utilizado esto, es decir, la necesidad de legislar sobre la desinformación y sobre las redes sociales, para proteger a la mujer del presidente del Gobierno, con ese único objeto, y en que además hay ministros que en cualquier otro país serían una vergüenza y habría que retirarlos, como Óscar Puente —insultando a los medios de comunicación, a los directores de los medios de comunicación y diciendo que estos son bulos y hay que de alguna forma legislar para censurarlos, prohibirlos y proponer una legislación, simplemente para, de alguna forma, facilitarle la vida a la mujer del presidente del Gobierno—, pues me hace pensar también que sería muy peligroso legislar, así que le veo muy mala solución a este problema.

P.- O sea, que nos quedamos como estamos.

R.- Se pueden hacer algunas cosas. Yo creo que ha habido algunas que son útiles, como es restringir el acceso de los medios rusos a las fuentes oficiales. Identificarlos como lo que son. No son periodistas, no son medios públicos, no son medios independientes, son otra cosa. Identificarlos. Y ahora ya RT y Sputnik están neutralizados. Por eso Rusia está buscando influencers. Pero legislar lo veo difícil, porque en España ha quedado demostrado que el Gobierno, si legisla para algo en materia de medios es para A, proteger a la familia del presidente, y B, librarse de informaciones independientes, veraces e incómodas.

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